El pasado 4 de diciembre (cuánto ha llovido ya, dicho sea de paso), salí a rodar con mis amigos de Córdoba. Esta vez tuvimos una nueva incorporación al grupo: Inma, la hermana de Ángel. Por lo demás, completamos la partida Javi Balaguer, Mané, Carlos y yo. En esta ocasión, y por distintos avatares, los demás no pudieron acompañarnos.
Empezamos la etapa a las 9:35h, con una temperatura que no llegaba a los 10ºC, en una mañana clara y despejada. Empezamos con un bonito ascenso para abrir boca: la subida de Los Morales. Carlos llevaba en riguroso estreno su doble plato en la bici de descenso, lo que en la subida que teníamos por delante le iba a ser de una considerable ayuda. La subida por Los Morales iba a ser, como de costumbre, dura, exigente, y tremendamente fatigosa. Pero era algo que, por conocido, no nos iba a echar para atrás, ni mucho menos. Como no echó para atrás a Carlos, que subió como un campeón con su bici de descenso, y a Inma y Javi, que pese al tiempo transcurrido sin salir en serio, demostraron un pundonor más que sobrado.
Llegamos al Lagar de la Cruz al filo de las 11:00h, tras casi hora y media de subida. La mañana seguía siendo fría, y nos encontramos con la sorpresa de que el cruce del Lagar estaba tomado por la Guardia Civil: esa misma mañana se disputaba una marcha de fondo a Las Ermitas. Hicimos una primera parada en el Lagar para reponer fuerzas. Aún teníamos por delante un recorrido interesante: atravesar las Siete Fincas hasta las Fuentes del Bejarano, para posteriormente dirigirnos -si íbamos con tiempo- hasta Santa María de Trassierra, y volver a Córdoba por el Bosque de Fangorn y Montecobre.
Reanudamos la etapa a las 11:30h, aún con bastante frío, pero acompañados por el sol. Hicimos un rápido descenso por la pista asfaltada de las Siete Fincas, observando que seguíamos las marcas rojas y blancas del GR-48, nuestro viejo amigo. Y precisamente por seguirlas, cometí un error en el recorrido previsto: nuestra intención era llegar a las Fuentes del Bejarano por la senda que conduce a ellas directamente, girando a la izquierda por una de las calles de la urbanización. Sin embargo, al seguir estrictamente las marcas del GR-48, no tomamos el desvío a la izquierda, sino que seguimos por la pista principal, hasta que se transformó en una pista de tierra. Cuando nos percatamos del error, tras una bajada trepidante, no era cosa volver atrás. Y además, era una buena manera de llegar al Bejarano por una pista que no habíamos recorrido.
Seguimos pues, hacia delante, y acabamos llegando igualmente al Bejarano al filo del mediodía,tras un pequeño rodeo no previsto. Aunque en realidad las Fuentes del Bejarano habían quedado fuera de nuestro recorrido, no vacilamos en ir expresamente hacia ellas. Total, estaban sólo a un centenar escaso de metros.
Y es innegable que que el desvío merecía la pena: la zona se encontraba en pleno esplendor del otoño. Lamentablemente, la mañana se nos estaba empezando a echar encima. Como en ocasiones anteriores, teníamos que volver apresuradamente a Córdoba. En este caso, teníamos que estar de vuelta a las 13:30h, ya que Inma tenía que pasar por casa de su hermano antes de que éste se fuera. Aún así, no pudimos dejar de realizar otro pequeño desvío por la vereda del Vado del Negro, hasta las cercanías del cortijo del Bejarano. Mané nos había asegurado que merecía la pena hacerlo.
Y tengo que reconocerlo: había acertado de pleno.
Lamentablemente íbamos con el tiempo algo justo, por lo que optamos por prescindir de la parada de Santa María de Trassierra. En lugar de ello, bajamos directamente a la Fuente del Elefante, a donde llegamos a las 12:30h. Llevábamos a esas alturas 15 kms. de recorrido.
La última vez que había realizado esa bajada, rompí el tornillo que sujetaba los platos al eje del pedalier. Por suerte, lo descubrí al llegar a la fuente, y no a media bajada.
Dejamos atrás rápidamente la fuente, pasamos junto al Lagar del Caño del Escarabita, y avanzamos en dirección al Pinar de Torrehoria. La pista se encontraba llena de charcos embarrados, y allí Javi sufrió un pequeño percance, afortunadamente sin consecuencias más allá de un poco de barro. Una vez en la urbanización, descartamos atravesar el Bosque de Fangorn, y en su lugar optamos por tomar la pista que conduce hasta la entrada del Mirador de las Niñas, y hacer la bajada directamente.
A esas alturas de la etapa, Inma, Carlos y Javi empezaban a notar el peso de los kilómetros, especialmente los dos primeros. Aún así, seguían demostrando una entereza envidiable. Llegamos a la entrada del Mirador a las 13:00h, y sin solución de continuidad nos dirigimos al comienzo de la bajada hasta la Torre de las Sietes Esquinas. No teníamos tiempo que perder. Hicimos ese tramo de la bajada en compañía, pero nos dividimos para el siguiente: Javi y Mané bajaron por Montecobre Express, y Carlos, Inma y yo por la bajada normal. En mi caso, esperaba poder grabar a Javi y Mané realizando la bajada Express. Sin embargo, me había dejado encendida la cámara en la bajada de la Fuente del Elefante, y había agotado la batería. Por desgracia, sólo lo descubrí al llegar a casa.
Tras “grabar” a Mané y Javi, realicé un descenso frenético hasta el punto de encuentro. Demasiado frenético, ya que dejé atrás a Carlos e Inma. Y ambos, al no conocer bien la bajada, se despistaron en la Casa de la Ventana, y a punto estuvieron de perderse por los agrestes montes cordobeses. Afortunadamente pronto dieron con la bajada buena, y reanudamos la bajada, esta vez por carretera, camino de La Albaida.
Regresamos a Santa Rosa a las 14:00h, algo más tarde de lo previsto. Carlos e Inma se dirigieron a casa de Ángel, mientras que Mané, Javi y yo fuimos a por otra clase de destino:
Poco después se nos unió Carlos, y cerveza mediante, dimos por terminada la etapa.
Los datos de la etapa son los siguientes:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Los Morales – Fuentes del Bejarano – Montecobre
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El pasado 11 de julio tuvimos la primera de las etapas de un fin de semana particularmente activo en el ámbito ciclista. Una etapa que, ya desde el papel, imponía sobremanera. Había encontrado en Wikiloc, gracias a un buscador para Android, un recorrido que habíamos dado en llamar “El etapón del Copón”: un recorrido por la vía verde de la Campiña hasta Guadalcázar, que posteriormente enlazaba con Almodóvar, subía hasta el castañar de Valdejetas por el GR48, pasaba hasta Puerto Artafi, y desde ahí descendía de vuelta a Córdoba por Trassierra y la Fuente del Elefante. Más de 80 kms. de etapa. Un gran objetivo. E incluso nos planteamos realizar el recorrido de noche. Pero, puestos a considerarlo, decidimos recortar un tanto la etapa, para no pasar más calor de la cuenta, y llegar a una hora decente a casa. Y de día.
Una vez establecido el recorrido, quedamos a las 7:30h de la mañana Mané, Ángel y yo. Fuimos a Almodóvar por el canal del Guadalmellato, bordeando la zona oeste de Sierra Morena. Empezamos la etapa con fuerza; con demasiada fuerza, quizás, pues pronto nos encontramos rodando a unos 20 km/h por una pista de tierra. Fuerzas que más valía guardar para la etapa que teníamos entre manos. Pero al ir de palique, unos por los otros, poco a poco íbamos acelerando sin darnos prácticamente cuenta.
Mantuvimos el recorrido por el canal hasta llegar a una balsa de riego, cerca de las Cuevas Bajas. Allí el canal pasa a encajonarse en la sierra, y la pista de mantenimiento desaparece. Hace algunos años había intentado realizar ese mismo recorrido con Pablo, y sabía que el canal era impracticable. Y más si, como era el caso, llevaba agua. Así que no nos quedó más remedio que tomar una pista de la CHG, que nos acabó llevando a la carretera de Palma, pasados Los Mochos. Una vez en la carretera, llegamos hasta la entrada de Almodóvar, donde paramos a tomar un tentempié en un bar. Eran las 9:10h, y en apenas 1h 40m nos habíamos fundido 26 kms. de etapa. La parte más sencilla de la etapa, es cierto, pero aun así habíamos mantenido una excelente media, superior a los 16 km/h.
Tras la pausa, en la que nos ventilamos unas buenas tostadas acompañadas de café y colacao, reemprendimos la etapa. Teníamos por delante 11 kilómetros de subida por el GR-48, por asfalto, primero, y por pista a continuación. Pero no pudimos abandonar las cercanías de Almodóvar sin dejar testimonio gráfico de ello, junto a una reproducción de un miliario romano:
Emprendimos la subida, siguiendo las indicaciones de “Camino de los Toros”. Empezamos con una carretera con unas rampas sostenidas de en torno al 5% de desnivel, que poco a poco dejaba atrás un paisaje de valle agrícola para introducirse paulatinamente en una dehesa serrana. Un bonito contraste para abrir boca, por una carretera sin tráfico alguno. Tras 4 kms. de subida, dejamos a nuestra izquierda una pista que conducía al pantano de la Breña II, y la carretera, poco a poco, empezó a empinarse. Durante otros 4 kms. seguimos subiendo con rampas cercanas al 6%, hasta que salimos de la zona arbolada, y al entrar en una finca, salimos a terreno completamente ralo, desde donte tuvimos las primeras vistas del pantano, y abandonamos la carretera.
En ese momento desaparecieron las indicaciones del GR-48, posiblemente arrancadas por el dueño de la finca. Mientras nos orientábamos, un joven en un todoterreno nos indicó el camino a seguir, a la par que nos indicaba que en realidad el GR-48 transcurría bordeando la finca, pero que al realizar el deslinde habían hecho pasar el trazado por dentro de la finca. No se mostraba especialmente contento por ello, pero al menos no nos puso problemas. Posteriormente pude verificar en las cartas del Ministerio de Fomento la veracidad de la afirmación.
Reanudamos nuestro recorrido, con una pequeña bajada, antes de entrar en el terreno de la finca de La Porrada, donde volvimos a entrar en arbolado. A partir de este punto encontramos indicaciones de que circulábamos por la vereda de la Cruz de la Mujer, nombre que me resulta conocido, al existir otro camino igual (cordel, en este caso) en Guillena. La pista ascendía con rampas cercanas al de hasta el 13%, las más elevadas que habíamos tenido hasta el momento, y que se dejaban sentir, en conjunción con el calor que a esa hora de la mañana -pasaban ya de las 10:30h- estaba empezando a apretar. Tal fue así la cosa, que sufrí lo que los compañeros agachalomeros llaman un “huyhuyhuy”. Estaba empezando a desfallecer. No en balde las tres semanas que había estado prácticamente parado por una lesión de espalda se estaban empezando a notar.
Poco después, y a un ritmo más sosegado, llegamos hasta una nave de la finca La Porrada, que dejamos a nuestra derecha. La subida había acabado. Ahora tocaba disfrutar con algo de descenso. Pasamos junto a la casa de la Porrada, que dejamos a nuestra izquierda, y continuamos con unas bajadas por pista, con algunos tramos comprometidos, hasta alcanzar la entrada del castañar de Valdejetas. Eran las 11:00h, y ya nos habíamos ventilado 40 kms. de la etapa. En ese punto decidimos seguir el recorrido por el GR-48, tomando la vereda de la Canchuela. Después del “huyhuyhuy” de la Porrada no tenía muchas ganas de desfallecer subiendo a Puerto Artafi. Y de todas maneras, el castañar no estaría -dada la época del año- en su momento más bonito. Así que, decidido el rumbo, seguimos avanzando por el GR-48.
Continuamos unos 5 kms. por la Canchuela hasta llegar al pantano de la Jarosa. Un poco antes descartamos seguir el GR-48, que nos hubiera llevado por las fincas de Lo Vaca y El Salado hasta Trassierra. Pasada La Jarosa, empezamos el que, a la postre, sería el último ascenso del día: la subida por la vereda del Llano de Mesoneros hasta la fuente de la Marquesa, antiguo acueducto romano. Era la primera vez, en mi caso, que realizaba ese ascenso, ya que las veces anteriores había recorrido ese camino en sentido inverso. La subida, como no podía ser menos, iba a ser dura, con paredes cercanas al 10%. Rondaban ya las 11:30h y el calor se estaba haciendo cada vez más insufrible. Y para colmo, estábamos empezando a quedarnos sin agua.
Hicimos una nueva parada en la fuente de la Marquesa. La subida había sido bastante dura. Por mi parte, en un par de momentos me dio la impresión de que había pinchado de la rueda trasera, ya que no podía creerme que pudiera ir tan enganchado en la subida. Pero así era: las rampas eran bastante duras, y la paliza del día se dejaba notar. Mané, por su parte, empezaba a acusar el esfuerzo. Estaba también a punto del “huyhuyhuy”. Ángel era el que parecía aguantar de la mejor manera, aunque tampoco sin excesivas alegrías. Aún tenía que llegar su mejor momento del día.
Seguimos ascendiendo por la vereda hasta llegar a las casas del Rosal de las Escuelas, donde enganchamos con la carretera de Trassierra. Nos dirigimos hasta el cruce, y allí nos hicimos la última foto del día, junto al repuesto monolito del cruce; aunque este monolito no es una reproducción del original (que era un prisma cuadrangular), sino del que se encontraba al pie de la sierra, que era cilíndrico. Pero al menos, era algo.
Y desde allí, decidimos realizar la última variación en el recorrido del día. Teníamos previsto realizar el descenso por el Alto de San Jerónimo hasta el Monasterio, y desde allí bajar a Medina Azahara y volver por el canal. Pero el incierto estado de este camino, y la paliza que llevábamos hasta ese momento (a esas alturas nos habiamos metido entre pecho y espalda 49 kms. de bici), nos hicieron cambiar de parecer: bajaríamos por el Mirador de las Niñas y Montecobre Express. Una bajada inédita en mi caso.
Dicho y hecho. Nos encaminamos por carretera hasta el Mirador, donde alcanzamos el techo de la etapa: 500 metros de altitud. Y nos acabábamos de quedar sin agua.
El descenso fue sencillamente apoteósico. El primer tramo, entre el mirador de las niñas y la torre de las 7 esquinas, transcurrió entre vegetación enormemente cerrada, por un trazado ratonero y estrecho, pero ya conocido. Ahí sufrí un ligero percance en forma de ramazo en el casco, que hizo salir volando la cámara deportiva. Por suerte, sin mayores incidentes.
La segunda parte de la bajada, desde la torre de las 7 esquinas, me dejó sin palabras. Hasta ese momento siempre había subido y bajado por la zona pasando por la Casa de la Ventana (el recorrido que suele llamarse “Montecobre”). “Montecobre Express” salía directamente en bajada desde la Torre, en un comienzo de bajada a tumba abierta directamente hacia el fondo del valle. Brutal. Pero eso era sólo el comienzo. El resto del recorrido transcurría por un sendero lleno de piedra suelta, roderas traicioneras, y piedra enormemente irregular. Y eso en el mejor de los casos. En otros, simplemente era un sendero escorado hacia el barranco, que a poco que frenaras de más te escupía directamente a una caída de decenas de metros por matorral hasta caer a una carretera de montaña. Como para andarse con milongas. Aun así, pude bajarlo entero, lo que asombró a Mané y a Ángel. A decir de ellos, eran el primero que conocían que en su primera bajada por Montecobre Express no hubiera puesto el pie en el suelo. Tengo que admitir que tuve la suerte de que ambos me iban abriendo camino, y me mostraban por dónde se podía bajar (y que se podía bajar).
El final de la bajada lo hicimos por la carretera de la Albaida, que nos llevó de vuelta a Córdoba, en donde entrábamos a la sorprendente hora de las 12:30h, tras cinco horas de pedaleo. Dimos por finalizada la etapa en Santa Rosa, donde nos dimos un merecido homenaje en una terraza, a base de cervezas, bitter, tapas y un revuelto de bacalao excelente. Un buen final para una etapa sobresaliente.
El mapa de la etapa es el siguiente:
Ver 2011/06/11: Almodóvar – GR48 – Montecobre Express en un mapa más grande
En cuanto a los datos, son los que siguen:
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El pasado 27 de marzo Javi Aljama, Enrique, Mané y yo hicimos una gran etapa por la Sierra de Córdoba. Una etapa que, por segunda vez consecutiva, iba a disputar sin haber dormido prácticamente nada la noche anterior. Y es que había tenido una intervención nocturna en el trabajo por videoconferencia que se alargó hasta las cinco de la mañana, que apenas me permitió dormir una hora y tres cuartos antes del comienzo del Gran Premio de Australia de Fórmula 1, que se alargó hasta las nueve y media de la mañana. Apenas había cruzado Vettel la línea de meta, cuando salía yo por la puerta con las gafas enfundadas y el casco puesto. Y es que se me paraba a pensarlo, caía redondo de sueño.
Empezamos la etapa un poco antes de las 9:45h, y nos dirigimos al canal del Guadalmellato, para enlazar con la vereda de Trassierra. Íbamos a subir por Monte Cobre hasta el cruce de Trassierra. Empezamos la subida suaves; había calculado hora y media de subida hasta el cruce, pero tengo que admitir que era la segunda vez que subía Monte Cobre desde la vereda: salvo en una de las Maratones MTB Sierra Morena, siempre había subido hasta el camino de la Casa de la Ventana por la carretera de la Albaida.
Al llegar a la altura del Cortijo de la Gitana Javi y yo, que íbamos en cabeza de palique, nos desviamos por una dura subida, que pronto tuvimos que desandar, ya que nos habíamos saltado el desvío que da comienzo al primer tramo de Monte Cobre. Empezamos la subida por un camino, seguido de un durísimo sendero que nos acabó llevando, a las 10:40h, junto al guardarraíl que corta el paso de la subida, y que hay que salvar para continuar ascendiendo hasta la Casa de la Ventana, primero, a la Torre de las Siete Esquinas, después, y por último, al Mirador de las Niñas.
Poco después empezamos la subida hacia la Casa de la Ventana, acompañados por un grupo de ciclistas que habían subido por la carretera de la Albaida. Salvamos la cerca que corta el paso cerca de la Casa, y continuamos ascendiendo. Pronto Enrique, lastrado por sus cubiertas de descenso, se fue quedando atrás, mientras Mané y Javi se iban un poco en cabeza. Superamos el olivar que antecede a la Torre, y nos reagrupamos en ésta. Pudimos descansar un poco, mientras contemplábamos una magnífica vista del Valle del Guadalquivir.
Antes de continuar, tuvimos un breve momento de duda sobre si seguir ascendiendo por el camino conocido, o seguirlo haciendo por un sendero que surgía hacia el oeste de la torre. Tentados estuvimos de tomarlo, pero el recuerdo de los acontecimientos de la semana anterior nos hicieron desistir, aunque dudamos bastante. Seguimos el ascenso hacia el Mirador de las Niñas, donde de nuevo volvimos a separarnos. Tuve algunos problemas de cambio con la Ghost, y perdí comba con Mané y Javi, que consiguieron subir del tirón hasta el Mirador.
Desde allí continuamos hasta la primera parada del día, la gasolinera del Cruce de Trassierra. Eran las 11:30h de la mañana. Habíamos tardado algo menos de dos horas en subir. Allí Enrique decidió no continuar con la etapa: tenía que estar pronto de vuelta en casa, y la etapa, de la que apenas habíamos hecho un tercio, prometía ser larga. Así que, reducido el grupo a tres integrantes, tomamos la decisión de ir hasta el punto más lejano propuesto: el castañas de Valdejetas. Eso suponía que íbamos a subir tres puertos de montaña, y que ya habíamos superado el primero de ellos.
Al filo del mediodía reemprendimos la marcha. Tomamos la carretera de Trassierra, para abandonarla poco después, siguiendo las indicaciones de Puerto Artafi. Tomanos la vereda del Llano de Mesoneros, que nos hizo pasar junto a la fuente de la Marquesa, para llevarnos en un divertido descenso hasta el embalse de la Jarosa. Era ya terreno conocido para nosotros. Seguimos avanzando, siguiendo las indicaciones de Puerto Artafi, hasta que llegamos al cruce del GR-48 que, semanas atrás, Mané y yo habíamos seguido para ir a Santa María de Trassierra. En este caso, continuamos de frente.
Otro grupo de ciclistas, con bicis rígidas, nos preguntaron a dónde iba el camino. Les respondimos que se trataba del GR-48, y que nosotros íbamos siguiendo las indicaciones del Sendero Azul hasta el castañar. Era fácil: sólo tenían que ir siguiendo las marcas rojas y blancas, hasta encontrar a mano derecha el desvío para el castañar. Decidieron recorrerlo, por lo que nos dieron las gracias y siguieron avanzando.
El GR-48 seguía en dirección noroeste, pasando por un magnífico tramo de dehesa, mezclada con bosque mediterráneo. Desde el embalse habíamos ido en un suave ascenso, marcado por ocasionales subidas y bajadas, que hacían el rodar bastante divertido. Dos kilómetros y medio después, llegamos a una intersección del GR-48 con otro camino. Consultamos el GPS, y vimos que teníamos que abandonar el GR-48, y seguir a mano derecha para emprender la subida al castañar de Valdejetas. Sin embargo, no había rastro de indicación del Sendero Azul. Espero que el trío de las rígidas no hubieran seguido avanzando, esperando encontrarse el cartel azul, porque si no podrían haber acabado en Portugal.
Faltaban diez minutos para la una de la tarde cuando empezamos el ascenso a Puerto Artafi por el castañar de Valdejetas. El entorno era un preciosidad, pese a que el castañar no se encontraba en su mejor época del año. Pasamos junto al Cortijo de Valdejetas que, como bien dijo Mané, más parecía un cortijo de campiña que uno de sierra, y salimos de la finca no mucho tiempo después. Hicimos la segunda parada de la jornada junto a la cancela de entrada a Valdejetas. Era la una y diez de la tarde. Habíamos cruzado el castañar en 20 minutos, a un ritmo bastante tranquilo, y disfrutando del paisaje.
Nubes de tormenta avanzaban sobre nosotros, por lo que tuvimos que decidir cómo finalizar la etapa. Determinamos llegar hasta la carretera de Trassierra, y volver a Trassierra por ella para, posteriormente, bajar a Córdoba por la Cuesta del Reventón. Dicho y hecho. Empezamos un breve descenso, seguido de una dura subida hasta Puerto Artafi, donde tuve que entregar la cuchara. Repuesto del esfuerzo, bajamos hasta la carretera, y volvimos rápidamente a Trassierra y tomamos, sin detenernos, el camino hacia la Fuente del Elefante. A partir de este punto, Mané empezó a experimentar molestias en una de sus rodillas. Estaba claro que íbamos a tener que terminar la etapa por la vía rápida.
Pasamos por la Fuente del Elefante pasadas las dos menos cuarto de la tarde. Seguimos hasta el Cortijo del Caño del Escarabita, y tomamos el camino que lleva hasta la Torre del Beato. Recordaba haber pasado por allí en la II Maratón MTB Sierra Morena, pero me encontraba bastante despistado, especialmente cuando salimos a la carretera. En un momento creí reconocer el entorno como -precisamente- el de la Torre del Beato, pero ni a Javi ni a Mané parecía sonarles. Como luego pude comprobar en Google Earth, lo había reconocido bien.
Desde la Torre tomamos la carretera en dirección a Las Ermitas. Íbamos a afrontar el tercer y último puerto de la jornada. Y el primero por carretera. Aunque a esas alturas del día no era demasiada ventaja. Aun así, disfrutamos del veloz descenso por carretera hasta el comienzo de la cuesta del Reventón. Terminamos la etapa con un trepidante descenso por la Cuesta del Reventón, en el que, para variar, abusé de los frenos de disco.
Dimos por finalizada la etapa al pie de la cuesta del Reventón, cerca de la casa de Javi. Eran las dos y media de la tarde, y en ese momento el GPS, que estaba a punto de quedarse sin batería tras casi cinco horas de etapa, indicaba que habíamos recorrido 40’3 kms. Mané y yo, tras despedirnos de Javi, descendimos hasta el Brillante, y nos encaminamos a casa, a donde llegamos al filo de las tres de la tarde. Habíamos recorrido, en total, 45’56 kms. de etapa larga, divertida, y con un paisaje sumamente hermoso. Y por una vez, no volvíamos cubierto de barro o arañazos.
El recorrido de la etapa en Google Maps es el siguiente:
Ver 2011/03/27 – Monte Cobre – Puerto Artafi – Cuesta del Reventón en un mapa más grande
En cuanto a los datos de la etapa, por error no puse en marcha el pulsómetro a la salida (me dí cuenta a la altura del Cortijo de la Gitana), y se interrumpió en la Fuente del Elefante, por lo que los datos cardíacos son sólo parciales, correspondientes a ese segmento de la etapa. Los correspondientes al kilometraje sí son correctos:
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