Otro día lo cuento con más tiempo, pero…
…¡ya tengo instalado mi aerogenerador!
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Hoy me siento el rey del mundo. He ido al Ikea, me he fundido 250 pavos en cosas para la casa (cajones para un armario, zapatero, lámparas y algunas otras cosas), y he salido por la puerta en media hora exacta: estábamos entrando por el aparcamiento a las 10:00h, y saliendo de él a las 10:30h. Y al comienzo de las rebajas. Y para colmo, enciendo la radio y suena “This Hard Land”, con Bruce Springsteen tocando la armónica como un campeón.
Luego he empleado el resto de la mañana en redistribuir el armario para acomodar las piezas recién compradas, y en poner lámparas y demás. Un trabajo agradable, en el que no he podido dejar de rememorar mi victoria sobre las hordas de adictos al centro comercial en fin de semana:
¿Hueles eso? ¿Lo hueles muchacho? Es madera prensada del Ikea. Nada en el mundo huele así. ¡Qué delicia oler madera prensada por la mañana!. Un día nos fuimos a dejarnos la pasta a un Ikea y cuando todo acabó, subí. No encontramos a un solo de esos suecos de mierda. ¡Qué pestazo a gente aglomerada! Aquel Ikea olía a… victoria.
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Pues eso. Finalmente está terminada la cocina. Terminada de pagar, vamos. Hoy he pagado la última letra. Por fin mi cocina es mía.
Y ahora, a ponerle las puertas al armario.
Esta tarde hemos colocado Ana y yo un nuevo cuadro en casa. Llevábamos tiempo con ganas de poner uno en nuestro dormitorio, y nos ha costado decidirnos, pero al final esta ha sido la imagen elegida (aunque teníamos otra buena candidata):
La imagen es una versión modificada de una fotografía que tomé en 2004. Por cierto: a ver quién adivina donde está tomada, y qué es lo que sale en la foto
Acabo de terminar de abrir una puerta en la buhardilla de la casa. Ha sido una ardua tarea que empezó a principios de semana. Radial y martillo en mano, monté un pifostio infernal al marcar la zona de derribo. Las tareas pronto se vieron interrumpidas porque partí el mango del martillo con los golpes, y no se reanudaron hasta que me hice con un cortafríos y una machota (no, no es esa clase de machota, sino esta).
Tenía desde hace tiempo ganas de abrir la buhardilla, pero hasta esta semana no se ha convertido en una necesidad perentoria: tienen que venir a arreglarnos a los vecinos algunas humedades que han salido con las últimas lluvias, y quería comprobar el estado de la cubierta para ver cuánto nos tienen que arreglar. Lo bueno es que puedo utilizarla de trastero, mientras pensamos qué hacemos con ella. Y ya de paso, ha constituido una solución antiestrés altamente gratificante.
¿Que qué tamaño tiene? Unos 22 m^2 de superficie, con una altura bastante buena en la mayoría de ellos: la altura mínima que tiene es de 1’40 m. Un espacio bastante aprovechable, sin duda.
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