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De hecho, el mero acto de abrir la caja determinará el estado del gato, aunque en este caso los tres estados determinados en los que podía estar el gato eran: Vivo, Muerto y Jodidamente Furioso
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24 sep 12 Etapa ciclista: Los Morales – Bejarano – Minas Romanas – Siete Fincas (29/07/2012)

La segunda salida del último fin de semana de julio fue una salida sumamente especial. Aunque en un principio habíamos quedado tres amigos (Marcos, Mané y yo) para salir a rodar en una etapa exploratoria que tenía por objetivo principal alcanzar las minas romanas del arroyo Bejarano, finalmente acabamos saliendo tan sólo Marcos y yo. La hora escogida para salir, las 10:00h, tampoco fue especialmente acertada, pero había sido uno de los requisitos que Mané solicitó para poder acompañarnos, por lo que accedimos a salir más tarde de la cuenta. Irónicamente Mané finalmente no estuvo en condiciones de salir, por lo que Marcos y yo acabamos haciendo en solitario una etapa ciertamente exigente, a una hora avanzada, en uno de los días más calurosos del año.

Realizamos la subida de Los Morales, lo cual fue una auténtica tortura por el asfixiante calor que hacía en la zona a esa hora del día. Aun así, logramos llegar al Lagar de la Cruz apenas pasadas las 11:00h. Continuamos siguiendo el GR-48, atravesando las Siete Fincas, hasta el arroyo Bejarano, no sin antes detenernos unos momentos en casa de Carlos e Inma a estar un momento de palique. Reanudada la etapa, tomamos la ruta Bejarano-El Molino, bajando todo el rato en paralelo al arroyo Bejarano. No dejamos de advertir un hecho curioso: al principio de la senda había colocados múltiples bidones de agua, delimitados con cinta bicolor de advertencia. Nos pareció curioso, pero no volvimos a pensar en ello, hasta que unos días después leí en el periódico que los álamos de ribera de la zona se encuentran afectados por un hongo mortal, y la única manera de contener la infección es arrancando los árboles enfermos y sustituyéndolos por nuevos plantones, que son regados por voluntarios. Una gran iniciativa, que animo a apoyar a todo el que pueda.

Continuado nuestro camino nos fuimos internando más y más en la maleza, hasta casi perder el camino. Por suerte, nos encontramos con unos senderistas (uno de ellos, Yiyo, había sido compañero mío en La Salle), que nos indicaron el camino correcto: un sendero estrecho, con una fuerte pendiente lateral que descendía siempre pegado al arroyo. Un sendero genial, pero sumamente peligroso. Tan peligroso que Marcos sufrió una caída de las que hacen época: enganchó un pedal en un tronco de árbol, de tal manera que pivotó sobre él, saliendo despedido, con bici y todo, al cauce del arroyo Bejarano, para dar con sus huesos en un frondoso zarzal, del que tuve que ayudarle a salir.

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Paramos unos momentos a que Marcos se lavara en las aguas del Bejarano para quitarse el escozor y extraer pinchos, y hacer algunas reparaciones mecánicas.

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Hecho esto, seguimos hasta las minas romanas. Entramos en la primera, rectilínea, sin más novedad que la de encontrar un enorme murciélago en su interior. La segunda, más amplia e interesante, dio para más juego. Exploramos varios ramales, llegando hasta su máxima profundidad, que se encontraba con bastantes derrumbes…

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…y anegada de agua:

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De vuelta a la salida de la cueva, nos echamos unas fotos antes de continuar con la marcha.

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Seguimos descendiendo por el Bejarano hasta llegar al río Guadiato. Allí, giramos a la izquierda, aguas abajo, hasta llegar a la Mesa de la Aldea. Desde la Mesa, en fuerte subida, ascendimos por un angosto sendero (yo siempre lo había recorrido hacia abajo) hasta enlazar con la pista que lleva a Santa María de Trassierra. Desde allí tomamos el GR-48, para dirigirnos de nuevo al Bejarano. A esas alturas de la etapa empezaba a estar bastante machacado, por lo que me vi forzado a bajar el ritmo. No en balde, eran ya las 13:00h, y el calor empezaba a ser brutal.

Sin muchos más trámites seguimos por el GR-48, pasamos junto al Bejarano y volvimos a entrar en las Siete Fincas. Nos volvimos a detener en casa de Carlos e Inma, en principio a tomar unas refrescantes cervezas, pero ya puestos, aceptamos una invitación para comer, lo que tengo que admitir que me vino de perlas, ya que además me permitió ver el G.P. de Fórmula 1.

Retomamos la etapa a las 17:20h. Decidimos acabar con el recorrido por la vía rápida, bajando desde el Lagar de la Cruz por la carretera del Brillante. Sin embargo, aún quedaba un percance por suceder: al poco de salir de casa de Carlos, sufrí un pinchazo en las Dos Columnas… ¡con un trocito de grava del aglomerado asfáltico! No quedó más remedio que cambiar la llanta, antes de proseguir la etapa. El resto del recorrido no tuvo mayor inconveniente. Marcos y yo nos separamos al entrar en el Brillante, bajando yo por Sansueña para llegar a casa minutos antes de las 18:00h.

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia: N/D
  • Distancia (según el GPS): 33’569 km.
  • Tiempo de etapa: 2h 35m 11s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 7h 51m 28s
  • Velocidad media: 12’98 km/h
  • Velocidad máxima: 52’34 km/h
  • Pulsaciones medias: N/D
  • Pulsaciones máximas: N/D
  • Consumo medio de calorías: N/D
  • Consumo máximo de calorías: N/D
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: N/D
  • Consumo total de calorías: 4695 kcal (estimado)
  • Índice IBP de dificultad: 94BA

Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Los Morales – Bejarano – Minas Romanas – Siete Fincas

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17 may 11 Etapa ciclista: Vereda de las Pedrocheñas (08/05/2011)

El 8 de mayo Ángel, Javi Aljama, Mané y yo salimos de nuevo a rodar por la Sierra de Córdoba. La etapa elegida: la vereda de las Pedrocheñas. Es un recorrido que llevábamos mucho tiempo con ganas de hacer, y habíamos decidido no dejarlo pasar. La vereda parte de Cerro Muriano y llega hasta la urbanización El Sol, cercana a Alcolea, recorriendo unos 15 kms. de sierra, que nos lleva en su parte más oriental a las cercanías del pantano de San Rafael de Navallana. Para llegar hasta la vereda habíamos decidido subir la Loma de los Escalones, y para complementar la vuelta, queríamos tomar la vereda de Linares hasta el Santuario, y volver a Córdoba descendiendo el arroyo Pedroche.

Quedamos a las 8:30h junto al parque de la Asomadilla, pero Javi se quedó dormido, por lo que en realidad no pudimos partir hasta las 9:07h. Ese rato de espera lo aprovechamos probando un poco las suspensiones de las bicis, y la cámara GoPro de Mané:

Iniciada la etapa, bajamos por Chinales hasta la joroba de Asland, que subimos, antes de dirigirnos al puente romano del arroyo Pedroche. Desde ahí tomamos el camino Mozárabe para alcanzar la Carrera del Caballo, Torreblanca, y desde ahí dirigirnos a la Virgen de Linares. Iniciamos el ascenso de la Loma de los Escalones justo a las 10:00h, mezclados con un amplio grupo de ciclistas de un club. Esto condicionó un poco nuestro ascenso, ya que este grupo no estaba formado precisamente por unos pros, por lo que nos podíamos rodar demasiado a gusto. Teníamos dos opciones: o reventábamos y los dejábamos atrás, o bien nos lo tomábamos con calma, y esperábamos a que se adelantaran. Teniendo en cuenta los más de 50 kms. de recorrido que teníamos por delante, optamos por lo segundo. Nos esperaba un ascenso bastante relajado de la Loma de los Escalones. O al menos, eso parecía. Porque se ve que tan relajado era el ascenso, que tenía que buscar una manera de montar el taco. Y la manera fue intentar partirme los cuernos con un árbol en plena subida: iba en ese momento abriendo camino, y al llegar a uno de los escalones que se pasa a la izquierda, pegado a la pendiente, se me fué un poco la rueda delantera, desplazándoseme la bici a la izquierda. Fui a dar con las ramas de un árbol y, al intentar soltarme dando una pedalada para liberarme del abrazo, las ramas me atraparon aún más, quedándome completamente clavado en el follaje, deteniéndome en seco, y escuchando un crujido que durante unos instantes no tuve completamente claro si eran las ramas cediendo, o mi cuello haciendo lo propio. Al quedarme completamente clavado estorbé el rodar de Javi, que venía justo detrás mío. Sorprendido por el inesperado obstáculo, no pudo soltar a tiempo los pedales automáticos, yendo a dar de culo en el suelo, cayendo con todo el equipo. Al menos cayó en plano, y no en ninguno de los abundantes peñascos de la zona. Tengo que admitirlo: hicimos el ridículo más espantoso.

Una vez repuestos del incidente, continuamos con el ascenso. Terminamos sin más incidentes el tramo de los escalones, y llegamos al camino de la cantera. Como el grupo que nos precedía había quedado bastante adelantado entre la subida cómoda y el incidente anterior, pudimos hacer una subida hasta la curva del frenazo bastante alegre, en la que Javi y yo íbamos en cabeza, y Mané y Ángel un poco más retrasados. Decidimos no detenernos en la curva, y seguimos inmediantamente hasta el inicio de la cuesta de Arrastraculos. íbamos a hacer una subida bien completa. En Arrastraculos Ángel y Mané pasaron en primer lugar, siguiéndolos Javi y yo. Y llegamos al tramo más duro de la subida. Mané lo subió como un campeón en primer lugar, y aprovechó para tomar el siguiente vídeo:

En mi caso, era la primera vez que subía Arrastraculos sin detenerme. Hay que admitirlo. Estábamos pletóricos. Sin detenernos salvo para recuperar un poco el resuello, realizamos el descenso desde la Ermita hasta Cerro Muriano, a donde llegamos a las 11:00h. Nos habíamos ganado un buen descanso y un mejor desayuno. Paramos en el bar que hay justo a la entrada de la barriada, donde saciamos nuestro apetito antes de continuar la etapa. Habíamos terminado la parte más dura del recorrido, pero empezaba lo desconocido. :)

Reanudamos la etapa a las 11:30h, y tras repostar agua, nos dirigimos hacia el comienzo de la vereda, en la bajada de Cerro Muriano hacia la Piedra Horadada. Esta es una zona minera que tiene su origen en tiempo de los romanos, pero que también fue explotada por los ingleses en los siglos XIX y XX. Iniciamos un fuerte descenso, que no pudimos menos que interrumpir para admirar las construcciones mineras de los ingleses…

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…así como la propia Piedra Horadada, que no es sino la bocamina de la excavación romana:

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Continuamos el descenso, en fuerte pendiente, hasta que encontramos la primera sorpresa desagradable de la etapa: una cancela con un letrero que advertía que el camino estaba cortado, pese a que la vereda supuestamente se encuentra deslindada. Tras asegurarnos con el GPS que no habíamos errado el camino, ignoramos la cerca y continuamos nuestro camino. Una vez terminada la bajada, llegamos a un pequeño claro en el que vimos una nueva valla. Esta vez la vereda no transcurría por el camino principal, sino por una pequeña senda que se abría a la derecha, y que bordea la cerca que bloquea la citada pista. La senda, estrecha casi comida por la vegetación, se abre paso en dirección sureste, y aunque en algunos momentos pasamos por los espinos más grandes que recuerdo desde Zuheros, nos permitió rodar de una manera bastante alegre, en la que disfrutamos del paisaje.

Tras unos 700 metros de sendero, desembocamos en el camino de la cuesta del Gallo, que tuvimos que remontar un poco para seguir por la vereda, en un corto aunque duro repecho, que nos llevó a una divertida bajada de casi 3 kms. trufada de pequeñas subidas, en la que acabamos encontrándonos con la intersección con el camino de Decalamano, que comunica con la vereda de la Alcaidía, pasando junto a la conflictiva casa de la Armenta Baja.

Siempre en dirección sureste, seguimos por la vereda, convertida en una amplia pista. Empezamos una subida sostenida de 4 kms., en los que nos encontramos de nuevo con una verja. La diferencia en este caso es que el letrero indicando -falsamente- que no circulábamos por una vereda se encontraba por fuera. Escamados, seguimos un camino en bastante mal estado bordeando por la derecha una verja, que nos condujo en ascenso, hasta que nos apartamos bastante de la verja, y del camino que transcurría por fuera de ella. Verificamos nuestra posición en el GPS, y vimos que el trazado de la vereda correspondía con el camino que transcurría por fuera de la verja. No nos quedó más remedio que saltar la cerca de alambre de espinos.

Corregido el rumbo, seguimos de manera invariable en dirección sureste. Poco a poco nos íbamos acercando al punto en que la vereda gira en dirección sur, cerca de la casa de la Clavellina, aunque por el camino tuvimos que ver varios letreros más que advertían de que no circulábamos por una vereda pública. Y por fin alcanzamos a contemplar una excelente vista del pantano de San Rafael de Navallana:

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No mucho después de detenernos a contemplar el pantano, llegamos a la altura de la casa de la Clavellina. Vimos que la pista giraba en dirección sur. Teníamos intención de realizar el descenso del pico Clavellina por un sendero que transcurre algo más al este de la vereda de las Pedrocheñas, pero viendo la situación, decidimos abandonar la finca por el trazado estricto de la vereda. No fue algo precisamente fácil, pues una enorme puerta -con su correspondiente cartel de aviso- nos bloqueaba la salida. Por suerte, alguien había realizado algunos agujeros en la puerta, por donde fuimos capaces de introducirnos. No se trataba de una situación agradable: una vereda pública, reconocida y que había sido deslindada, se encontraba de nuevo invadida por terratenientes sin escrúpulos. Y para colmo, se trataba de un precioso recorrido por una de las zonas menos conocidas de la sierra. Estábamos indignados.

Salimos de la finca para iniciar el descenso, que prometía ser trepidante. No nos equivocábamos. Aunque tuvimos que pasar un par de cercas más -en una de ellas, curiosamente, solicita por favor que fuera cerrada tras pasar, que suele ser el reconocimiento implícito de que se trata de un camino público-, llegamos rápidamente hasta la parte superior de la urbanización El Sol. Y de nuevo, nos vimos interrumpido el paso por una enorme puerta metálica, que no nos quedó más remedio que saltar, con el considerable enfado. De nuevo en descenso, rodeamos un cerro con un curioso camino ascendente en espiral, y continuamos nuestra bajada hasta llegar a la vereda de Alcolea, por una cuesta final pedregosa y traicionera. Aunque bastante divertida. :mrgreen: Y así, llegamos hasta el vado del arroyo Guadalbarbo, que no podíamos menos que cruzar:

Superado el arroyo, nos tocaba de nuevo subir. Pasaba de la una de la tarde, llevábamos 31 kms. de etapa en las piernas, y el sol estaba empezando a hacer estragos. Y apenas faltaba una hora para el inicio del G.P. de Fórmula 1 de Turquía. Visto lo visto, y que Ángel no podía retrasarse mucho en volver a casa, decidimos acortar el recorrido, dejando para mejor ocasión la vereda de Linares. Optamos por volver directamente a Córdoba por la vereda de Alcolea. Afrontamos la breve pero dura subida de pizarra que sigue al arroyo, y seguimos hasta el cruce de veredas (Alcaidía, Linares y Alcolea). Tomada la decisión, volvimos por la vía rápida. Y no es metafórico: realizamos una bajada trepidante hasta el arroyo Rabanales, con saltos incluidos en la pedregosa bajada que precede al cruce por el puente romano. En la Campiñuela giramos a la derecha para volver por la carretera de mantenimiento del canal, y ganar algo de tiempo. Volvimos a pasar por el puente romano del arroyo Pedroche, y giramos a la izquierda para pasar por debajo de las vías, y entrar en Fátima cerca de la antigua prisión. Luego cruzamos por debajo de la joroba de Asland, y atravesamos por el parque que comunica con el Vial Norte. Haciendo una broma sobre mi sentido de la orientación y esos pequeños atajos, Javi me preguntó si había algún camino de Córdoba que no conociera. Y mi respuesta no pudo menos que ser la siguiente: “Seguro que sí, pero no lo conozco”. :mrgreen: Entre risas, enfilamos el Vial Norte y nos dirigimos a Santa Rosa. Al llegar a Cruz de Juárez, nos despedimos de Ángel, y subimos la Cuesta Negra, donde Javi también se despidió. Mané y yo llegamos a nuestra calle a las dos menos cinco de la tarde, con el tiempo justo para ver la salida del Gran Premio. Habíamos recorrido 43’1 kms. de una magnífica etapa, que por desgracia me temo que no repetiremos mientras el estado de la vereda de las Pedrocheñas no se aclare

El recorrido de la etapa en Google Maps es el siguiente:


Ver 2011/05/08: Cerro Muriano – Pedrocheñas en un mapa más grande

Los datos de la etapa, por su parte, son los siguientes:

  • Distancia (según el velocímetro): 42,9 km.
  • Distancia (según el GPS): 43’1 km.
  • Tiempo de etapa: 3h 22m 9s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 4h 49m 54s
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