Y no sólo es que llueva hoy, sino que se va a tirar lloviendo casi toda la semana. Y cuando no llueva, una ola de frío hará que no entren muchas más ganas de salir a la calle.
Directamente sobre mí, esto tiene dos consecuencias.
La primera de ellas es la deportiva. Hoy tocaba etapa ciclista (pasada del domingo al lunes, ya se sabe, en Navidad a la gente le gusta más abrir regalos, comer con la familia y cantar villancicos que dar pedales por la sierra), pero con la lluvia, como que no. En situaciones peores me he visto, con tormentas, heladas, nieve y demás, o en calzoncillos con 5ºC estrujando la ropa en la Sierra, después de haberme caído de cabeza a un arroyo intentando vadearlo, y con Rafa Ferres partiéndose de risa (y yo también). Pero una cosa es que suceda como avatar del destino, y otra buscarla directamente. En fin, Zuheros, una vez más, tendrá que esperar.
En cuanto a la segunda, no es otra que Fin de Año. Teóricamente (cosa que aún está por ver), la vamos a pasar en cierto cortijo de La Rambla, así que tendríamos que estar refugiados en el citado cortijo, jugando al risk o la play2 al calor de la lumbre, mientras el agua y el viento azotan la campiña cordobesa. Que no es mal plan del todo, por cierto. Aunque para ser sinceros, dado que aún no se ha confirmado lo del cortijo, mucho me temo que lo más parecido a un cortijo que vamos a ver será el castillo de Herodes del portal de Belén que hay en mi salón. En fin…