La mañana el 20 de abril empezamos la tercera y última etapa de nuestro viaje. Abandonamos Zuheros, cargados de nuevo con el equipaje, a las 8:38h, no sin antes en mi caso tener que arreglar un nuevo pinchazo, esta vez en la rueda trasera, que para mi indignación había tenido que reparar la tarde anterior. Desandamos parte del camino realizado la tarde anterior, y bajamos de Zuheros hasta la vía verde por el antiguo camino del apeadero de Zuheros. Una vez en la vía verde, avanzamos en dirección a nuestro próximo objetivo: Doña Mencía y su antigua estación, convertida en una cafetería donde teníamos previsto desayunar. Llegamos a Doña Mencía en apenas 15 minutos, y nos dispusimos a tomar unas magníficas tostadas con un excelente aceite de la tierra.
Tras acabar de desayunar, reanudamos la etapa pasadas las 9:30h. A partir de Doña Mencía, que marcaba el punto más alto de la etapa, y de toda la vía verde de la Subbética, nuestro rodar iba a ser en ligero descenso. Nuestro próxima parada era Cabra. Y como era de esperar, volamos por el trazado de la vía verde hasta alcanzarla, deteniéndonos tan sólo para tomar alguna fotografía del impresionante paisaje por el que íbamos circulando.
Llegamos a Cabra las 10:15h. Aunque mi idea original era haber llegado hasta la estación, para después atravesar el pueblo, optamos por abandonar la vía verde nada más salir de las trincheras del ferrocarril que hay a la entrada del pueblo, pues así nos ahorraríamos unos cuantos kilómetros de callejeo. Pasamos junto al campo de fútbol y atravesamos el pueblo, hasta llegar a los pies del castillo de los Condes de Cabra, en donde hicimos una breve parada, y donde nos fotografiamos con la presunta espada del Cid.
Abandonamos Cabra por la carretera que lleva hacia Monturque. Unos 4 kms. después de salir del pueblo, tomamos a mano derecha una vieja carretera que, entre olivares, nos fue acercando poco a poco a Monturque. Gozamos de un rodar sumamente tranquilo, en una carretera sin tráfico alguno, y con un suave desnivel -aunque con ocasionales repechos-, que nos hizo llegar a las cercanías de Monturque a las 11:00h. Después de la paliza del día anterior, estábamos llevando un ritmo excelente.
Desde Monturque nos dirigimos a nuestra meta: La Piedra, el cortijo de Mané, que se encuentra muy cerca de Aguilar de la Frontera. Abandonamos la carretera y tomamos una pista agrícola que nos llevó, en dirección norte, hasta llegar al río Cabra. Nuestro viaje había llegado prácticamente a su fin. Paramos a hacer la foto de rigor, y Mané, además, probó la suspensión de su bici en un muelle de carga:
Habíamos terminado nuestro recorrido. Bueno, salvo un pequeño detalle: la subida a la Piedra. 350 metros de subida con un desnivel del 14% por un camino de tierra, parte de él entre olivos. Todo lo que no habíamos sufrido en la etapa lo purgamos en ese breve ascenso. Plato pequeño, piñón grande, y a subir. Y lo conseguimos sin detenernos, aunque en mi caso a punto estuve, al írseme la dirección por el lastre de las alforjas, tener que cruzar una rodera, y empezar a patinar la rueda trasera. Aunque por suerte (por llamarlo de alguna manera) el peso de las alforjas ayudó a estabilizarme. Llegamos a la entrada del cortijo a las 11:31h. Ya podíamos decirlo: nuestro viaje había terminado.
Descansamos un rato en La Piedra, una hora después, iniciamos nuestro viaje a Córdoba. Esta vez en una Renault Kangoo. Aunque la verdad sea dicha: si nos lo hubiéramos propuesto, habríamos realizado una etapa más, hasta Córdoba, dando pedales. Por ganas no hubiera sido. Pero eso ya quedará para otra ocasión.
Ver 2011/04/20: Etapa 3. Zuheros – La Piedra en un mapa más grande
Los datos de la etapa son los siguientes:
Y colorín, colorado, esta historia se ha acabado.
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La pasada Semana Santa, como ya escribí, estuvimos Pablo, mi padre y yo dando pedales por las vías verdes del Aceite y la Subbética. Es un recorrido recomendable para realizar por aquellos aficionados al cicloturismo, y no solo por sus magníficas vistas. Una de ellas, que ofrezco a continuación, es una panorámica del paisaje que se puede contemplar desde el Viaducto de la Sima, entre Doña Mencía y Cabra:
Tengo otras fotografías dispuestas para crear panoramas. A medida que vaya teniendo tiempo (y ganas) iré publicando más.
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El Domingo de Ramos nos levantamos temprano, en torno a las siete de la mañana, para emprender la segunda y última etapa de las vías verdes del Aceite y Subbética.
Al filo de las ocho de la mañana abandonamos el apartamento, y nos dispusimos a reemprender la marcha, no sin antes tomar algunas fotografías de Zuheros y su entorno, y buscar de manera infructuosa un bar que nos permitiera tomar algo caliente para comenzar la etapa con buen pie, y combatir el aire frío de la mañana.
Después de descender nuevamente hasta la vía verde, a la altura de la oficina de turismo de Zuheros, retomamos el camino allí donde lo habíamos dejado la jornada anterior. Podíamos haber descendido directamente hasta el apeadero de Zuheros, pero la vista que se contemplaba desde la trichera del ferrocarril hacía que valiera la pena retroceder un poco.
Poco a poco fuimos salvando el leve desnivel ascendente de la vía verde hasta la cercana Doña Mencía (km. 72), donde hicimos la primera parada del día, para desayunar unas magníficas tostadas con aceite en el bar en el que se ha convertido la antigua estación. Tostadas que hicieros milagros, ya que desde entonces adquirimos un ritmo de marcha envidiable. Quizás el que la vía verde comenzara su descenso desde su cima en Córdoba (algo más de 600 m.) tuviera algo que ver…
A unos 6 km. de Doña Mencía atravesamos el túnel del Plantío (140 m), el único existente en el trazado del tren del aceite en la provincia de Córdoba. Y poco después llegamos al viaducto de la Sima (132 m), con unas vistas de la Subbética espectaculares.
Seguimos el descenso hacia Cabra atravesando unas espectaculares trincheras excavadas en la roca, aparte de cruzar otro viaducto, el de los Dientes de la Vieja (25 m).
Sobre las 10:15h llegamos a la estación de Cabra (km. 92), recuperada como centro de interpretación del Tren del Aceite (si bien cuando pasamos por allí ésta se hallaba desmantelada), y con una cafetería en la parte superior de la estación. Allí fue donde conseguimos el sello correspondiente a la vía verde de la Subbética. Y donde pude hacer un poco el ganso en las dos locomotoras que s encuentran estacionadas en la estación.
¿A que es como en “Retorno al Pasado”?
Abandonamos Cabra, siempre en descenso, para llegar a Lucena, tras haber pasado por el viaducto del Barranco del Alamedal. Lucena, con su magníficamente restaurada estación (aprox. km. 99), marca el Non Plus Ultra en lo que a cuidados de la vía verde se refiere.
Una vez pasado el kilómetro 100, la vía verde se encuentra bastante abandonada, con la excepción de la excelente pasarela que salva el paso de la vía verde sobre la desdoblada N-331 a su entrada en Lucena. La vía verde transcurre entre viñedos y olivares hasta hacer entrada en la pedanía de Las Navas de Selpillar, donde se encuentra la estación de Moriles-Horcajo (km. 108), la última de la vía verde.
Hicimos una parada en la estación, en la que aprovechamos para proveernos de agua (muy buena, por cierto), engrasar un poco el eje del pedalier de mi bici, y consultar a un lugareño sobre la mejor manera de alcanzar Puente Genil desde allí. Nos recomendó continuar por la vía verde hasta su finalización, a unos 4 km. de distancia, y desde allí tomar la cercana A-318 hasta Puente Genil, a unos 12 km. de distancia; consejo que decidimos seguir.
El fin de la vía verde se encuentra situado en el km. 112’400. Por desgracia, el resto del trazado del tren del aceite hasta Puente Genil se encuentra perdido, comido por la maleza y taponado por escombros y vertidos, por lo que no es posible continuar por él. Así pues, alcanzamos la carretera, y tras una parada en un bar de carretera para reponer fuerzas (a base de Acuarius y patatas fritas de bolsa), empezamos a rodar hasta Puente Genil.
Procuré imponer un ritmo rápido, ya que el eje de mi rueda trasera, que había estado quejándose desde prácticamente desde Jaén, empezó a dar muestras de desfallecimiento: ya en el Camino del Norte me habían comentado que tenía los rodamientos del buje algo tocados. No me había dado guerra en las salidas por Córdoba, pero al meterle el peso de las alforjas lo estaba sentenciando a muerte. Así fue: poco a poco la oscilación de la rueda trasera había ido en aumento, y desde Zuheros la rueda emitía unos crujidos bastante sospechosos. Crujidos que, de camino a Puente Genil, se habían transformado en un lamento estremecedor, cual si estuviera dejando cuadrados los rodamientos. Pensaba que en cualquier momento la rueda iba a decir “basta”.
Llegamos a Puente Genil cerca de las 13:00h. Tuvimos que abandonar la idea de visitar la villa romana de Fuente Álamo debido al estado de mi rueda. Compramos los billetes de vuelta a Córdoba en el tren de las 16:35h, y nos dirigimos a un bar cercano, donde tapeamos e hicimos algo de tiempo antes de volver a la estación, a esperar el tren que nos habría de llevar de vuelta a Córdoba. Rato de espera que dio para echar una breve siesta, algo de lectura, y charlar de chapuzas informáticas varias. Y así, a lo tonto, matamos el tiempo de espera hasta la llegada del Andalucía Exprés. Una hora después éste hacía su entrada en la estación de Córdoba.
Dimos por finalizada la etapa justo en el punto donde, un día y unos 160 km. antes, la iniciábamos: en los jardines de Escultor Martínez Cerrillo, cerca de la Boutipán. Nuestra idea era habernos fotografiado junto al azulejo que recuerda al antiguo ferrocarril de Almorchón, que transcurría por ahí, pero dado el lamentable estado de conservación de aquél, lleno de pintadas, tuvimos que limitarnos a fotografiarnos junto a la fuente.
Y colorín, colorado, esta historia se ha acabado.
Ver Jaen – Puente Genil en un mapa más grande
Ir a Etapa 1: Jaén – Zuheros.
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Ya estamos de vuelta en Córdoba. Han sido dos días en los que hemos hecho unos 150 kilómetros, por vía verde y carretera, sin contar con los trayectos en Andalucía Exprés (Córdoba-Jaén y Puente Genil-Córdoba). Hemos visitado pueblos dentro y fuera de la vía verde, cenado a cuerpo de rey en Zuheros, tenido tiempo para agarrar un mosqueo del quince en Alcaudete, tomar unas tostadas de vicio en Doña Mencía y hacer el tonto a cuenta del pasaporte de las Vías Verdes. Y yo, personalmente, hacer trizas el buje de la rueda trasera de mi bici, que llevaba tocado desde el Camino de Santiago. Y de quemarnos un poco: mi padre los brazos, Pablo el cuello, y yo la cara. Unos días completitos.
Mañana empezaré a colgar fotos y extenderme un poco más.
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