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22 ago 19 Hacking lab sobre Modbus TCP. Lecciones aprendidas

Esta entrada es la parte 4 de 4 de la serie Hacking Lab Modbus TCP

A modo de finalización de esta serie de artículos, a continuación se describen las lecciones aprendidas de esta práctica, que fueron las siguientes:

  • El protocolo MODBUS es un protocolo enormemente inseguro, al no haber sido planteado en su diseño un sistema de autenticación o comprobación de protocolos. Cualquier elemento que esté en la misma red que un sistema PLC que se comunique con MODBUS sobre TCP tiene la capacidad de influir y alterar los valores de dicho PLC.
  • En función de la implementación del sistema HMI puede ser más o menos sencillo percibir cambios en los valores del PLC. En este caso, al leerse los cambios cada 500ms, es difícil ocultarse a dichas variaciones.
  • Es esencial una adecuada segmentación de la red, para evitar explotación de amenazas mediante movimientos laterales E-O. Esta segmentación puede realizarse mediante un sistema cortafuegos, bien ruggerizado o no, con inspección de protocolos a nivel industrial. Dicha inspección profunda de paquetes, además de crear las reglas convencionales de tráfico permitido en función del origen y destino, permite crear reglas más finas, como por ejemplo otorgar permiso para realizar sólo operaciones de lectura para determinados orígenes (ej.: sistemas de monitorización), y permisos de lectura y escritura para los sistemas de control (HMI), además de denegación para el resto de elementos de la red.
Cortafuegos Check Point de categoría industrial

Cortafuegos Check Point de categoría industrial

  • Una buena manera de proteger un dispositivo PLC, además de la anteriormente expuesta, es mediante un Gateway que permita implementar las funciones adicionales de autenticación que el propio PLC puede no permitir en función de su implementación.
  • En lo referente a los sistemas de reconocimiento utilizados, como nmap, es necesario afinar con la configuración del escaneo, ya que un escaneo masivo como el planteado puede levantar alertas en el sistema de correlación de alertas, si existe, al realizar conexiones masivas a los elementos de la red.
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26 may 11 Etapa ciclista: Castillo de las Guardas – La Aulaga (22/05/2011)

El pasado domingo Rafa y yo abrimos una nueva zona de exploración ciclista en la Sierra Norte de Sevilla: el entorno del Castillo de las Guardas. Salimos a rodar a las 8:25h por la carretera que sube hasta el radar meteorológico. Rafa, conocedor de la zona en sus correrías astronómicas, me había comentado que íbamos a tener una interesante subida. Atravesamos el pueblo en ascenso, y tomamos la carretera que sube hacia Cerro Negro. Fueron tres kilómetros de ascenso entre alcornoques, encinas y vegetación mediterránea. Giramos a mano derecha, y continuamos subiendo hasta llegar a la entrada del radar.

Pasamos la cancela, y empezamos un descenso sostenido, en el que abandonamos la zona boscosa, y entramos poco a poco en un prado descubierto. Saltamos una valla, y continuamos descendiendo por campo a través. Nos desviamos un poco del recorrido marcado en el GPS, y nos adentramos poco a poco en una zona de matorral bajo, lo que nos obligó a descender hasta poder alcanzar una zona en la que poder volver a rodar. Llegamos hasta un pequeño arroyo, que fuimos siguiendo hasta alcanzar un pequeño embalse, para lo que tuvimos que cruzar un par de vallas.

Una vez en el embalse, volvimos a encontrar un camino, que tomamos para llegar a unas ruinas de la antigua zona minera de las Minas del Castillo de las Guardas.

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Rodeamos un cerro y entramos en el pequeño pueblo, pasando junto a la antigua iglesia minera.

Iglesia minera de las Minas del Castillo de las Guardas (Imagen de Miguel Ángel Mato)

Iglesia minera de las Minas del Castillo de las Guardas (Imagen de Miguel Ángel Mato)

Sin mucho trámite, salimos de las Minas, y descendimos por la carretera durante unos 700 m. antes de llegar al cruce hacia El Peralejo, cuya carretera tomamos. Empezaba el segundo ascenso del día, y el que nos iba a llevar al techo de la etapa. Fue un ascenso de 4’4 kms. por carretera, no demasiado duro, pero sí sostenido. Justo a la entrada del pequeño pueblo nos desviamos a la izquierda, por una pista que arrancaba de una manera brutal.

Tras finalizar la parte más dura del ascenso justo al llegar -para variar- a una nueva cerca. Aunque la carta topográfica indicaba que teníamos que seguir recto, el recorrido gps nos hacía girar a la derecha, entre dos cercas paralelas. Seguimos avanzando y poco después empezamos un nuevo descenso entre bosque mediterráneo. Estábamos entrando en una de las zonas más bonitas de la etapa. Terminamos la bajada en un cortafuegos, que tomamos en descenso hasta llegar al antiguo recorrido del ferrocarril minero. Seguimos adelante, hasta llegar a la pista sobre la que pasa el tendido eléctrico.

Un kilómetros después giramos a la izquierda, para subir un cortafuegos. Fue un ascenso duro, de un kilómetro de longitud, hasta llegar a la carretera A-476. Subimos durante kilómetro y medio por una carretera con bastante tráfico de motos, hasta tomar una nueva pista a mano derecha, que subía en lo que era el tercer ascenso del día, por un monte de pinos replantados.

Al llegar a la cima del monte, decidimos recortar la etapa: eran las 11:25h de la mañana, y ya casi habíamos agotado nuestras reservas de agua. Además, Rafa había sufrido la visita del tío del mazo, por lo que su estado no era precisamente el mejor. Por suerte, nos encontrábamos cerca de una carretera que nos podía devolver a la A-476. Avanzamos hasta la torre de telecomunicaciones, e iniciamos el descenso. Volvimos a la carretera principal, y nos encaminamos hacia La Aulaga, donde esperábamos tomar algo de comer, una fuente, o al menos una sombra donde descansar un rato. Lamentablemente, no encontramos ninguna de estas cosas. No nos quedó más remedio que seguir adelante, prácticamente sin agua.

La próxima para era de nuevo las Minas del Castillo de las Guardas, pero antes tocaba realizar un último ascenso de 2 kms. Entramos de nuevo en el pueblo, donde pudimos saciar nuestra sed en la Fuente de la Florita, al parecer muy conocida en la zona, cuya fama es bien merecida.

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Emprendimos el último tramo de la etapa, en la que recorrimos 5 kms. hasta el Castillo de las Guardas. Entramos en el pueblo a las 12:30h, tras cuatro horas de etapa, y bajo un fuerte calor. Nos tomamos un refrigerio en el bar de la plaza del pueblo, y volvimos a Sevilla. El balance de la etapa fue un tanto agridulce: algunos paisajes muy interesantes, algunas bajadas espectaculares, pero demasiado asfalto por carreteras con un tráfico denso, y algunas tramos de cortafuegos que no aportaban gran cosa. Y encima, recortamos la parte en la que tenía puestas más esperanzas. Espero poder mejorar mi opinión de la zona en próximas salidas.

El mapa de la etapa es el siguiente:


Ver 2011/05/22: Castillo de las Guardas – La Aulaga en un mapa más grande

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia (según el GPS): 33’9 km.
  • Tiempo de etapa: 2h 50m 34s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 3h 55m 17s
  • Pulsaciones medias: 140 pulsaciones/minuto
  • Pulsaciones máximas: 178
  • Consumo medio de calorías: 1000 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1370 kcal/h
  • Tiempo en zona de pulsaciones: 3h 4m 10s
  • Consumo total de calorías: 3825 kcal
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02 feb 11 Etapa ciclista: Loma de los Escalones – Postes – Meseta Blanca (30/I/2011)

El pasado domingo volví a salir con la bici por Córdoba con mis viejos amigos. En esta ocasión salimos a dar pedales Marcos, Mané y yo. Había estado planificando la etapa con Mané a lo largo de la semana, en la que habíamos definido tres hitos clave: subida de la Loma de los Escalones, pasar por Villa Alicia y enlazar con la carretera del 14%, y bajar a Córdoba por Los Postres, cortafuegos que coincide en su recorrido con el gasoducto a Badajoz (y cuyas tomas de ventilación son los que dan el nombre a la bajada). No conocíamos el punto de comienzo exacto de Los Postes, ante lo cual decidí echar en la mochila el mapa topográfico de la zona.

El domingo amaneció con una intensa niebla, y con frío, mucho frío. Habiamos quedado a las 9:00h en casa de Mané, y cuando asomé por la puerta, teníamos una temperatura de 7ºC, que prometía bajar cuando saliéramos de la ciudad. Marcos llegó con un poco pasadas las 9:00h, y nos encaminamos a Santa Rosa. Había propuesto tomar la subida de la Loma de los Escalones desde el puente romano del arroyo Pedroche, siguiendo el trazado del Camino Mozárabe, cosa que hicimos. Por suerte conocía bien el trayecto, ya que la intensa niebla apenas nos permitía seguir las flechas amarillas, en especial una vez pasado el puente y el Molino de los Ciegos. Pronto llegamos a la zona de Torreblanca, donde el espanto constructor que ha destrozado la zona hizo mella en nuestro ánimo. La primera dificultad vino porque parte del trazado del Camino se encuentra perdido, vallado por una obra inconclusa. Esto nos obligó a desviarnos por una calle paralela al trazado, si bien pudimos recuperar el Camino poco después, para internarnos en una zona boscosa, donde hicimos la primera parada del recorrido.

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Descendimos por el trazado trialero hasta retomar la carretera de la Virgen de Linares justo a su final. Siempre siguiendo las flechas amarillas, nos dispusimos a realizar el ascenso de la Loma de los Escalones. Subimos como buenamente pudimos el primer repecho de sendero quebrado, con una niebla que nos hacía gotear humedad condensada, y con 5.5ºC. Enormemente agradable.

Conseguí pasar las primeras paredes con un razonable éxito, pero a costa de desfondarme completamente, lo que pagaría posteriormente. Seguimos ascendiendo por el trazado de la calzada romana, con sus impresionantes cortados en la roca de la loma. Una vez pasada la primera pared, seguimos ascendiendo por un tramo algo más favorable, antes de llegar a la bifurcación que hay junto a un poste de la luz, donde empecé a pagar el esfuerzo del tramo anterior. A medida que íbamos ascendiendo se veía que la niebla estaba despejando en las partes altas, por lo que no debíamos de tardar mucho tiempo en salir de ella por encima.

Así fue, al llegar a la parte de los escalones de caliza asomamos a un día radiante por encima del banco de niebla. Pasamos los escalones con algún percance y haciendo bastante equilibrismo sobre la caliza mojada, lo que le daba un extra de complejidad a la subida. De esta manera asomamos a la parte superior de la loma, donde se encuentra la parte arrasada por la cantera en explotación.

Desde allí seguimos ascendiendo por el camino de cantera que lleva hasta la curva del Frenazo, en el trazado antiguo de la N-432. Hacía tiempo que no transitaba por allí, y tengo que admitir que no recordaba ese ascenso tan duro como se me hizo. Estaba empezando a arrastrarme sobre la bici. Por suerte, no mucho después llegamos a la Curva, donde hicimos una segunda parada, en la que Mané y yo aprovechamos para reponer algo de fuerzas a base de barritas de cereales.

Una vez descansados, y disfrutando de un agradable sol, continuamos nuestro ascenso, siempre ciñéndonos a las indicaciones del Camino Mozárabe, lo que implicó cruzar el viejo trazado del ferrocarril de Almorchón. Subimos por una parte bastante abrupta donde existe una placa que recuerda a Vicente Mora Benavente, gran impulsor del Camino Mozárabe, ya fallecido:

Placa conmemorativa (Imagen original de bgs en Picasa)

Placa conmemorativa (Imagen original de bgs en Picasa)

Durante un rato circulamos en paralelo a la vieja Nacional, hasta que llegamos al comienzo de la cuesta que tiene por mal nombre Arrastraculos, y que forma parte del trazado original de la calzada romana que veníamos siguiendo. Afrontamos razonablemente bien las primeras rampas del ascenso, aunque con gran cansancio por mi parte. Iba necesitando un descanso. Pese a ello, Marcos y Mané no se me fueron tanto como pensaba, y nos reagrupamos en la pared final de subida a la Ermita. Atacamos la pared con desigual éxito: Marcos consiguió subirla al segundo intento, Mané lo hizo a la primera, y por un inoportuno bloqueo de la rueda delantera me quedé en clavado en mitad de la subida. Creo que hubiera podido subirla, porque, como bien comentó Mané, era una cuesta más de pulmones que de piernas, y las piernas me habían respondido bien.

Desde la ermita bajamos hasta Cerro Muriano, pasando junto al comienzo de la vereda de la Posada del Pino, que atraviesa la finca de Villa Alicia. Como nos temíamos, el propietario tenía vallada de manera ilegal el comienzo de la vereda, imposibilitando el acceso a ella. De momento decidimos bajar hasta el Muriano, y allí hacer un descanso. Durante éste, que aderezamos con unas bien merecidas tostadas, nos encontramos con un grupo ciclista de amigos de mis compañeros de etapa. Les comentamos nuestra intención de pasar por Villa Alicia, cosa que nos desaconsejaron debido a los pleitos que desde hace tiempo mantiene el propietario, y las dificultades que pone a los transeúntes.

Aun así, decidimos volver a la vereda. Vimos que estaba completamente cercada por vallas, restos de escombros, que se había cavado una zanja para impedir el paso, y arrasado la cobertura vegetal para intentar hacer desaparecer el camino. Estuvimos dudando un rato, hasta que vimos en el topográfico un posible trazado a seguir, intentando evitar la casa principal. Dicho y hecho. Con la ayuda de mi amiga Roberta salvamos la cerca, y nos adentramos en una antigua cantera. Pronto salimos a un camino que habría de llevarnos hasta una edificación. Viendo que había coches decidimos dar la vuelta para evitar problemas. Volvimos al trazado original de la vereda, y nos encontramos otro coche apostado en ésta. Al oír ladridos de perros, y para evitar males mayores, volvimos sobre nuestros pasos y salimos de la finca. El segundo objetivo del día había quedado frustrado.

Así pues, bajamos de nuevo al Muriano, y tomamos a la izquierda la carretera que comunica con la variante de la N-432. Al llegar a la incorporación, nos detuvimos. Desde allí teníamos dos posibilidades: ir por la N-432 hasta divisar la vereda, que pasa por debajo de la Nacional, salir de ésta, y tomarla hasta su final, en la carretera del 14%; o bien tomar directamente la carretera del 14%. Optamos por la segunda opción, debido a la peligrosidad de la N-432, si bien con la idea de quedarnos con la zona en la que la vereda enlazaba con la carretera.

Afrontamos el ascenso por carretera. Rápidamente Mané empezó a sufrir sus ruedas de 2.35”, así como el llevar una doble suspensión, frente a las rígidas con suspensión que llevábamos Marcos y yo. No tardamos en abrir hueco, ante lo que tuvimos que moderar el ritmo. No era plan de descolgarnos.

Seguimos subiendo hasta llegar a la zona donde teníamos que tomar el desvío para el cortafuegos de Los Postes, entre el campo de tiro olímpico y la entrada al club de golf. Localizamos el desvío justo al final de la rampa existente, y nos dirigimos hacia la estación de control del gasoducto. Empezaba el descenso de Los Postres. Bajamos un primer tramo hasta unos postes eléctricos, donde disfrutamos de una impresionante vista del valle bañado aún en la niebla. Espectacular.

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El primer descenso era terrible: con un enorme desnivel, erizado de pinos a nuestra derecha, con un abrupto barranco a la izquierda, y una curva a derechas al final del trazado. Al menos no se veía con tierra suelta. Mané tardó poco tiempo en decidirse a bajar, y lo hizo como un campeón.

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Marcos lo afrontó poco después, con razonable éxito. Yo, por mi parte, tenía reciente la caída de hacía dos semanas en Avionetas Express, por lo que decidí bajar este tramo con algo más de tranquilidad. Desde abajo, la verdad, la vista tampoco animaba demasiado a lanzarse por él. Al menos, no con la bici que llevaba.

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Teníamos aún más de 2,5 kms. de descenso por el cortafuegos por delante, y llevábamos ya 25 kms. de etapa entre pecho y espalda. El cortafuegos constituía una sucesión de bajadas aderezadas con ocasionales subidas que nos hacían desesperar. Empezábamos a acusar el esfuerzo de toda la jornada, y pasábamos ya de la una de la tarde. Y así, entre subidas y bajadas, llegamos al desvío. Al principio nos costó identificarlo, ya que era un sendero bastante estrecho que surgía a la derecha, pero las inconfundibles marcas de motocicleta, y la vista de la Meseta Blanca a nuestra derecha ayudaron a despejar nuestras dudas.

Afrontamos el cambio de terreno, pasando de descender por un cortafuegos a seguir un sendero de cazadores sobre los riscos de una loma, entre abundantes arbustos, y pasando por zonas embarradas que me hicieron temer por mi integridad física, merced a que mi cubierta trasera se había convertido en un bloque de barro uniforme. Y la caída, por un sendero que hacía equilibrios en una ladera enormemente empinada, no era precisamente moco de pavo.

Poco a poco nos íbamos acercando a nuestro objetivo: la meseta blanca. Pasamos por una zona de cuevas, en donde vimos a una solitaria oveja pastando. No pudimos menos que echarnos unas fotos. Primero en la entrada de la cueva…

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…y después con la oveja:

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Al fondo del valle pudimos ver una casa, justo a la que llevaba el cortafuegos de Los Postes. Pudimos ver que de la casa surgía un camino que llevaba a la N-432, pero no era plan precisamente de tirarse por esa cuesta abajo. Además, estábamos ya muy cerca de la Meseta. Retomamos nuestro camino, y llegamos hasta la ella. Pasaban de las dos de la tarde. Era la primera vez que estaba en ella, y las vistas eran espectaculares. No pude menos que echar una panorámica en 360º. La vista lo merecía:

A esas alturas me había quedado ya sin agua, y Mané se quejaba de estar hambriento. No era para menos. Llevábamos ya 5 horas de etapa, por lo que decidimos volver a Córdoba por la vía rápida: bajar de la Meseta por el descenso del Alimonao, y seguir por el valle del arroyo Pedroche hasta Puente de Hierro. De nuevo, una bonita bajada, muy técnica, y peligrosa en mi caso, por el abundante barro y la cubierta poco adecuada que llevaba atrás.

Una vez abajo, y un poco antes de llegar al cruce con el camino de la cantera de Santo Domingo, Mané empezó a quejarse de molestias en su rodilla izquierda. Seguimos descendiendo a un ritmo algo más relajado, pero no mucho después notó que la cosa iba realmente mal, con un dolor bastante intenso. Por suerte, nos encontrábamos ya muy cerca de Córdoba, pero esos últimos kilómetros lo pasó bastante mal. Así que a un ritmo bastante tranquilo llegamos hasta Puente de Hierro, y subimos hasta el Barrio Naranjo. Nos dirigimos a casa de Mané, donde lavamos las bicis, y dimos por concluida la etapa, al filo de las tres menos cuarto de la tarde.

El recorrido en Google Maps es el siguiente:


Ver 2011/01/30: Loma de los Escalones – Postes – Meseta Blanca en un mapa más grande

En cuanto a los datos de la etapa, son los siguientes:

  • Distancia (según mi velocímetro): 35,425 km.
  • Tiempo de etapa: 3h 24m 52s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 5h 43m 24s
  • Pulsaciones medias: 143 pulsaciones/m
  • Pulsaciones máximas: 190
  • Consumo medio de calorías: 1060 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1530 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 2h 36m 20s
  • Consumo total de calorías: 5530 kcal
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