Ayer realicé la que es probablemente la etapa ciclista más improvisada desde hace mucho tiempo. Cuando salía a comprar el pan a eso de las dos y media de la tarde me encontré con mi amigo Mané, que estaba estrenando su nueva Giant doble suspensión. El caso es que empezamos a darle a la hebra, y decidimos salir esa tarde a rodar. Hacía al menos 12 años que no rodábamos juntos, y era una oportunidad que no iba a desaprovechar, como en los viejos tiempos. Quedamos a las cuatro de la tarde, por lo que tuve que ir a comprar el pan, y comerme las habichuelas a cara de perro para poder llegar a tiempo.
Mané me prestó su “vieja” Ghost doble suspensión, que compró la pasada primavera, y salimos a rodar. Era la primera vez que rodaba con una doble, con unas cubiertas Maxxis High Roller de 2.35”, por lo que, en comparación con mi rígida con Larsen TT de 1.90”m, tenía la sensación de manejar un tractor, más que una bici. Entre eso, y que hacía más de mes y medio que no rodaba, empecé a notar que lo iba a pasar francamente mal en la etapa.
Subimos por Sansueña y enfilamos por Huerta de Hierro, para realizar la subida de Los Morales. El día, tras las lluvias de esta semana, estaba espectacular, y el campo no lo estaba menos: mucha agua, pero poco barro. La primera subida de huerta de hierro me pegó un mazazo espectacular, y al pasar junto a Los Morales estaba completamente desfondado. Pero aun así, no iba a rendirme. Especialmente con un día tan bueno.
El ascenso de Los Morales tenía más agua de la que había visto en mi vida, acostumbrado a verlo hecho un secarral. El camino era una auténtica torrentera, con un arroyo por la bajada. Impresionante. La subida la hice a ratos montado, y las más de las veces arrastrando los 16 kilos de la bici, purgando el mes largo sin bici, las habichuelas, y los 12 kilos de sobrepeso que aún tengo que quitarme.
Posteriormente, y antes de llegar a la fuente de los Piconeros, giramos a la derecha para realizar la subida a las antenas, con el objetivo de realizar el descenso hacia el cortijo de San Pablo. Por primera vez iba a probar una buena doble en descenso. Y no tengo más que alabanzas para ella. La bajada del cortijo estaba llena de agua, suelta y trepidante, pero la Ghost la afrontó con gran aplomo. El exceso de kilos y de agarre que venía sufriendo la subida se demostraron excelentes en la bajada.
Llegamos sin novedad a la carretera del 14%, y tras considerar cruzar el cortijo de San Pablo para aparecer en Santo Domingo, optamos por bajar hasta el cruce y entrar normalmente. Desde Santo Domingo bajamos hasta el camino del arroyo, y bordeamos la cantera. El arroyo estaba enormemente crecido, y había llegado a arrasar parte del vado que hay antes de la subida al cortijo de Los Velascos.
Desde el cortijo tomamos el camino de la cantera hasta llegar al arroyo Pedroche, que también se encontraba enormemente crecido, de tal manera que se había llevado el camino en el punto en que éste cruza su cauce. Tomamos el sendero que baja bordeando el arroyo hacia la Palomera, donde tuvimos un bonito y rápido descenso, con algún que otro susto, pero sin mayores consecuencias. Lo más preocupante es que se nos estaba echando la noche encima.
Al llegar a Puente de Hierro estábamos ya prácticamente sin luz. En el cruce del arroyo metí la rueda casi entera, por lo que me puse de agua hasta los gemelos, y con las botas inundadas.
Desde ahí, subimos hasta el castillo del Maimón, donde me dio un tirón en el cuadriceps de la pierna derecha. El resto de la etapa no tuvo mayor novedad, salvo que probé hasta llegar a casa la Giant nueva de Mané. Una auténtica virguería, si bien es verdad que lo cuesta.
El resultado: llegué reventado, pero contento. Hacía mucho que no rodaba con Mané, pero espero volver a hacerlo en breve, junto con Marcos, Paco, Javi Aljama y los demás. Eso sí, tendré que incrementar el ritmo de entrenamiento, para no arrastrarme miserablemente como en la etapa de ayer.
Ver Los Morales – Cuesta de San Pablo – Palomera (24/12/2010) en un mapa más grande
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Hace unos días recibía en casa un pedido realizado a DealExtreme, una página de Hong Kong afamada por enviar chorradas tecnológicas varias a domicilio sin cargar gastos de envío. El pedido consistía en una cámara deportiva de 2 megapixels pensada para grabar desde una bici o algo similar:
Y claro, no podía dejar pasar mucho tiempo antes de probarla. Así que esta mañana salí a rodar tempranito, con la idea de probar el artilugio. La mini-etapa consistió en ir a Puente de Hierro, de ahí ascender hasta el Cortijo de Los Velascos, para bajar por el camino de la Cantera hasta el arroyo Pedroches, y descender por él hasta el Puente Romano del arroyo. 12’9 kilómetros de etapa que realicé en 55:29.
¿Qué cuál fue el desempeño de la cámara? Pues hay que decirlo, no es ninguna maravilla. Era algo de esperar, dado el precio, y la calidad de los plasticos de la propia cámara. Al ser en sensor de tipo CMOS (y sospecho que no de muy buena calidad), si mueves demasiado rápido la cámara tiende a deformar la imagen. Y esto, en una cámara que ha de grabar imagen en movimiento acoplada a un manillar de bici, es un claro problema. El audio es bastante malo, y en cuanto al vídeo grabado, apenas tiene compresión, por lo que se come a una velocidad disparatada la memoria (de tipo MicroSD). Para muestra, una grabación de 22 minutos ocupa algo más de un giga.
Aun así, creo que ha valido la pena, pues permite realizar tomas como la que sigue. Espero que os guste:
En cuanto a mi rendimiento en la etapa, fue el siguiente: 12’9 km en 55:29, 157 pulsaciones/minuto de media, 182 de máxima, un consumo energético medio de 1200 kcal/h, y máximo de 1450. No está mal para una pequeña etapa de prueba.
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Esta mañana he hecho la última etapa de entrenamiento ciclista en Córdoba durante mis vacaciones. Ha sido, por fuerza, una etapa breve, ya que a media mañana tenía que regresar a Santiponce, para poner un poco en orden la casa antes de regresar mañana al trabajo. Por tanto, decidí rodar un poco por el entorno de Santo Domingo.
En primer lugar, me encaminé hacia el Puente de Hierro. Descendí hasta el arroyo Santo Domingo, y tomé el comienzo de la vereda de Santo Domingo, hasta llegar hasta el camino de la cantera. Desde allí subí hasta el cortijo de Los Velascos para tomar de nuevo el viejo trazado de la vereda de Santo Domingo, que sube por la parte superior de la cantera.
En esta zona, y hasta poco antes de llegar a la cantera, hay abundantes tramos en los que es prácticamente imposible no echar pie a tierra, y arrastrar la bici, ya que el camino es muy quebrado, con fuertes pendientes, y prácticamente comido por la vegetación. Aun así, es un sitio ciertamente interesante para recorrer.
Tras pasar esta zona, se llega a la parte superior de la cantera. Esta parte se encuentra, por fuerza, más deforestada que el tramo anterior. Si bien es una verdadera lástima, como contrapartida otorga el poder contemplar unas buenas vistas de la Sierra. Entre ellas podemos destacar las vistas de la Meseta Blanca, de la que ya tomé fotos (si bien desde abajo) en otra ocasión:
Un poco más arriba, destacan las vistas de la cantera abandonada de Santo Domingo. Es una enorme cicatriz en mitad de la Sierra, pero no deja de ser impresionante:
Una vez superada la cantera, seguí avanzando por la vereda, para llegar hasta el pequeño cerro que se alza frente al monasterio de Santo Domingo, donde se encuentra una pequeña ermita. Desde ahí descendí hasta el lago, para bajar, paralelo al arroyo, de nuevo hasta la cantera (o como es conocida entre los amigos, el nivel del Duke Nukem):
Seguí el camino de la cantera para llegar de nuevo al cortijo de Los Velascos, que rebasé, siguiendo el camino hasta llegar hasta el arroyo Pedroches. Desde ahí abandoné el camino de la cantera, para tomar la senda que bordea el arroyo, y que pasa por la fuente de La Palomera, donde aproveché para repostar:
Esta fuente forma parte del rebosadero de una de las tomas del acueducto romano Aqua Nova Domitiana Augusta que llevaban agua hasta la ciudad, en una red de suministro de agua que no cabe menos que calificar de impresionante. Y el agua, dicho sea de paso, se encontraba muy fresca.
Una vez saciada mi sed, seguí arroyo abajo hasta llegar de nuevo al Puente de Hierro. Desde allí decidí volver por la parte izquierda del arroyo que baja junto al castillo del Maimón, para enlazar con la zona a las espaldas de la carretera de Obejo. Y desde ahí, a casa.
El recorrido tuvo una longitud de 16’135 km, que recorrí en 1:13:03. El trazado de éste en Google Maps es el siguiente:
Ver 2010/07/04 – Vereda de Santo Domingo – La Palomera en un mapa más grande
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