(Algún punto entre Sevilla y Carmona, A-4; cerca de las 11:00h)
Vas con tu Alfa por la autovía, camino de Córdoba. Una velocidad de unos 100 km/h. El Alfa tiene ya 14 añitos y hay que ahorrar gasolina, que va muy cara. Miranda Warning es tu única compañía, y vas tarareando Los Restos del Naufragio. Un poco por delante tuya, unos 200 metros, una camioneta de reparto, de esas que te pasan a 160 km/h pese a que son enormes y casi ocupan todo el carril.
Una curva a la izquierda, suave, de amplio radio. Y de repente, ves cómo un chucho, un galgo quizás, surge de la cuneta y trata de cruzar a toda velocidad la calzada para llegar al otro lado. Nunca lo conseguirá. La camioneta lo ha embestido con la parte derecha del parachoques delantero, y en instantes lo que hasta ese momento había sido un perro se transforma en una ensalada de vísceras que trufa el asfalto de trozos de carne y de sangre. Parece un matadero. Es un matadero.
Escasos segundos después pasas junto al cadáver calentito y sanguinoliento de lo que parecía un galgo. Un lamentable error de cálculo. t=e/v, que es lo que disponía para cruzar 4 metros de asfalto antes de que el monstruo de acero se le echara encima. v min sub perro = 4m/t sub camioneta. Nunca llegó a alcanzarla.
Y ves cómo la camioneta, mientras tanto, sigue dando tumbos en las curvas delante tuya. Cada vez más lejos. Afortunadamente.