El sábado 17 de abril realicé una etapa de ciclismo de montaña por el Monte Seixo. Salí de Forcarey temprano por la mañana, a fin de aprovechar el día, y me dirigí en coche hasta San Miguel de Presqueiras, en una de las laderas del monte Seixo. La temperatura era fría, apenas 0.5ºC al pasar por Cachafeiro, y sólo 3ºC al empezar la etapa, a las 8:50h. Había aparcado al lado de la iglesia de San Miguel, justo al comienzo de una pista que ascendía hasta Monte Seixo, y ese era mi recorrido.
La pista subía de manera continua durante 3 kilómetros, con una pendiente media del 8%, aunque con puntos ocasionales en donde la cosa se ponía interesante, con rampas máximas del 17%. Y para colmo, con viento de frente. En cuanto a las condiciones de la pista, eran bastante buenas, al estar ese tramo del monte bastante explotado, entre ganadería, explotación maderera, y algún recinto minero, tanto del pasado como del presente.
La pista ascendía, poco a poco, hasta enlazar con la carretera del parque eólico. Y era aquí en el único punto donde la cosa, desde el punto de vista de la vegetación, se ponía peor. A unos 100 metros de llegar a la carretera hay una bifurcación: un mal sendero a mano izquierda, en fuerte subida y cerrada vegetación, y un camino completamente devorado por la vegetación, con menos pendiente, a la derecha. Y aunque sobre el papel mi idea era tomar el de la derecha, lo cerrado de la vegetación pronto hizo que volviera sobre mis pasos, y tomara el de la izquierda. No iba a poder ir montado igualmente, y al menos la vegetación era menos cerrada. Una vez en la carretera, el resto del ascenso, otros 2’5 km hasta la subestación, no revestía mayor problema que el de pendientes de casi el 15%, pero al menos era por asfalto.
Una vez en llegado a la subestación, tomé la pista que a mano derecha sube hacia el mirador de Monte Seixo, que se alza a 1014 msnm. En la zona había caballos salvajes y ganado bovino, pero lo mejor fue llegar a la cota máxima de la jornada, y poder disfrutar el paisaje en un día completamente despejado. Alcanzaban a verse de manera simultánea las rías de Vigo, Pontevedra y Arosa. Sencillamente espléndido.
Tras un breve descanso, emprendí el descenso hasta la subestación, para desde allí dirigirme a la bajada hacia A Barcia. Se toma para ello la pista que conduce hacia Portalén, pero un poco antes de llegar, a mano izquierda, hay un pequeño bosquecillo de coníferas -Campo da Porteliña- donde se inicia el descenso de A Barcia. Vale la pena detenerse en una fuente de donde brota un agua estupenda.
La bajada es divertida y trepidante, pese a ser una pista bastante convencional. No es mala, pero no es para meterse con una furgoneta, como hizo un paisano que me adelantó en plena bajada. Ya me lo había tropezado a la subida, y en el desvío del mirador, pero verlo de nuevo -tercera vez- en la bajada fue algo que no entraba dentro de mis planes. Pero que tuvo algo bueno: si no hubiera sido por eso, no me habría apartado del camino, y no me habría fijado en una roca con una erosión diferencia tan llamativa como esta:
De nuevo en faena, continué descendiendo hasta A Barcia (3 kilómetros desde el desvío, con desniveles del 17%), y desde allí, ya por carretera, me encontré con el río Verdugo, uno de los tres (Lérez, Umia y el mentado Verdugo) que nacen en Forcarey, a la altura de un bonito vado con varios hórreos en su cercanía.
Desde allí mi siguiente objetivo era el cercano aeródromo de Beariz, conocido por el ser punto de llegada de los indianos cuando vuelven a su tierra a pasar las vacaciones de verano. Tocaba un tranquilo ascenso por carretera, con paredes de hasta el 12%, hasta llegar al aeródromo. Éste, aparte de las bonitas vistas del entorno, no tenía nada en especial. Pero hay que admitir que valen la pena.
Volví un poco sobre mis pasos, hasta tomar la carretera que va a Ricovanca. Esta pequeña aldea guarda un gran secreto, en forma de puente medieval sobre el río Verdugo, ubicado en donde se alzaba un antiguo puente romano, junto a un estupendo molino hidráulico.
De nuevo en la carretera, y apenas 900 metros aguas arriba del Verdugo, llegué a mi siguiente parada: el nacimiento de este río, junto a la aldea de Fontegrande. La llegada a la misma es llamativa, porque se tiene que abandonar la carretera que desciende hasta Devesa de Arriba, y coger una carreterita que transcurre justamente por entre dos vertientes: a la izquierda la del Río Verdugo, y a la derecha la del Rego de Alfonso, tributario primero del Río do Castro, y luego del Lérez. El nacimiento del Verdugo no tiene nada en especial, un prado como tantos otros, y al que no se puede entrar por estar cercado. Pero está ahí.
Lo divertido es que un poco más arriba, en Fontegrande, hay una botina fuente de un manantial que acaba vertiendo sus aguas en el Verdugo, y que sí tiene bastante más empaque que el nacimiento en sí del Verdugo:
Desde Fontegrande se puede volver a San Miguel por carretera, pero tenía previsto hacer algo más divertido: bajar por un sendero de montaña hasta Devesa de Abaixo. Una opción excelente. Para ello hay que salir de Fontegrande por una pista forestal con una cancela que se puede abrir; la pista al poco empieza a ascender de nuevo al monte Seixo, pero a la derecha, junto a una cerca de piedra, se abre un sendero, que es el que tenemos que tomar. Y qué sendero. Empieza bajando suave, pero tras unos cuantos sube y baja que tienen su puntito, al ser un camino de piedra, tiene una subidilla comida de vegetación, y luego empieza a descender, primero casi como un cortafuegos, que permite visualizar el valle del Castro, y a nuestra izquierda el monte Seixo, con los restos de una sorprendente mina de Wolframio, explotada durante la época de la II Guerra Mundial. Posteriormente se acaba entrando en una plantación de eucalipto, para acabar saliendo a la carretera, justo a la entrada de Devesa de Abaixo. Apenas 2 kilómetros, pero con rampas del 22% que harían las delicias de cualquiera. De cualquiera al que le guste esto, claro.
Desde allí, la vuelta hasta San Miguel de Presqueiras es por carretera. Son 3.5 kilómetros, más sube y baja que descenso en sí, que acaban llegando a San Miguel, donde queda por realizar una pequeña subida a la iglesia, donde tenía aparcado el coche, para totalizar 25’9 km de divertidísima etapa.
Datos de la etapa
Etiquetas: a barcia, beariz, forcarey, monte seixo, mtb, río verdugo, ricovanca, san miguel de presqueiras
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