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Me encanta el olor del napalm por la mañana
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27 sep 12 Etapa ciclista: Santo Domingo – 14% – Los Postes (28/08/2012)

El martes 28 de agosto, ya de vuelta en Córdoba, volví a salir con mis compañeros de aventuras y desventuras ciclistas. Venía pletórico de las etapas malagueñas, por lo cual una salida del club iba a ser algo que no pensaba perderme por nada del mundo. Y encima, teniendo en cuenta que iba a ser una de las salidas más multitudinarias en las que había participado, ya que saldríamos Ángel, Kike, Mané, Javi Aljama, Javi Balaguer y yo.

Salimos del Cámping a las 18:45h. Un poco tarde para lo que teníamos previsto, pero que ayudó a compensar el calor del día. Subimos por la Cuesta Negra para posteriormente enlazar con la subida de Santo Domingo. Abandonamos la carretera a la altura de las Salesas y nos encaminamos hacia el mirador de San José. Sin embargo, nos desviamos por una pista alternativa que pronto nos condujo hasta el comienzo del sendero local de Santo Domingo, a cuya urbanización llegamos a las 19:25h.

Desde allí nos decidimos a subir el 14% por carretera, y para ello, nada mejor que enlazar por la cuesta de “Los Morares” hasta el repetidor de la carretera. Esta vez la subida, al no ir morados, no fue tan divertida, aunque sí igualmente exigente. Kike incluso se marcó la heroicidad de superar el primer tramo de piedra tomando carrerilla y a toda velocidad, algo que no hubiera considerado posible de no haberlo visto.

Una vez en la carretera, empezamos a subir. Poco a poco el perfil fue haciendo criba, y no tardé en encontrarme en cabeza, gracias entre otras cosas a mi querida Larsen TT de 1.9” y al duro entrenamiento que entre Ángel y Málaga había sufrido en las etapas anteriores. Acabamos llegando todos al cruce del 14% al filo de las 20:00h. A esas alturas de la tarde se nos estaban acabando las opciones. La luz empezaba a declinar, y teníamos que decidir rápidamente por dónde bajar. Y tomamos la decisión equivocada: bajar Los Postes.

Tomamos, por tanto, el GR-48 en paralelo a la carretera de los Villares, hasta llegar a las cercanías del club de golf. Allí giramos a la derecha, para ir a la subestación de bombeo del gasoducto, que marca la brutal bajada de Los Postes. Y ahí empezó la debacle. Los especialistas en descenso (Mané, Ángel, Kike), afrontaron la bajada en excelentes condiciones. Ambos Javis lo hicieron con un magnífico aplomo. Y yo, por mi parte, lo hice como pude, hasta que me di cuenta de que me había quedado sin freno trasero. No frenaba: la maneta llegaba hasta el puño, y no disponía más que del freno delantero para no acabar con los dientes en un cucurucho. No me quedaba más remedio que bajar con calma.

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Seguimos bajando por Los Postes hasta tomar el desvío a la derecha que lleva, por una estrecha senda, hasta la Meseta Blanca. Pero en vez de llegar hasta la Meseta, optamos por bajar por una torrentera que conduce directamente hasta el cortijo en ruinas de Barrionuevo (Muros). Sin embargo, tuvimos que hacer una parada inesperada debido a un pinchazo en la rueda trasera de Kike. La tarde empezaba a echársenos encima, aunque nos permitía tener una excelentes vistas del atardecer.

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También aprovechamos para inmortalizar la salida, algo que hasta ese momento aún no habíamos hecho en condiciones:

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Reanudada la marcha, dejamos atrás Muros y bajamos a toda velocidad por la trialera. O al menos a toda la velocidad a la que podíamos ir sin estamparnos en la oscuridad contra un alcornoque, ya que al ir por el fondo de un estrecho valle la luz que aún quedaba del día era considerablemente reducida. Pese a todo, llegamos sin novedad hasta Puente de Hierro, desde donde hicimos la subida por la pista convencional, en donde dí un nuevo arreón, porque, pese a todo, me encontraba pletórico de energía. Desde allí nos dirigimos al Barrio Naranjo, separándonos de Ángel y Kike, que tuvieron que volver a sus casas. Los dos Javis, Mané y yo compramos unas cervezas, y fuimos a mi casa a hacer un tercer tiempo de la etapa, algo que fue tremendamente de agradecer.

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia: 24’27 km
  • Distancia (según el GPS): 23’375 km.
  • Tiempo de etapa: 3h 06m 15s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 2h 24m 30s
  • Velocidad media: 10’08 km/h
  • Velocidad máxima: 33’56 km/h
  • Pulsaciones medias: 135 pulsaciones/min
  • Pulsaciones máximas: 176 pulsaciones/min
  • Consumo medio de calorías: 950 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1350 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 2h 14m 53s
  • Consumo total de calorías: 2935 kcal
  • Índice IBP de dificultad: 93CA

Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Santo Domingo – 14% – Los Postes

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04 feb 12 Etapa ciclista: Los Morales – Las Jaras – Vereda de la Pasada del Pino – Los Postes (28/01/2012)

El sábado 28 de enero volví a salir a rodar con mis amigos de Córdoba. Fue una etapa extraña. Los días previos habíamos estado preparando una etapa brutal, ya que Ángel había expresado su voluntad de hacer una etapa dura y larga. Para ello había sugerido hacer una repetición de la etapa de Almodóvar y el GR-48, pero realizando la subida al castañar de Valdejetas, que en aquella ocasión no hicimos. Pero como ese fin de semana Ángel finalmente tenía que trabajar, optamos por reservar esa etapa para mejor ocasión. Así que empezamos a planificar otra etapa. El caso es que Mané tenía ganas de bajar de nuevo Los Postes, que hacía ya un año desde la última (y en mi caso primera) vez que los bajamos. A esa intención le sumamos un recorrido que había visto en Wikiloc (Morales-Ermitas-7 Revueltas-Bejarano-Assuan-Las Jaras-Gr 48-Morales-Pedroches), y al final acabó saliendo una propuesta de etapa que era considerablemente brutal: subida por Los Morales, bajada a Las Ermitas, para realizar la subida de las 7 Revueltas, enlazar con el Bejarano, volver al Lagar de la Cruz, descender a las Jaras por el GR-48, y allí realizar el ascenso de la Vereda de la Pasada del Pino, para acabar bajando por Los Postes (Propuesta Brutal1), una monstruosidad de 50 kilómetros con subidas y bajadas de espanto. Y como nos apuntamos a un bombardeo, Javi Aljama, Mané y yo rápidamente nos apuntamos, además de suscitar la envidia de Marcos y Ángel, que por diversos motivos no podían acudir. Y encima, para mi consternación, quedamos a una hora bastante avanzada: las 10:00h en la rotonda de Sansueña con la calle Mayoral. No pude menos que dar mentalmente las gracias por no tener en Córdoba más que la Fuji, equipada con cubiertas muy rodadoras.

A las 9:00h tuve noticias de que Carlos también se apuntaba a la etapa. O alguien lo había engañado, o no se le podía calificar más que de héroe. Empezamos la etapa a las 9:50, saliendo de la Asomadilla Carlos, Mané y yo. Pronto pude notar que me encontraba un tanto acelerado (además de encontrarme más ligero rodando que con la doble, merced a las etapas de la semana anterior), teniendo en cuenta la dura etapa que teníamos por delante, así que hice todo lo posible para contenerme un tanto. Llegamos un poco pasadas las 10:00h a la rotonda, a donde no tardó mucho en llegar Javi. Ya con el grupo completo, iniciamos el ascenso de Los Morales. Fue una subida razonablemente buena. Empleamos 58 minutos en subir desde la rotonda, y en mi caso, creo que fue la primera vez que conseguí hacer la subida completa hasta antes de la fuente de los piconeros sin poner el pie en el suelo, salvo en el tramo en que la subida se encuentra completamente destrozada. Una buena marca, hecha con la Fuji.

Realizamos una pequeña parada en el Lagar de la Cruz, donde repusimos fuerzas a base de plátanos y acuarius. Y allí se desveló el misterio de la etapa: para convencer a Carlos de venir, Mané había optado por decirle que no íbamos a hacer la parte de las Ermitas, las Siete Revueltas y el Bejarano. Eso suponía un recorte de unos 18 kilómetros del recorrido, con una subida bastante dura. Y dado que en realidad tampoco me apetecía volver a casa a las tantas de la tarde, no me pareció mal.

Dicho lo cual, realizamos el descenso hasta Las Jaras por el GR-48, primero, y el sendero secreto, después. Así pues, acabamos llegando a la urbanización a la altura de la calle del Lago. Allí nos llevamos una sorpresa: cuando nos disponíamos a tomar el camino de gravilla suelta que baja hasta el lago, nos encontramos con que la obra de una casa lo había cortado. Pero decididos a bordear el lago, pronto encontramos un nuevo sendero, abierto en fechas recientes, que permitía bajar. Sendero que fue bastante más de mi agrado que el antiguo, pues no tenía esa gravilla suelta con tan mala sombra que tenía el anterior. Rodamos un poco junto al lago, y antes de afrontar la pared de subida a la urbanización, nos detuvimos a hacernos una bonita foto:

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Y bueno, después del momento de asueto, llegó la hora de los valientes: la subida del embalse, una pared muy corta, pero con una pendiente brutal, superior al 20% de desnivel. Pero como una imagen vale más que mil pabaras, dejo que un vídeo hable por mí:

Tras realizar la subida, atravesamos la urbanización, y nos encaminamos al siguiente reto de la jornada: la vereda de la Pasada del Pino. Esta vereda enlaza la zona de Las Jaras con Los Villares, bordeando el club de golf, y tiene una zona trialera digna de Jordi Tarrés. Una auténtica virguería, pero con unas primeras rampas con arena granítica muy fastidiosas. Teníamos por delante 4 kilómetros largos de subida, que no quedaba otra que disfrutar.

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Pasamos la parte trialera, y entramos en la zona cercana al club de golf, donde la vereda se hace más asequible. Rondábamos la una de la tarde, y aún a esa hora el frío se dejaba notar en la zona, sobre todo en forma de viento, pese a que el sol empezaba ya a calentar. Llegamos al club de golf, y siguiendo los letreros de indicación, conseguimos hallar el camino correcto de la vereda: se inicia el descenso junto a la verja, hacia la derecha, y tras una breve bajada, se llega a una cancela que tiene un letrero indicando que se por favor, se cierre tras pasar. Así que lo que había que hacer era entrar por la verja, y desandar el camino. A partir de ahí, no tenía pérdida: se trataba tan sólo de seguir esa pista, al filo de la verja, y bordeando los campos de golf. Pérdida no tenía, pero subidas y bajadas, tela marinera.

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Un poco antes de llegar al aparcamiento del club de golf paramos a tomar una foto con Torreárboles, donde Javi había subido la semana anterior. Continuamos hasta llegar al aparcamiento, con una subida final durísima, y que marcó nuestra llegada a la cota más alta de la etapa: 644 m. de altitud. Eran la 13:15h, habíamos recorrido ¡tan sólo 17 kilómetros de etapa! y teníamos por delante la bajada más escalofriante del día: Los Postes. Qué bien lo iba a pasar con la rígida.

Salimos del club de golf, y nos encaminamos hacia la pista de mantenimiento del gasoducto: es decir, Los Postes. La vista del valle del Guadalquivir era, como de costumbre, espectacular. Y lo que teníamos por delante era sencillamente brutal: un descenso de 3 kilómetros por cortafuegos, con pendientes que llegaban hasta el 33%, con piedra suelta y mucha mala idea. Y con todo, era una delicia comparado con Avionetas Express… Aun así, las caras de Javi y Carlos al ver la bajada que teníamos por delante eran todo un poema.

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Mané estaba encantado. Bajó los Postes entera como si no costara. En cuanto a los demás… bueno, hay que decir que le echamos bastante menos valor. Y es que como dijo Javi en mitad de una de las bajadas, ya habíamos cubierto el cupo de buena suerte en lo que llevábamos de día, y no era plan de seguir tentando al destino.

Tras la primera pared de bajada, el descenso se hacía bastante más asequible, pero la cosa no iba a ser, ni mucho menos, coser y cantar. Bueno, para Mané casi que lo parecía, porque el tío bajaba como un diablo. Era impresionante.

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Tardamos 42 minutos en realizar Los Postes, hasta el desvío por el sendero, a mano derecha, que lleva hasta la Meseta Blanca. Dejamos la pista que tantos sudores (los más de ellos, sudores fríos) nos había causado, y que con tan bonitas vistas nos había deleitado.

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Una vez dejamos el cortafuegos y tomamos el sendero, el terreno se hizo más asequible, pero con algunos tramos bastante traicioneros: no puedo olvidar un trozo, al filo de un buen barranco, en el que el sendero apenas es una senda de un palmo de ancho, con un desnivel lateral que prácticamente impide pedalear, ya que la biela toca en la tierra, con el consiguiente riesgo de hacerte pivotar y salir rodando montaña abajo, al más puro estilo de La Princesa Prometida.

Así pues, tras recorrer el sendero durante 1’8 kilómetros, llegamos a la Meseta Blanca. Eran ya a esas alturas las 14:30h. Disfrutamos un poco de las vistas, hicimos algunas coñas por el WhatsApp, y reanudamos la marcha.

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Como no podía ser menos, con una brutal bajada: el descenso del Alimonao. Corto, brutal, y lleno de polvo fino. Casi salgo por encima del manillar en un punto, pero pude hacer la bajada con bastante dignidad, en especial el último tramo hasta el arroyo Pedroche.

Desde allí, el recorrido era coser y cantar. Bajamos el arroyo Pedroche por la Trialera, y llegamos hasta Puente de Hierro. Desde allí subimos hasta el Castillo del Maimón que, contra la costumbre, rodeamos por la derecha, por el camino marcado con marcas blancas y rojas. Existe desde finales de año una dura polémica con los propietarios de los terrenos: están levantando muros nuevos, que impiden el paso por senderos ciclistas tradicionales, pero que al parecer transcurren por terrenos privados. Sin embargo, ese camino en especial está claramente reconocido como vía pública, por lo que el nivel de protesta es bastante más elevado. Veremos qué pasa con eso.

Finalmente nos encaminamos hacia Sansueña, donde nos despedimos de Javi, y Carlos, Mané y yo volvimos a la Asomadilla. Llegamos a las 15:15h, tras más de cinco horas de durísima etapa. ¡Y con apenas 30 kilómetros de recorrido! Y el pulsómetro lo confirmaba: más de 5000 kcal, algo inusitado en una etapa tan corta. Una gran etapa, dicho sea de paso.

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia (según el velocímetro): 28’916 km.
  • Distancia (según el GPS): 30’255 km.
  • Tiempo de etapa: 3h 05m 08s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 5h 21m 51s
  • Velocidad media: 9’4 km/h
  • Velocidad máxima: 39’4 km/h
  • Pulsaciones medias: 137 pulsaciones/m
  • Pulsaciones máximas: 184
  • Consumo medio de calorías: 970 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1420 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 3h 53m 07s
  • Consumo total de calorías: 5235 kcal
  • Índice IBP de dificultad: 100BA

Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Los Morales – Las Jaras – Vereda de la Pasada del Pino – Los Postes

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02 feb 11 Etapa ciclista: Loma de los Escalones – Postes – Meseta Blanca (30/I/2011)

El pasado domingo volví a salir con la bici por Córdoba con mis viejos amigos. En esta ocasión salimos a dar pedales Marcos, Mané y yo. Había estado planificando la etapa con Mané a lo largo de la semana, en la que habíamos definido tres hitos clave: subida de la Loma de los Escalones, pasar por Villa Alicia y enlazar con la carretera del 14%, y bajar a Córdoba por Los Postres, cortafuegos que coincide en su recorrido con el gasoducto a Badajoz (y cuyas tomas de ventilación son los que dan el nombre a la bajada). No conocíamos el punto de comienzo exacto de Los Postes, ante lo cual decidí echar en la mochila el mapa topográfico de la zona.

El domingo amaneció con una intensa niebla, y con frío, mucho frío. Habiamos quedado a las 9:00h en casa de Mané, y cuando asomé por la puerta, teníamos una temperatura de 7ºC, que prometía bajar cuando saliéramos de la ciudad. Marcos llegó con un poco pasadas las 9:00h, y nos encaminamos a Santa Rosa. Había propuesto tomar la subida de la Loma de los Escalones desde el puente romano del arroyo Pedroche, siguiendo el trazado del Camino Mozárabe, cosa que hicimos. Por suerte conocía bien el trayecto, ya que la intensa niebla apenas nos permitía seguir las flechas amarillas, en especial una vez pasado el puente y el Molino de los Ciegos. Pronto llegamos a la zona de Torreblanca, donde el espanto constructor que ha destrozado la zona hizo mella en nuestro ánimo. La primera dificultad vino porque parte del trazado del Camino se encuentra perdido, vallado por una obra inconclusa. Esto nos obligó a desviarnos por una calle paralela al trazado, si bien pudimos recuperar el Camino poco después, para internarnos en una zona boscosa, donde hicimos la primera parada del recorrido.

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Descendimos por el trazado trialero hasta retomar la carretera de la Virgen de Linares justo a su final. Siempre siguiendo las flechas amarillas, nos dispusimos a realizar el ascenso de la Loma de los Escalones. Subimos como buenamente pudimos el primer repecho de sendero quebrado, con una niebla que nos hacía gotear humedad condensada, y con 5.5ºC. Enormemente agradable.

Conseguí pasar las primeras paredes con un razonable éxito, pero a costa de desfondarme completamente, lo que pagaría posteriormente. Seguimos ascendiendo por el trazado de la calzada romana, con sus impresionantes cortados en la roca de la loma. Una vez pasada la primera pared, seguimos ascendiendo por un tramo algo más favorable, antes de llegar a la bifurcación que hay junto a un poste de la luz, donde empecé a pagar el esfuerzo del tramo anterior. A medida que íbamos ascendiendo se veía que la niebla estaba despejando en las partes altas, por lo que no debíamos de tardar mucho tiempo en salir de ella por encima.

Así fue, al llegar a la parte de los escalones de caliza asomamos a un día radiante por encima del banco de niebla. Pasamos los escalones con algún percance y haciendo bastante equilibrismo sobre la caliza mojada, lo que le daba un extra de complejidad a la subida. De esta manera asomamos a la parte superior de la loma, donde se encuentra la parte arrasada por la cantera en explotación.

Desde allí seguimos ascendiendo por el camino de cantera que lleva hasta la curva del Frenazo, en el trazado antiguo de la N-432. Hacía tiempo que no transitaba por allí, y tengo que admitir que no recordaba ese ascenso tan duro como se me hizo. Estaba empezando a arrastrarme sobre la bici. Por suerte, no mucho después llegamos a la Curva, donde hicimos una segunda parada, en la que Mané y yo aprovechamos para reponer algo de fuerzas a base de barritas de cereales.

Una vez descansados, y disfrutando de un agradable sol, continuamos nuestro ascenso, siempre ciñéndonos a las indicaciones del Camino Mozárabe, lo que implicó cruzar el viejo trazado del ferrocarril de Almorchón. Subimos por una parte bastante abrupta donde existe una placa que recuerda a Vicente Mora Benavente, gran impulsor del Camino Mozárabe, ya fallecido:

Placa conmemorativa (Imagen original de bgs en Picasa)

Placa conmemorativa (Imagen original de bgs en Picasa)

Durante un rato circulamos en paralelo a la vieja Nacional, hasta que llegamos al comienzo de la cuesta que tiene por mal nombre Arrastraculos, y que forma parte del trazado original de la calzada romana que veníamos siguiendo. Afrontamos razonablemente bien las primeras rampas del ascenso, aunque con gran cansancio por mi parte. Iba necesitando un descanso. Pese a ello, Marcos y Mané no se me fueron tanto como pensaba, y nos reagrupamos en la pared final de subida a la Ermita. Atacamos la pared con desigual éxito: Marcos consiguió subirla al segundo intento, Mané lo hizo a la primera, y por un inoportuno bloqueo de la rueda delantera me quedé en clavado en mitad de la subida. Creo que hubiera podido subirla, porque, como bien comentó Mané, era una cuesta más de pulmones que de piernas, y las piernas me habían respondido bien.

Desde la ermita bajamos hasta Cerro Muriano, pasando junto al comienzo de la vereda de la Posada del Pino, que atraviesa la finca de Villa Alicia. Como nos temíamos, el propietario tenía vallada de manera ilegal el comienzo de la vereda, imposibilitando el acceso a ella. De momento decidimos bajar hasta el Muriano, y allí hacer un descanso. Durante éste, que aderezamos con unas bien merecidas tostadas, nos encontramos con un grupo ciclista de amigos de mis compañeros de etapa. Les comentamos nuestra intención de pasar por Villa Alicia, cosa que nos desaconsejaron debido a los pleitos que desde hace tiempo mantiene el propietario, y las dificultades que pone a los transeúntes.

Aun así, decidimos volver a la vereda. Vimos que estaba completamente cercada por vallas, restos de escombros, que se había cavado una zanja para impedir el paso, y arrasado la cobertura vegetal para intentar hacer desaparecer el camino. Estuvimos dudando un rato, hasta que vimos en el topográfico un posible trazado a seguir, intentando evitar la casa principal. Dicho y hecho. Con la ayuda de mi amiga Roberta salvamos la cerca, y nos adentramos en una antigua cantera. Pronto salimos a un camino que habría de llevarnos hasta una edificación. Viendo que había coches decidimos dar la vuelta para evitar problemas. Volvimos al trazado original de la vereda, y nos encontramos otro coche apostado en ésta. Al oír ladridos de perros, y para evitar males mayores, volvimos sobre nuestros pasos y salimos de la finca. El segundo objetivo del día había quedado frustrado.

Así pues, bajamos de nuevo al Muriano, y tomamos a la izquierda la carretera que comunica con la variante de la N-432. Al llegar a la incorporación, nos detuvimos. Desde allí teníamos dos posibilidades: ir por la N-432 hasta divisar la vereda, que pasa por debajo de la Nacional, salir de ésta, y tomarla hasta su final, en la carretera del 14%; o bien tomar directamente la carretera del 14%. Optamos por la segunda opción, debido a la peligrosidad de la N-432, si bien con la idea de quedarnos con la zona en la que la vereda enlazaba con la carretera.

Afrontamos el ascenso por carretera. Rápidamente Mané empezó a sufrir sus ruedas de 2.35”, así como el llevar una doble suspensión, frente a las rígidas con suspensión que llevábamos Marcos y yo. No tardamos en abrir hueco, ante lo que tuvimos que moderar el ritmo. No era plan de descolgarnos.

Seguimos subiendo hasta llegar a la zona donde teníamos que tomar el desvío para el cortafuegos de Los Postes, entre el campo de tiro olímpico y la entrada al club de golf. Localizamos el desvío justo al final de la rampa existente, y nos dirigimos hacia la estación de control del gasoducto. Empezaba el descenso de Los Postres. Bajamos un primer tramo hasta unos postes eléctricos, donde disfrutamos de una impresionante vista del valle bañado aún en la niebla. Espectacular.

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El primer descenso era terrible: con un enorme desnivel, erizado de pinos a nuestra derecha, con un abrupto barranco a la izquierda, y una curva a derechas al final del trazado. Al menos no se veía con tierra suelta. Mané tardó poco tiempo en decidirse a bajar, y lo hizo como un campeón.

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Marcos lo afrontó poco después, con razonable éxito. Yo, por mi parte, tenía reciente la caída de hacía dos semanas en Avionetas Express, por lo que decidí bajar este tramo con algo más de tranquilidad. Desde abajo, la verdad, la vista tampoco animaba demasiado a lanzarse por él. Al menos, no con la bici que llevaba.

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Teníamos aún más de 2,5 kms. de descenso por el cortafuegos por delante, y llevábamos ya 25 kms. de etapa entre pecho y espalda. El cortafuegos constituía una sucesión de bajadas aderezadas con ocasionales subidas que nos hacían desesperar. Empezábamos a acusar el esfuerzo de toda la jornada, y pasábamos ya de la una de la tarde. Y así, entre subidas y bajadas, llegamos al desvío. Al principio nos costó identificarlo, ya que era un sendero bastante estrecho que surgía a la derecha, pero las inconfundibles marcas de motocicleta, y la vista de la Meseta Blanca a nuestra derecha ayudaron a despejar nuestras dudas.

Afrontamos el cambio de terreno, pasando de descender por un cortafuegos a seguir un sendero de cazadores sobre los riscos de una loma, entre abundantes arbustos, y pasando por zonas embarradas que me hicieron temer por mi integridad física, merced a que mi cubierta trasera se había convertido en un bloque de barro uniforme. Y la caída, por un sendero que hacía equilibrios en una ladera enormemente empinada, no era precisamente moco de pavo.

Poco a poco nos íbamos acercando a nuestro objetivo: la meseta blanca. Pasamos por una zona de cuevas, en donde vimos a una solitaria oveja pastando. No pudimos menos que echarnos unas fotos. Primero en la entrada de la cueva…

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…y después con la oveja:

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Al fondo del valle pudimos ver una casa, justo a la que llevaba el cortafuegos de Los Postes. Pudimos ver que de la casa surgía un camino que llevaba a la N-432, pero no era plan precisamente de tirarse por esa cuesta abajo. Además, estábamos ya muy cerca de la Meseta. Retomamos nuestro camino, y llegamos hasta la ella. Pasaban de las dos de la tarde. Era la primera vez que estaba en ella, y las vistas eran espectaculares. No pude menos que echar una panorámica en 360º. La vista lo merecía:

A esas alturas me había quedado ya sin agua, y Mané se quejaba de estar hambriento. No era para menos. Llevábamos ya 5 horas de etapa, por lo que decidimos volver a Córdoba por la vía rápida: bajar de la Meseta por el descenso del Alimonao, y seguir por el valle del arroyo Pedroche hasta Puente de Hierro. De nuevo, una bonita bajada, muy técnica, y peligrosa en mi caso, por el abundante barro y la cubierta poco adecuada que llevaba atrás.

Una vez abajo, y un poco antes de llegar al cruce con el camino de la cantera de Santo Domingo, Mané empezó a quejarse de molestias en su rodilla izquierda. Seguimos descendiendo a un ritmo algo más relajado, pero no mucho después notó que la cosa iba realmente mal, con un dolor bastante intenso. Por suerte, nos encontrábamos ya muy cerca de Córdoba, pero esos últimos kilómetros lo pasó bastante mal. Así que a un ritmo bastante tranquilo llegamos hasta Puente de Hierro, y subimos hasta el Barrio Naranjo. Nos dirigimos a casa de Mané, donde lavamos las bicis, y dimos por concluida la etapa, al filo de las tres menos cuarto de la tarde.

El recorrido en Google Maps es el siguiente:


Ver 2011/01/30: Loma de los Escalones – Postes – Meseta Blanca en un mapa más grande

En cuanto a los datos de la etapa, son los siguientes:

  • Distancia (según mi velocímetro): 35,425 km.
  • Tiempo de etapa: 3h 24m 52s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 5h 43m 24s
  • Pulsaciones medias: 143 pulsaciones/m
  • Pulsaciones máximas: 190
  • Consumo medio de calorías: 1060 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1530 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 2h 36m 20s
  • Consumo total de calorías: 5530 kcal
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