Esta mañana he vuelto a coger la bici. Esta vez, y como deseaba desde hace tiempo, por la Sierra de Córdoba. Entre unas cosas y otras no había podido hacerlo hasta ahora, pero pese a que anoche no dejaba de llover (suave, pero lluvia al fin y al cabo), esta mañana el tiempo ha amanecido razonablemente bueno, y no me he podido resistir a salir a dar pedales.
El recorrido ha sido bastante convencional: Puente de Hierro, arroyo Santo Domingo arriba hasta el cortijo de los Velascos, luego el camino de la cantera hasta el arroyo Pedroches, para remontar éste hasta su intersección con el arroyo Barrio Nuevo, hasta el cortijo derruido que hay en un valle, a las espaldas de Santo Domingo. Luego, tras un descanso, valle arriba hasta subir a Santo Domingo, y vuelta a casa a través de la cantera y Puente de Hierro. Unos 18 kilómetros, y una hora y media de pedaleo. He perdido bastante forma, pero con etapas como estas espero irla recuperando poco a poco.
Lo verdaderamente bonito de la etapa de hoy ha sido la gran cantidad de agua que llevan los arroyos de la sierra, que me han permitido captar fotografías como la anterior. Está tomada en una quebrada del arroyo Barrio Nuevo cercana al cortijo derruido, por la que hace ya unos cuantos años que no pasaba. Un poco aguas abajo, yendo con mi amigo Rafa Ferres, me caí de cabeza en el arroyo al intentar vadearlo, gracias a una piedra oculta en el lecho, y que no pude ver hasta que estuve encima de ella.
La anterior foto muestra parte del cortijo derruido. Aunque se encuentra en el fondo de un valle, se alza sobre un promontorio justamente en el fondo de éste. Produce una sensación engañosa, cuando te acercas: da la impresión de que se puede llegar fácilmente, pero cuando te acercas, ves que para llegar a él tienes que subir un paredón impresionante.
Por lo general, para salir de ese valle, suelen hacerse dos cosas: la primera es acompañar al arroyo aguas abajo, y la segunda es trepar, arrastrando la bici, por la pared del valle que puede verse detrás de éste. Esta vez me decidí a probar algo distinto. Aguas arriba conocía la existencia de un sendero, y me decidí a seguirlo. Fue una buena decisión, hasta que llegué a un macizo de piedra, que imposibilitaba el ascenso, salvo -como era de esperar- tirando de la bici. A partir de ahí el ascenso se hacía poco menos que imposible, salvo echando un pulmón por la boca. Las vistas, al menos, eran bonitas:
El problema no era, claro, mirar hacia abajo. En este caso era el mirar hacia arriba, y ver lo que aún te esperaba:
Este sendero acaba saliendo al camino que lleva hacia la pequeña ermita que se alza al otro lado del pequeño lago que hay junto a Santo Domingo. Lago que hacía mucho tiempo que no veía con tanta agua:
La vuelta a casa no tuvo nada de particular: cantera abajo por el nivel de Duke Nukem, para volver a aparecer en Puente de Hierro. Y de ahí, a casita. En resumen, una bonita etapa, aunque me quedó la pena de haberla hecho solo. A ver si para la próxima cuento con compañía.
Etiquetas: barrio nuevo, cantera, los velascos, pedroches, puente de hierro, santo domingo
L | M | X | J | V | S | D |
---|---|---|---|---|---|---|
« ago | ||||||
1 | ||||||
2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 |
9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 | 15 |
16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 | 22 |
23 | 24 | 25 | 26 | 27 | 28 | 29 |
30 | 31 |