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15 jun 10 Entrenamiento ciclista: Vía Verde la Campiña

El pasado domingo, aprovechando que estaba en Córdoba, mi padre y yo salimos a hacer algo de entrenamiento de cara a la preparación del próximo Camino de Santiago que vamos a recorrer: la Vía de la Plata desde Zamora. Optamos por realizar una etapa de rodaje, y escogimos, por sus buenas condiciones para ello, la Vía Verde de la Campiña.

Salimos a las 9:30 de la mañana, y descendimos hasta el puente de San Rafael, para tomar el camino que recorre la margen izquierda del Guadalquivir hasta la presa y el molino de Casillas, desde donde pudimos contemplar el avanzado estado de la construcción del puente de Ibn Firnás:

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El río, a su paso por la central de Casillas, muestra aún un buen nivel de agua. No en balde, en las pasadas crecidas, estuvo a punto de causar un importante destrozo en la obra del puente. Aún hoy ofrece unas llamativas imágenes:

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La obra del puente y de la Ronda que enlaza con la carretera de Palma del Río y la A-4 ha hecho necesario desviar la carretera que comunica el polígono de La Torrecilla con Valchillón y Guadalcázar por la margen izquierda. El recorrido es ahora algo más largo, pero evita la primera parte de la subida de la terraza del río hasta la chatarrería. El resto de la carretera, hasta la estación de Valchillón permanece sin cambios.

La vía verde se toma junto al silo de cereales emplazado junto a la estación de Valchillón, donde, históricamente, se separaban las vías férreas de Málaga y de Marchena. Esta última no perduró como medio de transporte ferroviario, y es lo que hoy en día se conoce como la vía verde de la Campiña. Desde mi última etapa por ella, hace ya casi dos años, la vía verde ha sufrido sutiles pero importantes cambios: existen más áreas de servicio y mejor acondicionadas, y las arboledas a lo largo de la vía empiezan a mostrar lo que algún día pueden llegar a ser, y que supondrán un gran alivio para las solaneras de verano. Solaneras que, por cierto, no hicieron acto de presencia este domingo. Más bien eché de menos, en algunos momentos, un maillot de manga larga. Algo inaudito.

La etapa no tuvo excesiva complicación hasta el túnel de Las Tablas (o de Los Champiñones, para los amigos). Seguía sin luz desde el robo de los paneles solares, si bien esto no representó demasiado problema para cruzarlo. El problema vino después.

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La salida del túnel se hallaba completamente embarrada. Pero hasta decir “basta”. Es algo conocido que la vertiente suroeste (dirección Guadalcázar) del túnel es bastante más húmeda que la noreste, pero no esperaba encontrarme tal cantidad de barro a esas alturas del año. Con gran dificultad pude recorrer los escasos 200 metros que separan la salida del túnel de la estación de Las Tablas, a donde llegué con las ruedas completamente embarradas.

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Mi padre, sin embargo, se quedó clavado a la salida del túnel. Inconvenientes de llevar cubiertas de 26×1.5”. Así que decidimos emprender la vuelta a casa. Por desgracia, no iba a ser tan fácil. Al tratar de volver al túnel, me quedé completamente clavado en el barro. Éste se había acumulado en la horquilla delantera, en torno al eje del pedalier, y alrededor del freno trasero. Se había acabado para mí el dar pedales. Y encima, al echar pie a tierra, me llevé de regalo dos masas de barro arcilloso adherido a mis zapatillas. El túnel de los Champiñones atacaba de nuevo…

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Quitamos como buenamente pudimos (bidón de agua, cañas, y con los dedos) el suficiente barro de las bicis como para que las ruedas volvieran a girar, y nos dirigimos hasta la estación de Valchillón, donde hicimos un pequeño alto. Reemprendimos la etapa hasta la Torrecilla, donde limpiamos las bicis con agua a presión en una gasolinera. Y desde ahí, a casa. 40 kilómetros de etapa que nos ventilamos en algo más de tres horas:


Ver Vía Verde de la Campiña en un mapa más grande

Una bonita manera de pasar un domingo.

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21 jun 09 Entrada del Palacio de Moratalla

Este fin de semana he hecho un viaje a Córdoba en moto, aprovechando la boda de Lola Jaquotot, hermana de mi gran amigo Jose, y a la que desde aquí deseo todo lo mejor, junto al ya su marido, Manuel.

El recorrido escogido para viajar fue la carretera que va por el valle del Guadalquivir, que en Córdoba es conocida como la carretera de Palma del Río, y en Sevilla como la carretera de Lora del Río. En cualquier caso, esta carretera, que transcurre por el valle del Guadalquivir, no es sino la última versión de una vía de comunicación antiquísima, ya utilizada -en lo esencial- por los romanos como la vía que unía Corduba e Hispalis por la margen derecha del Betis, y probablemente ya recorrida en tiempos prerromanos.

El recorrido es sumamente interesante, con algunos tramos especialmente llamativos, como el existente entre Cantillana y Alcolea del Río, y el de Palma del Río a Posadas. Ambos transcurren por paisajes más agrestes que los correspondientes al propio valle, ya que se internan -ligeramente- en las primeras estribaciones de Sierra Morena.

Es en este segundo tramo, a la altura de la estación de Hornachuelos, donde tuve la mayor sorpresa del viaje. De buenas a primeras me encontré, a mi izquierda, con una espectacular reja que marcaba la entrada de una amplia zona ajardinada. No pude fotografiarla a la ida, ya que iba algo justo de tiempo, pero sí pude hacerlo a la vuelta. La reja en cuestión es la siguiente:

Reja del Palacio de Moratalla

Reja del Palacio de Moratalla

Esta reja distingue la entrada de los Jardines y el Palacio de Moratalla, como pude averiguar después. Moratalla es una pedanía de Hornachuelos, y tuvo su origen en un castillo construido durante la dominación musulmana de la Península, tomado posteriormente por Fernando III en su avance por el Valle del Guadalquivir.

La finca que alberga el palacio y los jardines, de ocho hectáreas de extensión, conforman uno de los parajes más singulares de Andalucía. Los jardines, de influencia versallesca, forman un corredor con dos pasillos laterales encuadrando esculturas y fuentes que terminan en un amplio jardín que enmarca frontalmente al Palacio, con fuentes entre las que destacan las de los Ladrones, de Doña Leonor y la Fuente del Venado, atribuida a Mariano Benlliure y situada a espaldas del Palacio. Adicionalmente, la finca cuenta con una zona boscosa de gran espesura que proporciona al palacio temperaturas más suaves que las propias de la zona en que se ubica. Estos jardines gozan de especial protección, ya que están declarados como Jardín Artístico por Real Decreto de 23-5-1983.

Sin embargo, a pesar de lo espectacular de la entrada, cuesta un poco hacerse a la idea de las dimensiones de estos jardines. Por suerte contamos con Google Maps para disponer de una vista aérea de la finca: Localización del Palacio de Moratalla.

Para saber más, además de las páginas anteriores, puede consultarse también la web dedicada a ellos en el portal Hornachuelos Rural.

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