Llevo ya un par de artículos sobre las pruebas que he estado efectuando con enlaces soportados con tecnología LoRa, y no podía postergar más el hablar sobre una tecnología que va un paso más alla: LoRaWan. LoRaWan, en líneas generales, es un protocolo de comunicaciones que, haciendo uso de tecnología LoRa, permite proporcionar conectividad a múltiples dispositivos que se basan en LoRa. La idea básica es que LoRa proporciona los enlaces punto a punto, mientras que LoRaWan proporciona una red de comunicaciones. Para ello se apoya en la definición de dos tipos de dispositivos, los nodos y los gateways. Los primeros son los dispositivos individuales -por lo general IoT- que actúan como clientes, enviado y recibiendo información de la red. Los segundos, por su lado, conforman la infraestructura que enlaza los clientes individuales con el resto del sistema, actuando como pasarela con redes convencionales como puede ser Internet.
En toda esta introducción la palabra importante es red. Mientras que en mis pruebas anteriores hacía uso de un par de dispositivos enlazados, aquí se trata de dar un paso más allá. ¿Y cómo haces uso de una red? Bueno, hay dos maneras: o la construyes, o usas una ya existente. La primera opción es viable en el caso de querer construir una red privada, para algún cliente o un proyecto concreto, pero en la mayoría de los casos no es un escenario realista. Pero en cuanto a la segunda, es esta la parte realmente interesante de los sistemas LoRaWan. Existen redes, tanto públicas como privadas, a las que es posible conectarse y hacer uso de las mismas. Y una de las redes abiertas más conocidas a nivel mundial es The Things Network, también conocida como TTN.
Cuando, de nuevo hace ya un par de años largos, adquirí mis dispositivos LoRa, cometí un error de novato. Pedí un dispositivo de 868 MHz y otro de 433. Algo que hacía perfectamente inútiles los intentos de comunicación entre ellos. Esa fue la razón para adquirir un segundo dispositivo de 433 MHz para mis pruebas de enlace punto a punto. ¿Pero qué hacer con el kit de 868 MHz? Podía comprar un segundo y hacer lo mismo, pero fue entonces cuando tuve noticias de TTN. Una red LoRaWan que permite el acceso gratuito a la misma para la transmisión y recepción de mensajes (aunque con límites de capacidad -fair use-), pero que para una transmisión de pruebas de un sistema IoT era más que sobrado. La pregunta es: ¿existía un despliegue de esa red en Sevilla? Y la respuesta es que sí.
Como se puede ver en el mapa de gateways, hay un buen nivel de cobertura de la red TTN en Sevilla capital y el Aljarafe… salvo en Santiponce. En efecto, hice algunas pruebas en casa, con resultados completamente infructuosos. Pero en la Isla de La Cartuja, donde está mi oficina, había cobertura teórica, y dos gateways en las inmediaciones, a unos 1500 y 1700 metros de distancia. Cerca del límite teórico del alcance de los Heltec, y más dentro de un edificio. Pero era cuestión de hacer la prueba. Así que aprovechando un día, al comienzo del confinamiento, en que tuve que desplazarme a la oficina por razones de continuidad de negocio, aproveché para hacer algunas pruebas de conexión.
Para ello hice uso de una librería específica que Heltec ha desarrollado para las conexiones LoraWan, además de registrar -paso obligado- mi dispositivo para obtener una licencia de uso de Heltec. Además de esto, es necesario registrarse en TTN y configurar una aplicación para poder hacer uso de la red, además de registrar tu dispositivo a fin de obtener una serie de identificadores únicos para los dispositivos que se habrán de conectar a la red. Se pueden seguir los pasos en el siguiente artículo: Heltec ESP32 Board + The Things Network. Y tras algunas pruebas, ajustes y apretar -metafórico- de tuercas…
…conseguí establecer de manera exitosa sendos enlaces con dos de los gateways cercanos a la Isla de La Cartuja. En concreto, a los ubicados en la Alameda de Hércules y la Plaza de la Encarnación, con una distancia máxima de algo más de 1700 metros desde mi ubicación, como se puede apreciar en la siguiente imagen:
La prueba no dio para mucho más, ya que tenía otros menesteres de los que ocuparme en la oficina, pero sirvió para demostrar que era posible trabajar con TTN y dispositivos Heltec, incluso haciendo uso de la antena de fábrica en condiciones adversas. En fechas posteriores, visto el éxito de la prueba en la oficina, realicé algunas nuevas pruebas de larga distancia desde Santiponce, tanto con antenas de fabricación propia (hasta la base está sacada con la impresora 3D)…
…como con antenas fabricadas por terceros:
En ninguno de los casos logré un enlace con ninguna de las redes de TTN en Sevilla o el Aljarafe. No es sorprendente, ya que la más cercana se encuentra a 7 km. de distancia de mi domicilio, y obstaculizadas por la orografía del terreno, y edificios que se interponen en la línea de visión directa. Además, en todos los casos he usado antenas omnidireccionales. Queda por realizar una prueba con antenas direccionales (estoy pensando en una tipo yagi), pero antes de eso, aún tengo que hacer pruebas con línea directa de visión y las antenas de las que actualmente dispongo. El lugar perfecto es el cerro de Santa Brígida, en Camas. Estoy deseando que podamos realizar más deplazamientos para acercarme con la bici y hacer estas pruebas.
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En la Semana Santa de 2015, fieles a una tradición que en 2015 cumplía 10 años, mi padre y yo nos volvimos a poner en marcha para completar una aventura jacobea. En este caso, se trataba de culminar el Camino Mozárabe entre Córdoba y Santiago de Compostela, del que ya habíamos hecho dos tramos:
Se trataba, en este caso, de culminar el tramo intermedio, entre Mérida y Zamora. 358 kilómetros a realizar en 6 jornadas, alternando asfalto, pista, senderos y -gracias, gracias, gracias- antiguas vías romanas que cruzan la Península de Sur a Norte, con 2000 años de historia a sus espaldas.
La fecha escogida, como en otras ocasiones, fue la Semana Santa, al disponer de una serie de días de vacaciones que facilitaban enormenente estas tareas logísticas. A fin de poder aprovechar la Semana Santa de manera íntegra, decidimos realizar entre el Sábado de Pasión y el Jueves Santo, y poder tener algunos días para otros menesteres: mi padre -el auténtico héroe- salir el Viernes en procesión con la Hermandad de Los Dolores, y yo pasar unos días de vacaciones en Galicia con Ana.
En esta ocasión, y para evitar dolores de cabeza, decidimos salir juntos desde Sevilla el mismo Viernes de Dolores. Tras finalizar mi jornada laboral, me dirigí a Santiponce, cerré la casa, y con la bicicleta ya preparada, me dirigí a la estación de autobuses de Plaza de Armas.
Mi padre, por su parte, tomó el regional entre Córdoba y Sevilla, para llegar a la estación de tren de Santa Justa. Desde allí cruzó Sevilla hasta llegar a Plaza de Armas, donde nos encontramos. El día era caluroso y seco. Qué diferencia con la Semana Santa de 2013. No había color.
En Plaza de Armas empaquetamos las bicis y nos dispusimos a esperar el autobús. Era un día de mucho trasiego de viajeros, y se notaba. Comienzo de vacaciones para muchos, y de aventuras para unos cuantos, entre los que nos encontrábamos. Las aventuras, en realidad, empezaron pronto. El autobús venía con retraso, a resultas de lo cual no llegamos hasta Mérida hasta el filo de las once de la noche. Al menos no tuvimos que preocuparnos de buscar restaurante para cenar, ya que lo hicimos en una de las paradas del autobús. Y, al llegar tan tarde, pudimos captar alguna bonita fotografía del Puente Lusitania, desde el Puente Romano de Mérida. Que hubiera sido el interesante de fotografiar, pero no se puede tener todo…
La noche en Mérida la pasamos en el Hotel Nova Roma, que ya conocía de haber visitado Mérida con Ana unos años antes. Céntrico y con un precio razonable, nos permitía hacer una salida temprana desde una ubicación inigualable en nuestra primera jornada.
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Esta tarde la Naturaleza nos ha regalado una puesta de sol espectacular. Espero que os guste.
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Ayer estuve dando una vuelta por Sevilla con Ana, donde pude tomar la siguiente imagen:
Una puesta de sol de las que -de cuando en cuando- nos regala Sevilla.
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El domingo 14 de abril realicé una nueva salida ciclista con Miguel y Sergio. Esta vez escogimos realizar una ruta plana, con la idea de hacer kilómetros: la Vía Verde de los Alcores, por la que ya había rodado en 2010. Empezamos la etapa al filo de las 17:15h, con un poco de retraso con respecto al horario previsto. La tarde se presentaba calurosa y con mucho viento, pero sin mayor inconveniente para rodar.
Así pues, dejamos atrás el lugar donde habíamos estacionado los coches, junto a la entrada de la vía verde, a la altura de Autocaravanas Hidalgo, y nos dispusimos a rodar. Lo primero que advertimos es que el terreno, pese a las lluvias de semanas anteriores, se encontraba bastante seco. Tanto fue así, que pronto empezamos a encontrarnos abundantes trampas de arena, que hacían presagiar lo peor. Salvamos como pudimos estas trampas, para encontrarnos poco después que éstas se alternaban con tramos embarrados. Estábamos teniendo lo peor de ambos mundos. Y eso que aún estábamos en la cornisa de los Alcores, y no habíamos llegado a los tramos de campiña cercanos a Carmona que, según habíamos escuchado, habían sido poco menos que impracticables en invierno a causa del barro arcilloso.
Mantuvimos un ritmo bastante alegre, de 21 km/h de media, hasta pasado El Viso del Alcor. A partir de este punto se inicia un descenso que lleva a las planicies de campiña que anteceden a Carmona. Allí encontramos restos de lo que nos habíamos temido: la pista se encontraba bastante rota por haber rodado por ella vehículos agrícolas cuando se encontraba enfangada. Había grandes roderas, resecas ya y bastante quebradizas, que hacían complicado rodar por ellas, y dejaban testimonio del infierno que podría haber supuesto el rodar por allí las semanas anteriores.
Por lo demás, el camino, excepción hecha del calor, no tuvo mayor novedad hasta que llegamos a la altura de la antigua estación de Carmona-Valle, fin de la vía verde, y que se encuentra prácticamente derruida. Ya que estábamos allí, no podíamos menos que subir a Carmona. Tomamos el antiguo camino que comunicaba la estación con la carretera de Marchena, y desde allí enlazamos con la antigua N-IV. Aunque mi idea original era entrar en Carmona por la Puerta de Córdoba, al final la N-IV nos acabó llevando a la Puerta de Sevilla, donde hicimos una parada, al frescor de sus venerables piedras. Eran las 18:35h.
Reanudamos la marcha, a fin de volver a Alcalá antes de que se nos echara la noche encima. Atravesamos el casco antiguo de Carmona, pasamos junto al Alcázar del Rey Don Pedro, y salimos -esta vez sí- de Carmona por la Puerta de Córdoba, donde no pude resistir el detenerme para posar junto a la Puerta:
Y ya que estábamos allí, no pudimos menos que salir de Carmona descendiendo por la Vía Augusta, de la que aún se observaban restos de calzada, aunque gran parte de ella ha sido encementada, atendiendo a no sé cuál criterio de conservación arqueológica, la verdad.
Una vez pasamos el puente romano, tomanos de nuevo la N-IV, para salir nuevamente a la carretera de Marchena, y volver a enlazar con la Vía Verde. La vuelta por la vía fue ligeramente diferente a la ida. La temperatura había bajado considerablemente, a la vez que el viento, por lo que era más cómodo rodar. Sin embargo, la zona se encontraba infestada de insectos, por lo que casi no podíamos hablar, a riesgo de acabar con la boca llena de bichos. Aunque hubiera sido una manera alternativa de lograr proteínas.
Aun así, el rodar fue bastante alegre, con medias cercanas a los 20 km/h. Salvamos los últimos tramos de trampas de arena, en los que casi nos quedamos encallados, y en uno de los cuales Miguel tomo un trazado alternativo que lo hizo circular un tramo campo a través, para acabar llegando a los coches a las 20:40h, tras 54 kms. de etapa.
Los datos de la etapa son los siguientes:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Vía Verde de Los Alcores
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