Y es que los viejos rockeros nunca mueren. El día 22 de diciembre retorné a Córdoba desde Dublín, para pasar las vacaciones de Navidad. Llevaba tiempo con ganas de realizar una salida por Córdoba, con los amigos, para quitarme el mono de Sierra y disfruta -de aquella manera que nos gusta a los ciclistas- de mi estancia en Córdoba. Sin embargo, las circunstancias no lo iban a poner fácil. Para empezar, me habían robado unos meses antes la doble, y por unas cosas y otras, los colegas no estaban disponibles para salir a rodar en estas fechas. Pero afortunadamente Jose Anta se animó a acompañarme, y ya siendo dos, no podía menos que volver a poner el plan en marcha. Además, tenía que estrenar mi nuevo reloj con GPS Posma W2.
La única opción para ello era clara: volver a poner en servicio mi vieja burra, que utiliza mi padre para rodar por Córdoba. Así que el 23, a la vuelta de un viaje a Sevilla, me dediqué a cambiarle geometría del sillín, reemplazar cubiertas lisas por un buen par de ruedacas (High Roller Super Tacky de 2.35 delante, y Small Block Eight de 2.10 detrás) y engrasarla y darle algo de mimo. Así, el 24 por la mañana, Jose y yo salimos a rodar. No puedo menos que reconocer el esfuerzo de Jose, que llevaba un año sin salir a dar pedales. Y como tampoco era cosa de reventar, sino de pasar un buen rato entre amigos, y disfrutar del campo, optamos por una etapa conservadora: subida a Santo Domingo por la vereda. El campo estaba de dulce, despejado y algo fresco, con las lluvias aún recientes que habían aposentado el terreno, si bien hizo que nos encontráramos con un par de zonas embarradas, en las que no pude menos que meterme. Y es que sin barro, una salida de invierno no es lo mismo.
Llegamos a Santo Domingo, y desde allí, tomamos el sendero que sube a la antena de telecomunicaciones del 14%. Como a esas alturas se nos estaba haciendo algo tarde, bajamos por la carretera hasta el cruce de Santo Domingo, y allí tomamos el sendero que baja hasta el Maestre Escuela. Y desde allí, al Naranjo. Había algo más que hacer: tomarse un buen chocolate con jeringos.
Los jeringos no eran los mejores que he probado, ni mucho menos. Pero eso no era lo importante. Gracias, Jose, de todo corazón.
Elapsed Time | Moving Time | Distance | Average Speed | Max Speed | Elevation Gain |
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00:00:00 | 00:00:00 | 0.00 | 0.00 | 0.00 | 0.00 |
hours | hours | km | km/h | km/h | meters |
Etiquetas: 14%, córdoba, mtb, santo domingo
El martes 28 de agosto, ya de vuelta en Córdoba, volví a salir con mis compañeros de aventuras y desventuras ciclistas. Venía pletórico de las etapas malagueñas, por lo cual una salida del club iba a ser algo que no pensaba perderme por nada del mundo. Y encima, teniendo en cuenta que iba a ser una de las salidas más multitudinarias en las que había participado, ya que saldríamos Ángel, Kike, Mané, Javi Aljama, Javi Balaguer y yo.
Salimos del Cámping a las 18:45h. Un poco tarde para lo que teníamos previsto, pero que ayudó a compensar el calor del día. Subimos por la Cuesta Negra para posteriormente enlazar con la subida de Santo Domingo. Abandonamos la carretera a la altura de las Salesas y nos encaminamos hacia el mirador de San José. Sin embargo, nos desviamos por una pista alternativa que pronto nos condujo hasta el comienzo del sendero local de Santo Domingo, a cuya urbanización llegamos a las 19:25h.
Desde allí nos decidimos a subir el 14% por carretera, y para ello, nada mejor que enlazar por la cuesta de “Los Morares” hasta el repetidor de la carretera. Esta vez la subida, al no ir morados, no fue tan divertida, aunque sí igualmente exigente. Kike incluso se marcó la heroicidad de superar el primer tramo de piedra tomando carrerilla y a toda velocidad, algo que no hubiera considerado posible de no haberlo visto.
Una vez en la carretera, empezamos a subir. Poco a poco el perfil fue haciendo criba, y no tardé en encontrarme en cabeza, gracias entre otras cosas a mi querida Larsen TT de 1.9” y al duro entrenamiento que entre Ángel y Málaga había sufrido en las etapas anteriores. Acabamos llegando todos al cruce del 14% al filo de las 20:00h. A esas alturas de la tarde se nos estaban acabando las opciones. La luz empezaba a declinar, y teníamos que decidir rápidamente por dónde bajar. Y tomamos la decisión equivocada: bajar Los Postes.
Tomamos, por tanto, el GR-48 en paralelo a la carretera de los Villares, hasta llegar a las cercanías del club de golf. Allí giramos a la derecha, para ir a la subestación de bombeo del gasoducto, que marca la brutal bajada de Los Postes. Y ahí empezó la debacle. Los especialistas en descenso (Mané, Ángel, Kike), afrontaron la bajada en excelentes condiciones. Ambos Javis lo hicieron con un magnífico aplomo. Y yo, por mi parte, lo hice como pude, hasta que me di cuenta de que me había quedado sin freno trasero. No frenaba: la maneta llegaba hasta el puño, y no disponía más que del freno delantero para no acabar con los dientes en un cucurucho. No me quedaba más remedio que bajar con calma.
Seguimos bajando por Los Postes hasta tomar el desvío a la derecha que lleva, por una estrecha senda, hasta la Meseta Blanca. Pero en vez de llegar hasta la Meseta, optamos por bajar por una torrentera que conduce directamente hasta el cortijo en ruinas de Barrionuevo (Muros). Sin embargo, tuvimos que hacer una parada inesperada debido a un pinchazo en la rueda trasera de Kike. La tarde empezaba a echársenos encima, aunque nos permitía tener una excelentes vistas del atardecer.
También aprovechamos para inmortalizar la salida, algo que hasta ese momento aún no habíamos hecho en condiciones:
Reanudada la marcha, dejamos atrás Muros y bajamos a toda velocidad por la trialera. O al menos a toda la velocidad a la que podíamos ir sin estamparnos en la oscuridad contra un alcornoque, ya que al ir por el fondo de un estrecho valle la luz que aún quedaba del día era considerablemente reducida. Pese a todo, llegamos sin novedad hasta Puente de Hierro, desde donde hicimos la subida por la pista convencional, en donde dí un nuevo arreón, porque, pese a todo, me encontraba pletórico de energía. Desde allí nos dirigimos al Barrio Naranjo, separándonos de Ángel y Kike, que tuvieron que volver a sus casas. Los dos Javis, Mané y yo compramos unas cervezas, y fuimos a mi casa a hacer un tercer tiempo de la etapa, algo que fue tremendamente de agradecer.
Los datos de la etapa son los siguientes:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Santo Domingo – 14% – Los Postes
Etiquetas: 14%, córdoba, gr-48, los postes, mtb, puente de hierro, santo domingo
El martes 21 de agosto, por tercera vez en tres días, salí a rodar un poco por Córdoba. Estábamos en racha y no era plan desaprovecharla. Esta vez se trató de una etapa íntegra por carretera con Ángel, en uno de los días más calurosos del verano cordobés. Por ello, salimos del Cámping a las 19:30h. Tomamos el canal hasta llegar a la carretera de Medina Azahara. El calor era brutal, y no ayudaba precisamente a lo que teníamos por delante: la subida al Alto de San Jerónimo. Por primera vez en muchos años iba a hacer la subida por carretera, ya que las últimas veces que había realizado dicha subida lo había hecho por campo, pasando junto al monasterio de San Jerónimo de Valparaíso.
Rápidamente Ángel empezó a marcar un ritmo intenso, que hizo que poco a poco fuera cediendo espacio. Las tres etapas consecutivas se estaban dejando notar, y que Ángel hubiera cogido su Ghost en vez de la Big Hit de descenso también aportaba lo suyo a que poco a poco me fuera haciendo polvo. Por suerte, en mitad de las curvas enlazadas de Los Nogales, Ángel se encontró con un viejo amigo suyo, lo que me permitió recuperar algo de resuello.
Seguimos ascendiendo hasta el Cruce de Trassierra, y yo perdiendo comba con Ángel. Hacía tiempo que no me caían goterones de sudor tan grandes en una subida, pero es que lo estaba pasando realmente mal. Y mientras nosotros ascendíamos, grupos de ciclistas de carretera bajaban a toda velocidad en sentido contrario. Esa era una de las ocasiones en las que te preguntas qué puñetas haces sufriendo como un condenado sobre una máquina de tortura infernal que, para colmo, te ha salido carísima. En fin.
Alcanzamos el cruce de Trassierra al filo de las 20:30h, y prácticamente sin pausa emprendimos la marcha hacia las Ermitas. Ese tramo de subeybaja me permitió conservar un poco más la dignidad hasta llegar al cruce de las Ermitas, pero en cuanto empezamos la subida al Lagar de la Cruz volví a perder comba de nuevo. La ventaja es que a esa altura y a esas alturas de la tarde la temperatura en la sierra era bastante agradable, a diferencia del horno infernal en que se hallaba convertida Córdoba.
Llegamos al Lagar de la Cruz a las 21:00h. El sol empezaba a declinar claramente, por lo que iba siendo hora de emprender el regreso a casa. Pero por introducir una nueva variación, decidimos bajar por la carretera del 14%. Así pues, tomamos la carretera de las antenas, lo que nos hizo alcanzar la cota máxima del día, con 593 m. de altitud. A partir de ahí, fue todo bajada. Desde el cruce del 14%, a donde llegamos a las 21:11h, pudimos contemplar una maravillosa vista de Córdoba, y de su espantosa boina de calor reconcentrado. Descendimos a toda velocidad a Córdoba, imbuyéndonos poco a poco en ese espantoso bochorno, pasando de tener una agradable temperatura en la Sierra a un espanto de calor cerca de Santo Domingo. Y era peor a medida que descendíamos.
Finalmente entramos en la ciudad por el Calasancio, y bajamos por la Cuesta Negra. Llegué a casa, dando por finalizada la etapa, a las 21:22h.
Los datos de la etapa son los siguientes:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Alto de San Jerónimo – Lagar de la Cruz – 14%
Etiquetas: 14%, alto de san jerónimo, córdoba, cruce de trassierra, ermitas, lagar de la cruz, mtb
El viernes 22 de julio realizamos la primera etapa nocturna de la temporada en Córdoba, que espero sea la primera de muchas. Quedamos a las 20:45h en casa de Ángel el propio Ángel, Mané, Javi Balaguer, Marcos, José Anta y yo. Javi Aljama, que también tenía intención de venir sufrió los días previos a la salida un esguince de tobillo, por lo que por desgracia se tuvo que caer del cartel. Teníamos un claro objetivo para esta etapa, que no era otro que pasar por dentro del tubo que pasa por debajo de la N-432 a la altura de la Carrera del Caballo. Dicho y hecho, iba a ser divertido.
Salimos a las 21:55h de casa de Ángel, y nos encaminamos hacia Puente de Hierro, a realizar una breve bajada que Mané había experimentado en salidas precedentes. Así pues, cruzamos el Parque de la Asomadilla y el Barrio Naranjo, y no tardamos en salir a la antigua vía del tren de Almorchón. Llegamos justo hasta el Puente de Hierro, y allí Mané nos mostró la bajada: una escalofriante torrentera que se abre justo a la izquierda del pretil del puente, y que se despeña -o más bien hace que te despeñes- hasta alcanzar el arroyo Pedroches. Era descenso de bajar el sillín al tope. Mané y Ángel lo bajaron perfectos. Marcos y yo lo hicimos, a continuación, como pudimos. En mi caso, con el culo completamente apoyado en la rueda trasera. Tanto, que tenía mis dudas si en realidad estaba frenando con los frenos de disco o con el trasero. Jose y Javi, por su parte, también bajaron con precaución y sin demasiados problemas. En resumen, una bajada que era una buena manera de llegar sin dientes a casa a poco que te descuidaras.
Y la cosa no iba a hacer sino mejorar. Cruzamos el arroyo Pedroche y trepamos por una horrenda subida para alcanzar de nuevo la vieja vía. No pongo en duda que hacia abajo esa cuesta tiene que ser la bomba, pero hacia arriba es peor que un dolor de muelas. Aunque tengo que admitir que como reto no está nada mal. A esas alturas de la feria ya llevábamos las luces encendidas. Mané había sufrido un percance con su Lupichin de estreno (el bloque de baterías se había descargado sin razón aparente para ello), por lo que no le había quedado más remedio que llevar una luz del Lidl que dejaba bastante que desear, pero por suerte en ese tramo de la etapa nos apañábamos bien con el resto de luces.
Una vez en la Carrera del Caballo cruzamos al otro lado de la Nacional por el grupo de rotondas, y a la altura de la gasolinera de Repsol abandonamos la carretera, y retomamos el trazado de la vía… si bien con algún que otro problema, porque no dábamos con el sendero. Avanzamos en paralelo a la N-432, hasta llegar a la bajada que lleva hasta el tubo. En este tramo, en una pequeña subida sufrí un tirón en el gemelo derecho. Malas sensaciones que llevaban acompañándome desde hace algunas semanas habían hecho acto de presencia. No me quedaba más remedio que contemporizar un poco… o eso pensaba yo. Realizamos la bajada hasta el tubo sin más percance que una caída de Javi, afortunadamente sin mayor consecuencia. Y allí estábamos: el tubo.
110 metros de longitud, 1’8 metros de diametro, y 50 metros de tierra por encima. ¡Era la bomba! Sólo lo había cruzado una vez con anterioridad, en el año 2009, de día, en solitario, y sin luces. Esta vez éramos seis, de noche y con luces. ¿Cuál fue el resultado? Pues el que se puede imaginar:
Una vez pasado el tubo, y a diferencia de lo que hice en el 2009, bordeamos el arroyo Pedroche por su margen izquierda, hasta alcanzar el camino de la cantera de Santo Domingo. Estábamos ya al filo de las 23:00h, y teníamos aún que llegar hasta Santo Domingo, donde nos esperaban Enrique, Juan, Carlos, Inma y algunos amigos más. Íbamos tarde, muy tarde. Por ello subimos la cuesta de la cantera hasta el cortijo de Los Velascos a toda velocidad, lo que hizo que el propio Jose, aún novato en estas lides las pasara canutas. Pasado el cortijo, bajamos hasta el arroyo Santo Domingo y seguimos avanzando hasta la cantera.
Decidimos sacrificar parte del recorrido (subida por la cantera, para luego ir a la ermita y bajar hasta el lago desde ella), y enfilar directamente hasta Santo Domingo, y desde allí al bar donde nos esperaban. Y así, sin detenernos apenas, afrontamos la escalofriante subida de grava que antecede al monasterio, con sus rampas del 19%. Y con un calor de 31ºC. Llegamos a las 23:25h. Había sido duro, muy duro. Pero mereció la pena.
Y es que nos pegamos un magnífico homenaje a base de morcilla, flamenquines, ensaladilla, japuta, croquetas, y por supuesto, jarras y jarras de cerveza. Valga decir que una parada que habíamos previsto de media hora, a lo sumo, se prolongó hasta la hora y media larga. Así que creo que no es necesario decir que cuando nos decidimos a volver a montar en las bicis nos encontrábamos algo perjudicados. Habíamos decidido subir el 14%, y desde allí enlazar con la bajada de Los Morales… y ya se vería desde allí. Jose a esas alturas se vio obligado a abandonarnos, merced a obligaciones familiares. Así que el quinteto restante afrontamos una nueva subida, desde el restaurante hasta la antena de comunicaciones del 14%. Habida cuenta del objetivo que teníamos por delante, y de lo alegres que íbamos, no tardamos en bautizar la subida como “Los Morares”.
No recuerdo haber hecho una subida más divertida en mucho tiempo. Divertida pese a que cada 50 metros me iba metiendo directo contra un arbusto, y dejándome las piernas hechas un cristo. Para apenas 400 metros de subida lo estábamos pasando como enanos… hasta que sobrevino la debacle: la luz del Lidl de Mané dijo basta, y dejó de alumbrar. Vista la situación, llegamos hasta la antena, y decidimos qué hacer.
Tras evaluar las circunstancias, optamos por lo más sensato -lo cual, dicho sea de paso, es sorprendente-: recoger bártulos y volver a casa. Realizar un descenso como Los Morales a oscuras no es algo especialmente recomendable. Bajamos por la carretera del 14%, hasta tomar un enlace a mano derecha que lleva hasta el Cerrillo. Pese a que habíamos optado por lo más razonable, no íbamos a hacer todo lo razonable. Al menos el tramo final de Los Morales, el correspondiente a la Huerta de Hierro, íbamos a hacerlo. Y así fue. Conseguimos apañarnos con las cuatro luces que nos quedaban para hacer el descenso. Y ya una vez en la civilización, la vuelta a casa por Sansueña no fue más que un puro trámite. Llegamos a casa de Mané a las 1:35h, habiendo recorrido tan sólo 17 kilómetros. 17 kilómetros, eso sí, a un ritmo frenético, que nos depararon enormes dosis de diversión, sangre, sudor… y birra. ¡Ah! Y un grito de guerra:
¡¡¡Espartinas!!!
Los datos de la etapa son los siguientes:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Nocturna Carrera del Caballo – Tubo N-432 – Santo Domingo – Huerta de Hierro
Etiquetas: 14%, carrera del caballo, córdoba, los morales, mtb, n-432, puente de hierro, santo domingo, tubo
El pasado domingo volví a salir con la bici por Córdoba con mis viejos amigos. En esta ocasión salimos a dar pedales Marcos, Mané y yo. Había estado planificando la etapa con Mané a lo largo de la semana, en la que habíamos definido tres hitos clave: subida de la Loma de los Escalones, pasar por Villa Alicia y enlazar con la carretera del 14%, y bajar a Córdoba por Los Postres, cortafuegos que coincide en su recorrido con el gasoducto a Badajoz (y cuyas tomas de ventilación son los que dan el nombre a la bajada). No conocíamos el punto de comienzo exacto de Los Postes, ante lo cual decidí echar en la mochila el mapa topográfico de la zona.
El domingo amaneció con una intensa niebla, y con frío, mucho frío. Habiamos quedado a las 9:00h en casa de Mané, y cuando asomé por la puerta, teníamos una temperatura de 7ºC, que prometía bajar cuando saliéramos de la ciudad. Marcos llegó con un poco pasadas las 9:00h, y nos encaminamos a Santa Rosa. Había propuesto tomar la subida de la Loma de los Escalones desde el puente romano del arroyo Pedroche, siguiendo el trazado del Camino Mozárabe, cosa que hicimos. Por suerte conocía bien el trayecto, ya que la intensa niebla apenas nos permitía seguir las flechas amarillas, en especial una vez pasado el puente y el Molino de los Ciegos. Pronto llegamos a la zona de Torreblanca, donde el espanto constructor que ha destrozado la zona hizo mella en nuestro ánimo. La primera dificultad vino porque parte del trazado del Camino se encuentra perdido, vallado por una obra inconclusa. Esto nos obligó a desviarnos por una calle paralela al trazado, si bien pudimos recuperar el Camino poco después, para internarnos en una zona boscosa, donde hicimos la primera parada del recorrido.
Descendimos por el trazado trialero hasta retomar la carretera de la Virgen de Linares justo a su final. Siempre siguiendo las flechas amarillas, nos dispusimos a realizar el ascenso de la Loma de los Escalones. Subimos como buenamente pudimos el primer repecho de sendero quebrado, con una niebla que nos hacía gotear humedad condensada, y con 5.5ºC. Enormemente agradable.
Conseguí pasar las primeras paredes con un razonable éxito, pero a costa de desfondarme completamente, lo que pagaría posteriormente. Seguimos ascendiendo por el trazado de la calzada romana, con sus impresionantes cortados en la roca de la loma. Una vez pasada la primera pared, seguimos ascendiendo por un tramo algo más favorable, antes de llegar a la bifurcación que hay junto a un poste de la luz, donde empecé a pagar el esfuerzo del tramo anterior. A medida que íbamos ascendiendo se veía que la niebla estaba despejando en las partes altas, por lo que no debíamos de tardar mucho tiempo en salir de ella por encima.
Así fue, al llegar a la parte de los escalones de caliza asomamos a un día radiante por encima del banco de niebla. Pasamos los escalones con algún percance y haciendo bastante equilibrismo sobre la caliza mojada, lo que le daba un extra de complejidad a la subida. De esta manera asomamos a la parte superior de la loma, donde se encuentra la parte arrasada por la cantera en explotación.
Desde allí seguimos ascendiendo por el camino de cantera que lleva hasta la curva del Frenazo, en el trazado antiguo de la N-432. Hacía tiempo que no transitaba por allí, y tengo que admitir que no recordaba ese ascenso tan duro como se me hizo. Estaba empezando a arrastrarme sobre la bici. Por suerte, no mucho después llegamos a la Curva, donde hicimos una segunda parada, en la que Mané y yo aprovechamos para reponer algo de fuerzas a base de barritas de cereales.
Una vez descansados, y disfrutando de un agradable sol, continuamos nuestro ascenso, siempre ciñéndonos a las indicaciones del Camino Mozárabe, lo que implicó cruzar el viejo trazado del ferrocarril de Almorchón. Subimos por una parte bastante abrupta donde existe una placa que recuerda a Vicente Mora Benavente, gran impulsor del Camino Mozárabe, ya fallecido:
Durante un rato circulamos en paralelo a la vieja Nacional, hasta que llegamos al comienzo de la cuesta que tiene por mal nombre Arrastraculos, y que forma parte del trazado original de la calzada romana que veníamos siguiendo. Afrontamos razonablemente bien las primeras rampas del ascenso, aunque con gran cansancio por mi parte. Iba necesitando un descanso. Pese a ello, Marcos y Mané no se me fueron tanto como pensaba, y nos reagrupamos en la pared final de subida a la Ermita. Atacamos la pared con desigual éxito: Marcos consiguió subirla al segundo intento, Mané lo hizo a la primera, y por un inoportuno bloqueo de la rueda delantera me quedé en clavado en mitad de la subida. Creo que hubiera podido subirla, porque, como bien comentó Mané, era una cuesta más de pulmones que de piernas, y las piernas me habían respondido bien.
Desde la ermita bajamos hasta Cerro Muriano, pasando junto al comienzo de la vereda de la Posada del Pino, que atraviesa la finca de Villa Alicia. Como nos temíamos, el propietario tenía vallada de manera ilegal el comienzo de la vereda, imposibilitando el acceso a ella. De momento decidimos bajar hasta el Muriano, y allí hacer un descanso. Durante éste, que aderezamos con unas bien merecidas tostadas, nos encontramos con un grupo ciclista de amigos de mis compañeros de etapa. Les comentamos nuestra intención de pasar por Villa Alicia, cosa que nos desaconsejaron debido a los pleitos que desde hace tiempo mantiene el propietario, y las dificultades que pone a los transeúntes.
Aun así, decidimos volver a la vereda. Vimos que estaba completamente cercada por vallas, restos de escombros, que se había cavado una zanja para impedir el paso, y arrasado la cobertura vegetal para intentar hacer desaparecer el camino. Estuvimos dudando un rato, hasta que vimos en el topográfico un posible trazado a seguir, intentando evitar la casa principal. Dicho y hecho. Con la ayuda de mi amiga Roberta salvamos la cerca, y nos adentramos en una antigua cantera. Pronto salimos a un camino que habría de llevarnos hasta una edificación. Viendo que había coches decidimos dar la vuelta para evitar problemas. Volvimos al trazado original de la vereda, y nos encontramos otro coche apostado en ésta. Al oír ladridos de perros, y para evitar males mayores, volvimos sobre nuestros pasos y salimos de la finca. El segundo objetivo del día había quedado frustrado.
Así pues, bajamos de nuevo al Muriano, y tomamos a la izquierda la carretera que comunica con la variante de la N-432. Al llegar a la incorporación, nos detuvimos. Desde allí teníamos dos posibilidades: ir por la N-432 hasta divisar la vereda, que pasa por debajo de la Nacional, salir de ésta, y tomarla hasta su final, en la carretera del 14%; o bien tomar directamente la carretera del 14%. Optamos por la segunda opción, debido a la peligrosidad de la N-432, si bien con la idea de quedarnos con la zona en la que la vereda enlazaba con la carretera.
Afrontamos el ascenso por carretera. Rápidamente Mané empezó a sufrir sus ruedas de 2.35”, así como el llevar una doble suspensión, frente a las rígidas con suspensión que llevábamos Marcos y yo. No tardamos en abrir hueco, ante lo que tuvimos que moderar el ritmo. No era plan de descolgarnos.
Seguimos subiendo hasta llegar a la zona donde teníamos que tomar el desvío para el cortafuegos de Los Postes, entre el campo de tiro olímpico y la entrada al club de golf. Localizamos el desvío justo al final de la rampa existente, y nos dirigimos hacia la estación de control del gasoducto. Empezaba el descenso de Los Postres. Bajamos un primer tramo hasta unos postes eléctricos, donde disfrutamos de una impresionante vista del valle bañado aún en la niebla. Espectacular.
El primer descenso era terrible: con un enorme desnivel, erizado de pinos a nuestra derecha, con un abrupto barranco a la izquierda, y una curva a derechas al final del trazado. Al menos no se veía con tierra suelta. Mané tardó poco tiempo en decidirse a bajar, y lo hizo como un campeón.
Marcos lo afrontó poco después, con razonable éxito. Yo, por mi parte, tenía reciente la caída de hacía dos semanas en Avionetas Express, por lo que decidí bajar este tramo con algo más de tranquilidad. Desde abajo, la verdad, la vista tampoco animaba demasiado a lanzarse por él. Al menos, no con la bici que llevaba.
Teníamos aún más de 2,5 kms. de descenso por el cortafuegos por delante, y llevábamos ya 25 kms. de etapa entre pecho y espalda. El cortafuegos constituía una sucesión de bajadas aderezadas con ocasionales subidas que nos hacían desesperar. Empezábamos a acusar el esfuerzo de toda la jornada, y pasábamos ya de la una de la tarde. Y así, entre subidas y bajadas, llegamos al desvío. Al principio nos costó identificarlo, ya que era un sendero bastante estrecho que surgía a la derecha, pero las inconfundibles marcas de motocicleta, y la vista de la Meseta Blanca a nuestra derecha ayudaron a despejar nuestras dudas.
Afrontamos el cambio de terreno, pasando de descender por un cortafuegos a seguir un sendero de cazadores sobre los riscos de una loma, entre abundantes arbustos, y pasando por zonas embarradas que me hicieron temer por mi integridad física, merced a que mi cubierta trasera se había convertido en un bloque de barro uniforme. Y la caída, por un sendero que hacía equilibrios en una ladera enormemente empinada, no era precisamente moco de pavo.
Poco a poco nos íbamos acercando a nuestro objetivo: la meseta blanca. Pasamos por una zona de cuevas, en donde vimos a una solitaria oveja pastando. No pudimos menos que echarnos unas fotos. Primero en la entrada de la cueva…
…y después con la oveja:
Al fondo del valle pudimos ver una casa, justo a la que llevaba el cortafuegos de Los Postes. Pudimos ver que de la casa surgía un camino que llevaba a la N-432, pero no era plan precisamente de tirarse por esa cuesta abajo. Además, estábamos ya muy cerca de la Meseta. Retomamos nuestro camino, y llegamos hasta la ella. Pasaban de las dos de la tarde. Era la primera vez que estaba en ella, y las vistas eran espectaculares. No pude menos que echar una panorámica en 360º. La vista lo merecía:
A esas alturas me había quedado ya sin agua, y Mané se quejaba de estar hambriento. No era para menos. Llevábamos ya 5 horas de etapa, por lo que decidimos volver a Córdoba por la vía rápida: bajar de la Meseta por el descenso del Alimonao, y seguir por el valle del arroyo Pedroche hasta Puente de Hierro. De nuevo, una bonita bajada, muy técnica, y peligrosa en mi caso, por el abundante barro y la cubierta poco adecuada que llevaba atrás.
Una vez abajo, y un poco antes de llegar al cruce con el camino de la cantera de Santo Domingo, Mané empezó a quejarse de molestias en su rodilla izquierda. Seguimos descendiendo a un ritmo algo más relajado, pero no mucho después notó que la cosa iba realmente mal, con un dolor bastante intenso. Por suerte, nos encontrábamos ya muy cerca de Córdoba, pero esos últimos kilómetros lo pasó bastante mal. Así que a un ritmo bastante tranquilo llegamos hasta Puente de Hierro, y subimos hasta el Barrio Naranjo. Nos dirigimos a casa de Mané, donde lavamos las bicis, y dimos por concluida la etapa, al filo de las tres menos cuarto de la tarde.
El recorrido en Google Maps es el siguiente:
Ver 2011/01/30: Loma de los Escalones – Postes – Meseta Blanca en un mapa más grande
En cuanto a los datos de la etapa, son los siguientes:
Etiquetas: 14%, calzada romana, córdoba, cerro muriano, cortafuegos, gasoducto, loma de los escalones, los postes, los villares, meseta blanca, mtb, puente de hierro, puente romano, vereda de la posada del pino, villa alicia