El día de Reyes, a una hora tan tardía como las once de la mañana, salí a rodar con Mané en una etapa corta por la Sierra. Y es que la ocasión lo merecía: Mané acababa de montar su rígida, y ardía en deseos de estrenarla. Así que de una manera un tanto improvisada salimos a rodar. Salimos en ascenso hacia el Maestre Escuela, para tomar a continuación la pista de Las Salesas, y realizar el ascenso de la vereda de Santo Domingo hasta el monasterio. A partir del monasterio bajamos hasta la pista que pasa junto al lago, y tomamos el camino que lleva a la ermita del otro lado del valle, para bajar por encima de la cantera de Santo Domingo. Poco después de la cantera tomamos una pequeña senda que nos llevó, en pura etapa exploratoria, hasta las cercanías del cortijo derruido de Orive Bajo, primero, y luego de Los Velascos.
Por el camino, tomamos algunas imágenes con excepcionales perspectivas. Una de la sierra:
…y otra del cortijo de Los Velascos:
Desde Los Velascos bajamos bordeando el arroyo Santo Domingo hasta el Puente de Hierro, desde donde ascendimos hasta el Castillo del Maimón. Y para finalizar la etapa, y por variar, volvimos a casa siguiendo el viejo trazado del ferrocarril de Almorchón, llegando al parque de la Asomadilla.
Los datos de la etapas son los siguientes:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Entono de Santo Domingo
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El domingo 8 de enero realicé la última de las etapas ciclistas de las vacaciones de Navidad. Fue una etapa breve y en solitario, pero que me resultó muy interesante. Tuvo su germen en la etapa anterior. Me explico: siempre que he subido al cortijo de los Velascos, he realizado las tres opciones más habituales: tomar el camino de la cantera hacia Santo Domingo, tomarlo hacia el arroyo Pedroches, o bien la vereda de Santo Domingo que sube hacia la parte alta de la cantera. Pero en algunas ocasiones había observado que, según tomas hacia el arroyo Pedroches el camino de la cantera, al poco surge hacia la izquierda un sendero que es tomado por pastores. Pude verlo de nuevo en la etapa del día 6, y me dije que no iba a dejarlo pasar por más tiempo. Así que eso fue lo que hice. Salí de casa y crucé el parque de la Asomadilla y el Naranjo, para bajar de nuevo a Puente de Hierro. Allí remonté el arroyo hasta el cortijo de los Velascos, y tomé el sendero indicado.
La zona, como pude descubrir, es un dédalo de senderos que se cruzan y entrecruzan. Utilizando Google Earth había visto que se podía llegar hasta unas ruinas de una casa, así que traté de dirigirme hacia ellas. Por suerte, encontré el camino a la primera, en una subida por bosque mediterráneo muy bien conservado, hasta llegar a las ruinas de la casa:
A partir de la casa, el camino -apenas una senda a esas alturas- empezaba a descender de manera muy brusca hacia el valle del arroyo Pedroches, aunque seguía siendo ciclable. Pude observar una bonita vista de la Meseta Blanca, y de lo que parecía ser el derruido Cortijo Valero:
La senda -cada vez más cerrada y complicada- giró en dirección norte, y no tuve más remedio que echar pie a tierra, ya que la senda se encontraba destrozada por el paso de motos de campo. Así llegué a otra senda que descendía hacia el arroyo.
Ante la duda de subir o bajar, opté por subir. Al fin y al cabo, siempre podría volver a bajar. La senda estaba muy cerrada entre vegetación, y tenía bastante pendiente, pero permitía avanzar, la mayor parte del tiempo dando pedales. Remonté el cerro, y, ante mi sorpresa, volví a salir al camino principal que antes me había llevado a las ruinas.
Visto lo visto, decidí volver sobre mis pasos y bajar hacia el arroyo. Pero no pasaría mucho tiempo antes de que perdiera la senda. Pero dio igual, ya que el dédalo de senderos que cruzaba el cerro -Orive Bajo- pronto hizo que retomara la senda principal.
Finalmente llegué hasta el arroyo Pedroches, aguas arriba del cruce con la pista. Me detuve unos momentos para fotografiar el entorno, a fin de recordar el punto de intersección (que apenas es visible entre el follaje de la zona), y para revisar el freno trasero, que volvía a darme problemas tras la etapa de fin de año con Carlos y Mané.
Una vez solventado el problema, realicé el descenso del arroyo Pedroches, hasta llegar a Puente de Hierro. Allí decidí continuar bajando hasta el Club Asland. Dado que se trataba de una etapa de exploración, iba a serlo del todo: antiguamente tomábamos una pista que iba desde el club hasta entrar en Santa Rosa cruzando por encima del canal. Con la edificación de Mirabueno y el comienzo de las obras de la ronda norte, ese camino quedó cortado, pero al quedar las obras interrumpidas hace años, nunca supe qué paso con ello. Había llegado el momento de averiguarlo.
Con la decisión así tomada, crucé el arroyo Pedroches y realicé el descenso por su margen izquierdo, pasando por las ruinas del acueducto romano. Seguí descendiendo hasta llegar a la cinta transportadora de mineral. Continué por la izquierda, ascendiendo por una pista de color blanco -roca caliza- hasta casi la misma cinta, y observé que era posible realizar la bajada por esa parte (a diferencia de por la derecha, que no es sólo impracticable en bici, sino que obliga a jugarse el tipo pasando la bici por la cimentación de la cinta). Seguí bajando, cruzando dos o tres veces el arroyo, hasta llegar a la entrada del club Asland. Allí intenté tomar el antiguo sendero que surgía del aparcamiento, pero seguía vallado. Había una puerta sin candado, pero no me pareció pertinente abrir por ahí. Así que tomé la dirección contraria, para rodear el club Asland por la parte derecha. Llegué de nuevo hasta la cinta de minerales, y seguí -en fuerte ascenso- la pista que la bordea, que no tardó en llevarme al arranque del antiguo camino. Seguía siendo practicable.
Cogí el camino que llevaba la vaquería -vaquería que ya no existe- para bajar por la pista de cemento junto a los eucaliptos hasta la antigua vía del tren, a la altura de Mirabueno. Allí el camino sí que había cambiado. Desaparecido, más bien, bajo las obras de la ronda. Pasé junto a un puente inacabado, bajo el cual hay un campamento de rumanos, y llegué a la última rotonda de Mirabueno. Desde allí bajé a la rotonda de Chinales. Por último, subí por el parquecito que se encuentra frente al centro de Sadeco, y volví a casa por el Parque de la Asomadilla. Una interesante etapa con buenos descubrimientos.
Los datos de la etapa son los siguientes:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Los Velascos – Arroyo Pedroches – Mirabueno
Etiquetas: arroyo pedroches, córdoba, los velascos, mirabueno, mtb
El pasado día de Reyes salí con mi padre a estrenar su regalo de reyes: una bici doble suspensión RockRider 6.4 de 2011:
Comenzamos la etapa pasadas las 10:30h, con apenas tiempo para ponerme los arreos ciclistas tras haber abierto los regalos en casa. Fue una etapa de rodaje bastante convencional, pero en la que mi padre pudo empezar a sacarle partido a la doble: atravesamos el parque de la Asomadilla y el Barrio Naranjo para bajar hasta el arroyo Santo Domingo. Por el camino vimos que los dueños del Castillo del Maimón están cercando uno de los campos que bordea la actual tapia del castillo, y junto a la que corre un pequeño sendero que es habitualmente usado por ciclistas. Es de prever que en poco tiempo no se pueda pasar por allí.
Aparte de esta triste novedad, la etapa transcurrió sin incidentes. Subimos por el sendero que bordea el arroyo hasta llegar al cortijo de Los Velascos. Luego tomamos el camino de la cantera hasta llegar al arroyo Pedroches, que atravesamos, y subimos por la pista hasta llegar a la N-432. Allí tomamos la carretera hacia Córdoba, y en la entrada de la Carrera del Caballo giramos a la izquierda para realizar el descenso del Camino Mozárabe. Después cruzamos el puente romano, y entramos en Fátima, para posteriormente volver a casa por el Vial Norte. Una pequeña etapa de estreno bastante bien aprovechada.
Los datos de la etapa son los siguientes:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Los Velascos – Carrera del Caballo
Etiquetas: carrera del caballo, córdoba, los velascos, mtb
Ayer realicé la que es probablemente la etapa ciclista más improvisada desde hace mucho tiempo. Cuando salía a comprar el pan a eso de las dos y media de la tarde me encontré con mi amigo Mané, que estaba estrenando su nueva Giant doble suspensión. El caso es que empezamos a darle a la hebra, y decidimos salir esa tarde a rodar. Hacía al menos 12 años que no rodábamos juntos, y era una oportunidad que no iba a desaprovechar, como en los viejos tiempos. Quedamos a las cuatro de la tarde, por lo que tuve que ir a comprar el pan, y comerme las habichuelas a cara de perro para poder llegar a tiempo.
Mané me prestó su “vieja” Ghost doble suspensión, que compró la pasada primavera, y salimos a rodar. Era la primera vez que rodaba con una doble, con unas cubiertas Maxxis High Roller de 2.35”, por lo que, en comparación con mi rígida con Larsen TT de 1.90”m, tenía la sensación de manejar un tractor, más que una bici. Entre eso, y que hacía más de mes y medio que no rodaba, empecé a notar que lo iba a pasar francamente mal en la etapa.
Subimos por Sansueña y enfilamos por Huerta de Hierro, para realizar la subida de Los Morales. El día, tras las lluvias de esta semana, estaba espectacular, y el campo no lo estaba menos: mucha agua, pero poco barro. La primera subida de huerta de hierro me pegó un mazazo espectacular, y al pasar junto a Los Morales estaba completamente desfondado. Pero aun así, no iba a rendirme. Especialmente con un día tan bueno.
El ascenso de Los Morales tenía más agua de la que había visto en mi vida, acostumbrado a verlo hecho un secarral. El camino era una auténtica torrentera, con un arroyo por la bajada. Impresionante. La subida la hice a ratos montado, y las más de las veces arrastrando los 16 kilos de la bici, purgando el mes largo sin bici, las habichuelas, y los 12 kilos de sobrepeso que aún tengo que quitarme.
Posteriormente, y antes de llegar a la fuente de los Piconeros, giramos a la derecha para realizar la subida a las antenas, con el objetivo de realizar el descenso hacia el cortijo de San Pablo. Por primera vez iba a probar una buena doble en descenso. Y no tengo más que alabanzas para ella. La bajada del cortijo estaba llena de agua, suelta y trepidante, pero la Ghost la afrontó con gran aplomo. El exceso de kilos y de agarre que venía sufriendo la subida se demostraron excelentes en la bajada.
Llegamos sin novedad a la carretera del 14%, y tras considerar cruzar el cortijo de San Pablo para aparecer en Santo Domingo, optamos por bajar hasta el cruce y entrar normalmente. Desde Santo Domingo bajamos hasta el camino del arroyo, y bordeamos la cantera. El arroyo estaba enormemente crecido, y había llegado a arrasar parte del vado que hay antes de la subida al cortijo de Los Velascos.
Desde el cortijo tomamos el camino de la cantera hasta llegar al arroyo Pedroche, que también se encontraba enormemente crecido, de tal manera que se había llevado el camino en el punto en que éste cruza su cauce. Tomamos el sendero que baja bordeando el arroyo hacia la Palomera, donde tuvimos un bonito y rápido descenso, con algún que otro susto, pero sin mayores consecuencias. Lo más preocupante es que se nos estaba echando la noche encima.
Al llegar a Puente de Hierro estábamos ya prácticamente sin luz. En el cruce del arroyo metí la rueda casi entera, por lo que me puse de agua hasta los gemelos, y con las botas inundadas.
Desde ahí, subimos hasta el castillo del Maimón, donde me dio un tirón en el cuadriceps de la pierna derecha. El resto de la etapa no tuvo mayor novedad, salvo que probé hasta llegar a casa la Giant nueva de Mané. Una auténtica virguería, si bien es verdad que lo cuesta.
El resultado: llegué reventado, pero contento. Hacía mucho que no rodaba con Mané, pero espero volver a hacerlo en breve, junto con Marcos, Paco, Javi Aljama y los demás. Eso sí, tendré que incrementar el ritmo de entrenamiento, para no arrastrarme miserablemente como en la etapa de ayer.
Ver Los Morales – Cuesta de San Pablo – Palomera (24/12/2010) en un mapa más grande
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