Esta tarde me he despedido de Ana en la estación de autobuses de Plaza de Armas. Vuelve a casa a pasar la Navidad en familia. Hace apenas un par de horas que se ha ido, pero ya la echo en falta. Va a pasar un par de semanas en Pontevedra, y para fin de año bajará, ya que la pandilla vamos a despedir el año en un cortijo del abuelo de Manu, en La Rambla.
Va a ser algo memorable: 3 días sueltos por la campiña cordobesa, respirando aire puro, haciendo la cabra por los montes, jugando a la Play, al fútbol, al Risk… y compartiendo con mis amigos, muchos de los que forjaron mi adolescencia y forjan mi juventud, unos días juntos que no sé hasta cuándo podremos volver a compartir… si es que alguna vez lo hacemos.
Y es que, no nos engañemos. Algunos ya trabajan, otros estamos terminando nuestra carrera (segunda, en mi caso ^_^), y poco a poco, todos nos vamos esparciendo por las Españas, desde la Córdoba en la que muchos nacimos, y todos nos criamos.
A veces les echo de menos, pero si en cualquier momento puedes descolgar un teléfono, o abrir un messenger, y echar un rato de charla con ellos, eso es que siguen estando ahí. Aunque estén lejos.
Por eso sé que Ana está aquí. Aunque esté lejos.
… y el sabor del café, que siempre recuerda los mejores momentos, los más entrañables recuerdos vividos frente a un amigo.
¿illo esto no es de un anuncio de compesas?
Qué tío, para una vez que me pongo sentimental no me toques las narices. XD