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17 jul 10 Entrenamiento ciclista: Ruta del Agua en Guillena

Tengo que admitirlo: se nos fue de las manos. El pasado jueves 15 quedamos Manolo, Rafa y yo para realizar la Ruta del Agua, partiendo de Guillena por el Cordel de la Cruz de la Mujer, para bordear los embalses de Gérgal y Guillena, y volver por el mismo cordel hasta Guillena.

Habíamos quedado a las 19:30h, al salir del trabajo, en la gasolinera de la entrada de Guillena. Un poco antes de lo habitual, pese al calor, debido a que la etapa iba a ser algo más larga de lo común entre las etapas de “entre semana”. Lo afrontamos con el uso de protector solar y una mayor reserva de agua, merced a camelbacks, en el caso de Manolo y Rafa (aunque el de Rafa carecía -al no haberse dado cuenta al comprarlo- de boquilla reguladora). Una vez hubo llegado Manolo, nos dirigimos con los coches al comiendo del Cordel de la Cruz de la Mujer, donde empezamos la etapa a las 19:49h.

El primer tramo de la etapa es en subida continua, aunque la mayor parte del tiempo suave, hasta el desvío a mano derecha -a la altura de unos eucaliptos, donde se toma el comienzo de la Ruta del Agua.

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Este tramo de la Ruta del Agua transcurre junto a los pantanos de Gérgal y Guillena, a través de una vegetación típicamente mediterránea, en la que se puede contemplar gran cantidad de fauna autóctona. De hecho, nos hinchamos a ver conejos y perdices, que no sólo encontrábamos en cantidad, sino que apenas huían ante nuestra presencia.

Estos primeros compases de la etapa los superamos a un ritmo bastante bueno, ya que el camino, si bien en permanente ascenso, está bien acondicionado y apenas tiene algunos repechos serios. Sin embargo, los problemas mecánicos empezaron a hacer mella en el rendimiento de Rafa, por lo que fue necesario hacer el ritmo algo más relajado. No hay mal que por bien no venga, ya que pudimos aprovechar para contemplar el paisaje con algo más de relax.

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E incluso, para hacer un poco el bestia:

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La tarde avanzaba, y el sol cada vez amenazaba con ocultarse tras las montañas. Así, llegamos hasta las cercanías de la presa de Guillena. Desde aquí teníamos dos alternativas: volver superando la impresionante subida hasta retomar el cordel de la Cruz de la Mujer, o bajar hasta la presa… y volver superando la impresionante subida hasta el cordel de la Cruz de la mujer. :mrgreen: Y tomamos la segunda opción. Ya que habíamos llegado hasta allí, no íbamos a volvernos sin ver la presa. A esas alturas, casi había agotado mi bidón de agua. El calor de la tarde se estaba dejando notar.

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Pasaban las 21:00h cuando llegamos a la presa. Contemplamos la zona, aprovechamos para avituallarnos, y descansar un poco antes de emprender la subida. Había merecido la pena bajar, pero ahora nos tocaba remontar dos pendientes: la que nos había de llevar de nuevo al cruce anterior, y la pared que teníamos por delante. La etapa se nos estaba empezando a ir de las manos.

Emprendimos la primera de las subidas, en la que las dificultades mecánicas hicieron mella en Rafa, imposibilitado de usar su plato pequeño. Rápidamente conseguí abrir hueco en la subida, que aproveché para tomar unas imágenes del embalse:

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Cuando vi que Manolo y Rafa aparecían por el camino, retomé la marcha a un ritmo suave, con el fin de poder emprender la subida a la pared en las mejores condiciones posibles. De nuevo en el cruce, esperé hasta que Manolo apareció y se veía a Rafa acercarse. Ambos emprendimos, pues, la subida hacia el Cordel.

Dos kilómetros de ascenso para salvar un desnivel de más de 150 metros (más de un 7’5% de pendiente media), con un tramo de un kilómetro con un 10% de media. 12 curvas. Firme de tierra, con zonas muy onduladas. Y con dos “engaños”: dos zonas que parecían el final de la subida, pero que aguardaban dos tramos más de sufrimiento. Se me hizo durísimo. Al final de la subida le había sacado cerca de un minuto a Manolo, apenas subiendo a ritmo, pero supuso un esfuerzo durísimo con el desarrollo más suave del que disponía: un 28×28 de la vieja bicicleta de entrenamiento. El resultado: malísimas sensaciones en el tramo final de la subida, que se vieron confirmadas con sendos tirones casi simultáneos en los gemelos. Por suerte pude bajarme al notar el primero de ellos. Y para colmo, me había quedado sin agua.

Manolo llegó al poco, y estuvimos haciendo algo de tiempo hasta que dio la vuelta para ir a buscar a Rafa. Éste, que había engranado manualmente el plato pequeño al inicio de la subida, sufrió lo indecible cuando se le volvió a engranar el plato medio en lo más duro de la pendiente. Con un heroico esfuerzo, consiguió terminar la subida. Y aprovechó para fotografiar una bandada de perdices que, cual si le hicieran la burla, caminaban delante de él, pero sin permitirle alcanzarlas, incrementando poco a poco su ritmo de carrera.

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Pasaban de las diez menos cuarto de la noche, habíamos empleado casi media hora en apenas tres kilómetros de subida -durísima, eso sí, no había tenido peores sensaciones desde que corrí la I Maratón MTB Sierra Morena-, y nos estábamos quedando sin luz. Y tenía una sed de muerte.

Emprendimos la vuelta a Guillena. Teníamos que darnos prisa, ya que aún teníamos por delante casi 10 kilómetros de recorrido antes de llegar al punto de partida. La ventaja es que era casi todo descenso o falso llano, y casi totalmente recto. En gran cantidad de tramos pude engranar el desarrollo 48×11, y hacer kilómetros a velocidad de vértigo. Pero la sed en mi caso -Manolo tuvo incluso que hacerme de nave nodriza y suministrarme agua de su camelback en marcha- y los problemas mecánicos de Rafa, así como la falta de luz hicieron que tuviéramos que moderar un poco el ritmo. Finalmente llegamos, con Manolo y yo a la par, al punto de partida. Eran más de las diez y veinte de la noche. Habíamos tardado 2:26:36 en recorrer 32’1 kilómetros de etapa. Se nos había ido de las manos, sí, pero… ¡cómo lo disfrutamos!

El recorrido, visto en Google Maps, es el siguiente:


Ver 2010/07/15 – Ruta del Agua en un mapa más grande

Por desgracia, no dispongo apenas de datos de mi pulsómetro, ya que con el traqueteo inicial de la etapa se detuvo el cronómetro, con lo que dejó de recoger valores. Apenas dispongo de datos de los 50 últimos minutos, en los que tuve una media de 140 pulsaciones, un tope de 171, un consumo medio de 1030 kcal/h, un tope de 1340 kcal/h, y un consumo total de 866 kcal. Sí pude ver que en algunos momentos de la subida final alcancé las 184 pulsaciones por minuto.

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