Una vez finalizada la preparación del cuadro, era hora de ponerse con la pintura. Había un paso que había decidido saltarme, y era el de aplicar masilla para corregir imperfecciones en el metal. En realidad, no había tantas, y las que había me parecía interesante conservarlas porque hablaban sobre la historia del cuadro y las cosas por las que habíamos pasado, por lo que conservarlas me parecía un bonito gesto hacia su historia. Eso, y que nunca antes había empleado masilla.
Dicho esto, empecé por la imprimación. Había escogido una imprimación en blanco con capacidad antióxido. Era especialmente importante aplicarla bien en el caso de la horquilla, ya que -a diferencia del cuadro- el material era acero inoxidable y no 4130, y sabía por experiencia previa que la pintura tiende a no agarrar bien en este tipo de material si no se ha imprimado con anterioridad. Así que, con esto en mente, decidí empezar por la horquilla. Apliqué tres capas de imprimación, respetando sus tiempos de secado entre ellas.
Tras la imprimación, tocaba el turno del cuadro. Antes de empezar, enmascaré roscas de tornillos, bujes y similar, además de las punteras de las vainas, con el objetivo de que al ajustar la rueda la pintura no saliera volando. En este caso, al haber realizado el pavonado, ya no existía riesgo de oxidación en las partes enmascaradas. Al igual que con la horquilla, apliqué tres capas de imprimación.
Llegados a este punto, tocaba pasar a la pintura. De nuevo empecé por la horquilla, y apliqué en esta ocasión dos capas de pintura. No necesité llegar a la tercera porque el color y la densidad de la pintura eran estupendos, y sobraba con dos capas. Sin embargo, el color no era exactamente el que buscaba. Era un bonito cobre, pero más claro de lo que me hubiera gustado.
Color tras la primera capa
Color tras la segunda capa
Comentándolo con algunos amigos, Ángel apuntó que con una imprimación oscura en vez de blanca es posible que el color hubiera salido más profunda. Ya era tarde para aplicarlo en el cuadro, así que tendría que quedarse como estaba. En cualquier caso, esperaba que al aplicar el barniz final el color evolucionara. Esperé a la mañana siguiente para aplicar el barniz. Y, como esperaba, el color fue evolucionando capa tras capa. En este caso, me decidí a aplicar tres capas de barniz. Y el color cobre oscureció un poco, tomando un tono estupendo. No era exactamente el que quería cuando tomé la State 4130 como modelo, pero me estaba gustando mucho el resultado.
Primera capa de barniz
Segunda capa de barniz
Tercera y última capa de barniz
Apliqué el mismo proceso a la horquilla, para obtener un color completamente homogéneo entre ambas piezas.
Horquilla con tres capas de barniz
El resultado era estupendo. Pero llegados a este punto, quedaba el proceso más delicado: ser capaz de aguantar un par de semanas antes de meterle mano al montaje, ya que era necesario esperar algún tiempo para que la pintura se curara, y endureciera adecuadamente. Iba a ser una espera muy larga…