Soy ocasional seguidor del programa radiofónico Milenio 3, conducido por Iker Jiménez. El escucharlo me supone un tremendo ejercicio de higiene mental: me permite relajarme, por un rato olvidarme de las preocupaciones y deberes diarios, y sumergirme en un mundo de imaginación y fantasía, con ocasionales toques de terror, que ya quisiera para sí un Harry Potter cualquiera. Vamos, que me permite desconectar durante un rato, y entretenerme con cuentos a la vieja usanza. Esto, como todo, también tiene sus riesgos. No hay más que leer, cosa que recomiendo fervorosamente, El Péndulo de Foucault.
El caso es que este sábado, mientras daba los últimos toques a un trabajito que tengo que entregar esta semana para el CAP, me metí en plena madrugada, y hete aquí que me acordé de poner el programa en cuestión, para poder durante un rato salirme del mundo del absurdo para entrar en el mundo del absu… er… Bueno, da igual.
En ese programa hablaban sobre un presunto misterio acontecido en el cementerio de un pueblecito de Ávila. Ya había oído algo de eso: unas niñas fantasmas que aparecían en unas fotos echadas por unos chavales, o algo así. No lo había hecho mucho caso en su momento, aunque me había llamado la atención una tenebrosa advertencia que se podía (y aún puede) leer en la web del misterio: “La familia García Peña se reserva a partir de este instante el derecho, si se considerase preciso, a emprender cualquier acción legal por apropiación indebida de material gráfico y acusaciones públicas que injurian su honor y buen nombre.” Y eso justamente debajo de una invitación a hacer uso de las fotos para analizarlas y enviar los resultados a la propia web. ¿Cómo haces un estudio si no puedes acceder al material de estudio bajo amenaza de pleito? Curioso, curioso.
El caso, decía, es que lo que más me llamó la atención del programa fue una serie de furibundos ataques que Iker Jiménez dirigía a gentes que habían puesto en duda la veracidad de las fotografías. Desde luego, parecía bastante fuera de sí.
Intrigado, me decidí a investigar un poco. E hila que te hila, encontré el famoso estudio que había hecho perder los papeles a Iker Jiménez: Los fantasmas de las niñas supergigantes de Ávila y el misteriólogo cuentero (fábula postpunk). El documento es extenso e interesante, pero baste indicar sólo un par de detalles: dos fotografías, presentadas como diferentes en la web de Iker Jiménez, resultan ser las mismas según la información EXIF (información contenida en archivos de imágenes que informan de diversos datos, tales como modelo de la cámara con que la foto fue hecha, fecha, hora, datos del enfoque, flash…). Y no sólo eso, sino que habían sido modificadas utilizando una herramienta que muchos conocerán: Adobe Photoshop.
Por si todo eso no bastara, las fotografías presentan errores de bulto en la perspectiva, de tal manera que las niñas (según se dice, de unos seis años), medirían más de metro y medio y pesarían unos 120 kilos. No me extraña que al presentador del programa se le llevaran los diablos…
En fin, chapuzas, chapuzas. Pese a todo, sigo recomendando escuchar el programa en cuestión, y ahora con un motivo más: es divertido a horrores.