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11 jun 08 La llegada del verano

Cuando era pequeño tenía una manera infalible de saber cuándo llegaba el verano. No era, obviamente, cuando empezaba a hacer calor, ya que eso podía pasar perfectamente desde mediados de abril. Tampoco era, dicho sea de paso, lo que se entiende exactamente por la llegada del verano (el solsticio de verano), sino esa época en la que el colegio llegaba a su fin, tenías tres meses de vacaciones, y podías ir haciendo lo que te viniera en gana a lo largo y ancho de tu barrio con los amigos: coger la bici, jugar al fútbol ¡todas las tardes!, bañarte en la piscina… Esa “llegada del verano” tenía un olor característico, y era el de la fragancia de la dama de noche en el jardín de casa, cenando junto a la piscina con mis padres.

Hace tiempo que en mi casa se quitó la dama de noche, y hace tiempo que vivo fuera de mi casa. Pero esta Semana Santa compré una dama de noche. En principio iba a ser para regalarla, pero acabó quedándose en la terraza de mi piso. Pues bien, desde hace dos noches, para mí ha llegado el verano.

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Comentarios de los lectores

  1. |

    [...] algún tiempo escribí que para mí uno de los olores del verano era el de la dama de noche. Sin embargo, desde que me mudé a mi nueva casa no había podido disfrutar del olor de la que [...]

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