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06 nov 10 Etapa ciclista: Vía Verde de los Alcores (06/11/2010)

Esta mañana Pedro, Miguel y yo hemos realizado una etapa que tenía ganas de acometer desde hace tiempo: llegar hasta Carmona en bici. Originariamente tenía intención de recorrer la Vía Augusta desde Sevilla a Carmona, pero dado que se encuentra bastante perdida, opté por un trazado alternativo: la Vía Verde de los Alcores, desde Alcalá de Guadaira hasta Carmona.

Esta vía verde sigue el trazado del viejo ferrocarril que unía Sevilla con Carmona por el sur, como alternativa a la línea que mantenía la otrora poderosa compañía ferroviaria MZA. Era conocida popularmente como el tren de los panaderos, ya que era aprovechado por las panaderías de Alcalá (llamada de los Panaderos, más que de Guadaira) para suministrar el pan a Sevilla capital.

Partimos, precisamente, de la avenida del Tren de los Panaderos hacia el este, tomando como punto de partida el antiguo campo de fútbol de Alcalá. Esta avenida se alza sobre el trazado de la antigua vía. Abandonamos Alcalá para llegar rápidamente a la venta del Junco, en la que la autovía A-92 ha cortado el trazado de la antigua vía. Despistados, tomamos un camino (el de los Molinillos) que surgía junto a la venta, hasta que preguntamos a unos lugareños, que nos hicieron saber que íbamos algo desencaminados. Retrocedimos sobre nuestros pasos, y tras preguntar a unos ciclistas, cruzamos con ellos sobre la autovía para llegar al barrio del Junco. Pasamos frente a una residencia de San Juan de Dios, y al llegar a la altura de un concesionario de caravanas, tomamos a nuestra izquierda la vía verde.

El comienzo de la vía verde nos reservaba una desagradable sorpresa en forma de trampa de arena. Miguel, iba en la rueda delantera con una cubierta de 1.25” de carretera merced a un corte en su antigua cubierta, temía irse al suelo, pero a la postre el que acabó emborrizado en arena fue Pedro. Este molesto tramo, por suerte, no duró demasiado, ya que al pasar junto al antiguo apeadero del Gandul el firme empezó a merecer ese nombre. Ante nosotros se extendían, en suave ascenso unos 7 kilómetros de vía antes de llegar al primer pueblo de nuestro recorrido: Mairena del Alcor. Hasta ese momento, el paisaje mostraba como elementos más interesantes las enormes chumberas que jalonaban antaño la vía. Eso, y alguna que otra trampa de arena rodeada de palmitos.

A partir del cerro del Turuño (una pequeña subida antes de llegar a Mairena del Alcor) el paisaje empezó a mostrar una interesante dicotomía: a la derecha el típico paisaje de la campiña, con sus extensiones cerealistas y el paisaje suavemente alomado. A la izquierda, por el contrario, destacaban los cerros -alcores- que conforman una especie de meseta que rompe abruptamente sobre la campiña, y en la que se alzan los pueblos de la comarca: la propia Mairena, El Viso del Alcor, y por último, como en un postrero espolón de roca, la impresionante fortaleza de Carmona.

A la altura de Mairena cruzamos la carretera de Arahal, a partir de la cual la vía se encontraba asfaltada durante unos centenares de metros. Ésta describía una amplia curva hacia la izquierda antes de alcanzar El Viso. A esa altura empecé a notar algunos problemas en el cambio de piñones, que nos hizo detenernos para hacer algunos ajustes. Tras ello, seguimos hasta alcanzar El Viso del Alcor.

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En El Viso la vía verde se encuentra cortada merced a un derrumbe acontecido en su trazado, que casi lo ha hecho desaparecer. Aún así, es posible transitar por ella, aunque también es posible desviarse por un pequeño parque que se encuentra junto a ésta. Una vez superado el parque, se abandona El Viso junto a una granja porcina, que -por desgracia- da un peculiar sabor (y olor, por no olvidar el sonido; bueno, también es llamativo en lo visual. Un festival de los sentidos, vaya) a la salida del pueblo.

A partir de este punto, unos 10 kilómetros de recta nos separan de Camona. En un principio no se aprecia, ya que la salida se realiza en suave ascenso, que dura un par de kilómetros, antes de marcar un descenso -también suave- hasta el cortijo de Alcaudete, que nos permite apreciar Carmona en la distancia, y nos dan una magnífica perspectiva de los 8 kilómetros de recta que nos habrían de llevar hasta nuestro fin de etapa, que en nuestro caso estaba marcado por el cruce con la carretera de Carmona al Arahal. En nuestro avance, nos cruzamos con una partida de cazadores, y -casi a la altura de Carmona- con una pareja con aspecto extranjero que iban hacia Sevilla en sus bicis equipadas con alforjas. Habíamos recorrido 29 kms, para lo que habíamos empleado 1h 45m.

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Aunque mi intención era subir hasta Carmona, y contemplar la Puerta de Córdoba, el alcázar del Rey Don Pedro, y el anfiteatro, por un problema de tiempo, tuvimos que emprender la vuelta. La visita tendría que esperar a una mejor ocasión. El viento, que habíamos tenido en contra toda la mañana, pasó a soplar a nuestro favor, y el camino había pasado a ser suavemente descendente. Pronto nos vimos alcanzando velocidades de crucero de unos 25 km/h. Una auténtica gozada. Salvo porque empecé a notar un extraño bamboleo en la rueda trasera. Un rápido vistazo me permitió confirmar los temores que albergaba desde un poco antes de alcanzar Carmona, en la que había escuchado un “clang” metálico que me había dado bastante mala espina: llevaba la rueda combada, señal inequívoca de que había roto algún radio. Una breve parada me bastó para ver que a falta de uno, había roto dos radios. Estaba claro que no tenía el día en lo mecánico.

La vuelta, hasta el apeadero del Gandul, no tuvo mayores incidentes, salvo una trampa de arena que estuvo a los tres a punto de mandarnos al suelo. En el apeadero nos desviamos a la derecha por un camino en ascenso, con la idea de evitar el último tramo de trampa de arena. Este camino nos condujo hasta la cárcel de mujeres de Alcalá. Una vez pasada ésta, nos desviamos a la izquierda para descender hasta el final de la vía, por un camino lleno de piedras, que habría hecho mis deliciasen circunstancias más propicias. Una vez superado éste, salimos de nuevo a una carretera junto al concesionario de autocaravanas. Pero no podíamos salir de la vía sin la última vicisitud de la etapa. Miguel había pinchado. Pero no en el descenso de piedra, y no en la rueda de carretera. Sorprendentemente había pinchado en una pequeña zona de arena al salir de la vía, y en la rueda trasera. Una vez desmontada, vimos que más que un pinchazo era un reventón, posiblemente causado por alguna piedra oculta en la arena. Cambio de cámara obligado.

Una vez solventado este último problema, volvimos a entrar en Alcalá por la avenida del Tren de los Piconeros. Habíamos tardado una hora y cuarto en realizar el recorrido, lo que contrastaba sobremanera con el tiempo empleado en la ida: estaba claro que habíamos ido bastante más rapido. Habíamos llegado a Alcalá al filo de la una de la tarde. Tres horas de pedaleo, y casi cuatro de etapa, que dimos por finalizada tras un rato de palique.

Datos de la etapa:

  • Distancia (según mi velocímetro): 54’182 km.
  • Tiempo de etapa: 3h 3m 13s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 3h 50m 4s
  • Pulsaciones medias: 125 pulsaciones/m
  • Pulsaciones máximas: 174
  • Consumo medio de calorías: 880 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1370 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 2h 13m 28s
  • Consumo total de calorías: 3461 kcal
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