El pasado domingo volví a dar pedales con algunos amigos en Córdoba. Era la primera salida después de una pausa veraniega en la que el Camino de Santiago y el tostarse vuelva y vuelta en algunas playas gallegas me habían mantenido alejado del maillot, la burra, y el suplicio de montarse a dar pedales en Córdoba (o en Sevilla, tanto da) en pleno verano. Pero como uno es un enfermo de esto, lo primero que hice en cuanto volví a casa tras mis vacaciones fue quedar para empezar a dar guerra por la Sierra.
Todo prometía que iba a ser una etapa de las que hacían época: los ciclotrastornados que salimos así llueve, truene o haga un sol que derrita el plomo, habíamos conseguido repescar para la guerra a viejos compañeros de etapa… e incluso añadir algunos nuevos, equipados incluso con auténticos carros blindados. Parecía incluso que nos íbamos a juntar un grupo de 8 personas para salir a dar pedales. Pero también habíamos tenido que transigir en algunos aspectos. Y uno crucial era el de la hora: quedamos para salir el domingo a las 9:30h. No era algo demasiado grave: al fin y al cabo, en Córdoba el verano estaba siendo bastante suave para lo que es costumbre. Otro de los aspectos fue el recorrido: recortamos las habituales etapas de más de 50 kms. hasta una etapa de menos de 25, y con tramos de carretera, y todo. Esto último no es algo que me viniera -personalmente- mal, después de más de un mes sin rodar, por lo que estaba contento con ello.
Pero poco a poco, la etapa empezó a torcerse. La primera muestra de ello la tuvimos la misma noche del viernes, cuando a las doce y media de la noche las chicharras cantaban en toda una orgía de chirridos más propia de la hora de la siesta que de otra cosa. El fin de semana se adivinaba duro en lo climatológico. Y en los días posteriores no se puede decir que el clima se atemperara, sino más bien todo lo contrario.
En realidad, la culpa es mía por ser optimista, pero no lo puedo evitar. A la hora de la verdad, el domingo a las 9:30h los que estábamos listos para salir nos podíamos contar con los dedos de una mano… e incluso sobraban dos dedos: Javi Aljama, Ángel y yo. Siendo fiel a la verdad, tengo que admitir que es algo que no me sorprendía excesivamente. En realidad, sólo me sorprendía la baja de Mané, pero pronto tuve conocimiento de que estaba librando otras guerras por ahí, ante lo que sólo puedo descubrirme, y darle mi más completo apoyo.
Total, que a las 9:30h Ángel y yo arrancamos a rodar, con un calor bastante considerable, camino de los Morales. Nos encontramos con Javi en la rotonda de la calle Mayoral, y seguimos con el ascenso. Dado que nos habíamos quedado los de la vieja guardia, desechamos subir por asfalto, para hacerlo por Los Morales. Al fin y al cabo, llevábamos bicis de montaña, ¿no?
En estos primeros compases de la etapa me estaba encontrando fantásticamente bien, pero andaba algo preocupado por esa molesta tendencia que tengo a tirar demasiado desde el inicio. Por desgracia, era algo que no mucho tiempo después iba a pasarme factura. Hicimos una pequeña pausa para meter presión a la rueda trasera de Ángel, que estaba algo floja, y seguimos ascendiendo. Rondaban ya las diez de la mañana, y el calor era sencillamente brutal.
Poco después nos metimos en vereda, con la auténtica subida de Los Morales, y pronto empecé a pasarlas canutas, entre el tremendo calor, y el maillot de manga larga que llevaba para evitar quemarme con el sol: había tenido que optar esa mañana entre pasar calor o quemarme. Había optado por lo primero, y no había tardado demasiado en empezar a lamentarlo, en mitad de esas espantosas rampas con hasta el 23% de inclinación, en las que sólo podías respirar vaharadas de aire recalentado. Tuve que echar pie a tierra en unas cuantas ocasiones, antes de alcanzar la Fuente de los Piconeros.
A partir de la fuente, y ante el tremendo calor, marcamos un ritmo tranquilo: plato pequeño y piñón grande, y a subir con calma. Al fin y al cabo, como dijo Ángel más de una vez, se trataba de pasarlo bien, no de echar los higadillos. Con todo, llegamos al Lagar a las 10:42, con un tiempo de subida de 72 minutos, en los que habíamos hecho tres pausas de unos 10 minutos de duración en total. Para lo que estaba cayendo, no estaba mal.
Sin detenernos, iniciamos el descenso por el GR-48 en dirección a Las Jaras. Una divertida bajada, que actuó como un genial bálsamos para olvidar el espanto de la subida anterior. Abandonamos el GR-48 justo antes de que gire hacia el este, en dirección Los Villares, y tomamos una pista -primero- y un sendero -después- que llevan directamente hasta Las Jaras, donde llegamos al filo de las 11:00h… y donde aprovechamos para hacer una bien merecida parada para hincharnos a churros con chocolate. Bueno, con batido de chocolate y cola-cao, que la cosa no estaba como para meterse entre pecho y espalda un chocolatazo caliente.
Tras esta pausa de media hora, reiniciamos nuestra etapa. Sobre el papel, había previsto realizar un tramo de la vereda de la Pasada del Pino hasta las cercanías del Club de Golf, y volver de nuevo casi hasta Las Jaras. Pero vista la hora que era, y teniendo en cuenta que Ángel tenía que estar de vuelta antes de las 13:00h para dirigirse a Málaga, optamos por recortar el recorrido, volviendo directamente al Lagar de la Cruz por carretera, con Ángel en cabeza, marcando un ritmo suave al principio, pero cada vez más intenso, muy a su estilo cuando afronta rampas largas.
Por último, quedaba el enlace desde el Lagar hasta las Ermitas… que no pudimos menos que hacer por campo, bordeando la carretera CV-79.
…y donde tuvimos la segunda bajada divertida del día, hasta las Ermitas, donde me hinché de tragar polvo:
De nuevo sin pausa alguna -ya que no andábamos especialmente sobrados de tiempo- emprendimos el tercer y último descenso de la etapa: la cuesta del Reventón, que no tardamos mucho en ventilarnos, especialmente Ángel, que baja con unas dosis de acarajosacadismo enajenado que para sí quisiera Ari Vatanen en plena subida al Pikes Peak:
Aunque, eso sí, paramos a hacernos una bonita foto:
Finalizamos el descenso a las 12:25h. A Ángel no le quedó más remedio que salir corriendo a su casa, pero Javi y yo dimos por finalizada la etapa en su casa, donde nos esperaban birras, una excelente piscina, y un buen rato de palique.
El recorrido de la etapa en Google Maps es el siguiente:
Ver 2011/08/07: Los Morales – Las Jaras – El Reventón en un mapa más grande
Los datos de la etapa son los siguientes:
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