Una vez realizados los ajustes de configuración del servidor era el momento para pensar en la definición de la red. En principio esta parte tendría que haber sido bastante sencilla: el servidor venía con una interfaz de red de 4 bocas 10/100/1000, además de la iLO. Simplemente tendría que escoger una boca, asignarle direccionamiento IP fijo, y configurar además la iLO para acceder de manera remota en caso de fallo. Simple, ¿verdad? Pues… no. Y es que la tarjeta HP Ethernet 1Gb 4-port 331FLR Adapter, con chipset Broadcom NetXtreme BCM5719 no iba a hacer más que dar dolores de cabeza.
Con la idea anterior en mente, preparé una memoria USB con la última versión de Proxmox VE lista para instalar. El proceso de instalación en sí iba bien, en el aspecto específico de la tarjeta de red la detectaba y dejaba configurarla, pero con la instalación ya completa y usando el kernel específico de ProxMox la tarjeta dejaba de aparecer. Y sin enlace de red un servidor es poco menos que inusable. Probé con versiones algo más antiguas de ProxMox, con resultados incluso peores: ni siquera durante la fase de instalación se detectaba la tarjeta de red.
Por ello, me decidí a dar un paso intermedio: realizar el despliegue de ProxMox no directamente con el instalador, sino instalando una Debian 12 primero, y después realizar la actualización a ProxMox. De nuevo, grabé una memoria USB con una ISO DVD de Debian 12, y realicé la instalación. Como esperaba, con una Debian limpia ésta reconocía correctamente la tarjeta de red 331FLR. Fue en este punto cuando aproveché para realizar la modificación de la iLO mencionada anteriormente. Pero en cuanto realicé el despliegue de la ProxMox (eso quedará para un artículo posterior), la tarjeta de red sencillamente desaparecía.
Tras investigar un poco, pude averiguar que determinadas distribuciones de linux modificadas para propósitos específcos (pfsense, unraid, ProxMox…) presentan problemas con esta tarjeta debido a que tiene determinado firmware propietario que es necesario cargar, y que no está presente fuera de las ramas non-free de Debian. En mi caso, como había instalado indicando de manera específica que quería hacer uso de fuentes non-free, era por lo que había podido hacer uso de la tarjeta con el kernel convencional. Pero en cuanto desplegué el kernel específico de ProxMox, ésta dejó de funcionar.
Así que no me quedó otra que hacerme con otra tarjeta de red PCI Express para instalar en el servidor. Conseguí una tarjeta de red con chipset Intel, igualmente de 4 bocas a giga y, en cuento se la instalé, el sistema la reconoció, pude configurar la red, y acceder de manera remota al servidor. Lo curioso del asunto es que la tarjeta 331FLR también pasó a ser mostrada correctamente por el sistema, y de manera completamente funcional:
…pero en cuanto retiraba la nueva tarjeta, la 331FLR también desaparecía. Así que no me ha quedado otra que dejar ambas tarjetas, con lo que dispongo de 8 bocas de red giga en mi nuevo servidor.
En cuanto a la configuración de red en sí, la opción de configuración más adecuada para mis propósitos era definir un bridge linux, que contendrá la configuración de red, de tipo estático, de la red a la que esté conectado el servidor, de tal manera que las máquinas virtuales también tengan direccionamiento de red en la red de datos de casa, sin tener que aplicar NAT. Esto fue lo que hice, configurando como puerto del bridge la boca de red donde tengo conectado el cable que va al switch físico.
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Una vez realizado el conexionado básico, el siguiente punto a tratar era el de la configuración del almacenamiento. Aquí tenía una idea bastante clara de lo que hacer: quería configurar un RAID5 con los 4 discos, de tal manera que tuviera un volumen de 6 TB y un disco de paridad, con lo que dispondría de una razonable protección ante fallos de disco. Hasta ahora llevaba unos pocos años funcionando con un único disco y copias en mi NAS, así que esto iba a ser un salto de calidad. Los discos, además, son discos rotacionales de 7200 RPM. Ninguna maravilla para un entorno de producción empresarial, pero más que de sobra para un uso doméstico. Además, son menos propensos a fallos que discos de 10K o 15K RPM.
Pero me encontré la primera en la frente:
Error de la controladora de discos P420i Smart Array: Self-test failure (cmd = 0h, err = 00h, loockup = 013:0h). Grandioso. Además, al acceder a la configuración de la controladora, se podía que ver que no reconocía ninguno de los discos. Tras investigar un poco, encontré la causa raíz del problema: la controladora no reconocía los discos como OEM (es decir, propios del fabricante), y se negaba a mostrarlos. Una auténtica maravilla.
Tras seguir investigando, pude llegar a un artículo que explicaba cómo solucionar el problema: HP P410i – P420i Self-test failure lockup. En líneas generales, se trataba de desconectar el módulo de caché de la controladora, volver a encender y… todo correcto, la controladora ya no mostraba error alguno, y pude entrar en su interfaz de configuración para configurar el volumen lógico según lo comentado anteriormente, y listo.
Posteriormente, volví a conectar el módulo de caché, y comprobé que el volumen lógico se seguía manteniendo sin errores, y sin problemas entre reinicios o apagados del servidor. A continuación dejo un vídeo de cómo identificar y extraer el módulo de caché:
Etiquetas: almacenamiento, hp, ilo, p420i, raid5
A la hora de recibir el servidor, lo primero fue realizar el proceso de conexionado hardware básico. Si bien el servidor en sí venía montado, los discos venían aparte. Se trataba de 4 discos de 2 TB cada uno a 7500 RPM. Los discos, que eran genéricos y no específicos de HP, venían junto con 4 caddies, de tal manera que se pudieran conectar en caliente, como es habitual en este tipo de servidores.
Así que el primer paso fue atornillar cada disco a su respectivo caddy, e insertarlo en su correspondiente bahía. El servidor es un HP Proliant DL360p Gen8, con 4 bahías de tipo LFF, por lo que con esos 4 discos quedaban todas las bahías completas. Con ello era posible configurar un volumen RAID5 con 3 discos de datos y 1 de paridad, para un total de 6 GB de espacio en disco, gracias a la controladora de disco P420i integrada.
Resuelto el tema del montaje, tocaba plantearse la conectividad. Los servidores Proliant Gen8 disponen de sistema de control remoto mediante iLO, con su tarjeta de red separada. El servidor, además venía con una tarjeta integrada 331FLR 10/100/1000 de 4 puertos. Mi planteamiento era configurar una de las bocas para la conectividad de red convencional, y la iLO, para poder administrar el servidor de manera remota.
Una vez hecho esto, tocaba arrancar. El servidor disponía de dos fuentes de alimentación, pero para el arrancado básico me bastaba con uno. Enchufé, arranqué, se iluminó el led de estado del servidor, lo pulsé… y se inició un festival de luces. Pero el servidor no arrancaba. O mejor dicho, arrancaba, ponía los ventiladores al tope, y se paraba. Estuve un buen rato como loco hasta que, después de enchufar y arrancar su buena media docena de veces, resultó que… el servidor arrancó solo. Y es que estaba siendo muy, muy impaciente. Este tipo de servidores tienes que dejarlos tranquilos, que hagan su proceso de autodiagnóstico, y ellos se encargan de arrancar por sí solos cuando han terminado de hacer lo que tienen que hacer. Sólo se trata de ser pacientes.
En paralelo, había estado intentando acceder a la iLO, que sí había encendido correctamente. Pero mi gozo en un pozo. Le habían cambiado la contraseña y no coincidía con la etiqueta de acceso a la misma con la que venía el servidor de fábrica. Así que tocaba resetearla. Pero mientras me había fallado el encendido por mi impaciencia, no me había sido posible acceder. Pero una vez encendido, era cuestión de entrar en el menú de la UEFI, y ejecutar el procedimiento para restablecer la iLO 4 desde la Utilidad de Configuración de iLO 4:
Con ello, quedó restablecida la iLO, y pude continuar con el proceso de configuración básica del servidor.
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