Grabación del recorrido en bici efectuado con Fernando y Slava el 16/04/2023 por la pista del parque eólico de Monte Seixo, tomada a vista de dron. Realizada con un dron DJI Mini 3 Pro.
Música: SoundCarousel, de Pixabay
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Tras la restauración que realicé recientemente sobre una Super BH L6000, no podía tardar mucho en probarla. Aprovechando que el 4 de mayo era festivo en Sevilla, y no tenía por tanto que trabajar, aproveché para salir a hacer una salida corta y probar sensaciones. Salí de Forcarey por la Chamosa, para subir por carretera hasta Las Casetas. El rodar con la bici era bastante agradable, aunque como es un cuadro pequeño, la notaba bastante nerviosa. Sin embargo, no estaba teniendo el principal problema que había estado temiendo, que era el que la rueda delantera me tropezara con los rastrales al girar, ya que al tener el tiro tan corto, había notado que podían llegar a tropezar. Y si bien es cierto que esto era algo que podía darse girando muy en redondo a baja velocidad, con un ritmo normal de pedaleo no se estaba dando. Ya en Las Casetas, enganché con el recorrido del Camino Miñoto Ribeiro, con la declarada idea de ir hasta Quintillán, si bien no me pude contener, he hice una primera parada en Levoso, junto a una preciosa casa de piedra.
Pasado Levoso, pude comprobar algo que ya había estado temiendo, también. La bici frenaba poco en bajadas abruptas. Cierto es que las pastillas estaban aún nuevas, pero las sensaciones no eran buenas. Sin embargo, el rodar por campo sí que lo era.
Pasé la cascada de Quintillán, y me dirigí hacia la Ermita de San Amaro, donde también paré.
Desde la ermita, volví un poco sobre mis pasos, para tomar una pista a mano izquierda que subía por la montaña, para volver a Quintillán. La pista picaba bastante en algunos momentos, y tuve la oportunidad de probar la combinación de 36×50 que había montado. Suficiente para subir, pero el cambio no acababa de ir del todo fino, y saltaba un poco. Tras intentar algunos ajustes, de manera infructuosa, decidí continuar usando como máximo el 42.
Regresé a Quintillán rodando por un terreno mixto de pista forestal y camino asfaltado, que hicieron las delicias de la bici, y es que está diseñada para rodar exactamente por este tipo de superficies. Estaba siendo un acierto total, aunque notaba el manillar algo más estrecho de la cuenta. No el balde era el que había recortado para mi añorada plegable irlandesa.
Regresé a Forcarey por carretera, volviendo por Rozados, ya todo por carretera, y tomé un estupendo café con leche en la plaza del ayuntamiento. Recapitulando, tenía tres puntos claros de mejora: la patilla del cambio, los frenos, y el manillar. En lo referente al primero, tenía claro lo que hacer: había tenido que hacer uso de dos extensiones de la patilla del cambio. Encargué un solo extensor de mayor longitud, que me llegó al día siguiente. Aparte de ponerlo, aproveché para rectificar un poco la posición de la patilla, que tenía pinta de estar algo doblada. Requirió algo de trasteo, pero acabé por dejarlo todo fino. En cuanto al segundo, pedí pastillas de freno nueva, de tipo V-Brake. Pude colocarlas en el freno trasero, pero no acababan de entrar en el delantero. De momento ha quedado una configuración mixta que no me hace muy feliz, pero frena mejor. Y en lo que se refiere al tercero, subiré desde Sevilla otro manillar que tengo, más ancho, proveniente de la Fuji. Ya veremos si lo cambio. En la siguiente foto ya se aprecian los cambios comentados:
Pasados unos días, hice una nueva prueba, esta vez por Monte Seixo. Una salida corta, desde la subestación eléctrica. Fue un recorrido sencillo y corto, hasta la capilla de Santa María, primero, y después hasta el Mirador de las Tres Rías. Como el día estaba tremendamente despejado, se pudo disfrutar de una salida estupenda.
He aprovechado, también, para rodar un vídeo en las ubicaciones indicadas. Espero que os guste.
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El sábado 5 de febrero, ya de vuelta en Forcarey, realicé una pequeña pero divertida etapa en el cercano Monte Seixo, una pequeña gran maravilla que tenemos cerca de Forcarey. El punto de partida iba a ser la iglesia de San Miguel de Presqueiras, de donde ya había partido en otra ocasión. Pese a que las semanas anteriores habíamos tenido unos días perfectos, despejados y enormemente agradables, la mañana amaneció con nubes bajas, lo que era especialmente destacado en el caso de Monte Seixo: iba a tener bruma en la cima.
Así pues, cargué la bici en el Toyota y me dirigí a San Miguel, donde dejé aparcado, y comencé la etapa pasadas las 9:30h. Empecé, como es casi siempre en esta bendita tierra, en subida. Tomé una de las pistas de mantenimiento de las antiguas minas de Presqueiras, pero esta vez fui a la derecha, hacia Carballás, a diferencia de la vez anterior que había estado rodando por la zona. Pronto estuve subiendo por pista de monte, hasta llegar a un vado sobre un arroyo, cerrado por una cerca cinegética, que no hay mayor problema para abrir.
Cerrada de nuevo la cerca, se continúa avanzando por los antiguos caminos de la mina. Pese a estar abandonados, conservan la vieja señalización, así que no es extraordinario encontrar caminos señalizados con STOPs, aunque sí bien sorprendente.
En las cercanías de Carballás alcancé la pista que una vez bajé cubierta de nieve. Esta vez tocaba hacia arriba, así que había que tomárselo con paciencia. Era la primera vez que probaba realmente en serio la nueva transmisión 1×9 que monté hace algunas semanas, y tengo que decir que se portó admirablemente, y eso que no me quedó más remedio que echar mano bien pronto de los piñones más altos. Y es que la subida, con rampas que llegaban a superar el 17%, no era cosa para pusilánimes.
Así, tras un rato de subida bastante intensa, salí de la pista, para acabar llegando a la carretera asfaltada. No estaba mal, pero aún quedaba la mitad de la subida hasta la subestación. Había dejado atrás la tierra, pero aún me esperaban rampas del 14%, temperaturas que habían caído a los 5ºC, la bruma y, sobre todo, el viento, que más cerca de la cumbre se dejaba notar.
La subida fue bastante bien. La nueva transmisión se adaptaba suficientemente bien a las distintas rampas de subida, y no notaba problemas de desajuste ni fenómenos extraños. Al llegar arriba, incluso tuve la sorpresa de que el cielo estaba abriendo. Iba a tener, pese a todo, un buen día. Pero con mucho viento. Mi idea original era subir hasta la subestación y desde allí bajar hacia Fontgrande, para tomar el camino de la vieja mina de wolframio. Pero habiendo subido hasta ahí arriba, y teniendo un dron en el camelback, quería hacer y grabar algo más interesante: Portalén…
…Marco do Vento…
…y el Ara Solis de la cumbre.
Así que me encaminé para allá, saqué el mini-dron, y tras pelearme un rato con el viento, pude rodar algo bastante decente:
Por desgracia, el viento era demasiado fuerte, así que descarté grabar el Ara Solis, quedándome sólo con Portalén y el Marco do Vento desde lejos. Me llamaron la atención un par de cosas: la primera, que ya no había ofrenda alguna en Portalén, como había podido ver otras veces. La segunda, una llamativa agrupación de piedras cerca del Ara Solis:
Finalizada la excursión, volví sobre mis huellas hasta llegar a la subestación, y allí tomé la pista que desciende hacia Fontegrande, pero antes de descender me desvié hacia el mirador de la mina. A esas horas tenía ya una vista estupenda del valle del Lérez.
¡¡¡Lo malo es que para volver a la pista iba a tener que subir una pared!!!
De vuelta en el camino principal, bajé hasta Fontegrande. Una bajada bastante rápida y trepidante. Una vez llegué al camino de la mina, dejé atrás la pista, y me dirigí a aquélla. Al llegar a la zona de la mina, donde ya había estado la semana anterior haciendo senderismo, no pude localizar -como aquella vez- la zona donde se supone que está el camino que lleva a las antiguas edificaciones de la mina, ya que se encuentran completamente comidos por la maleza. Además, en esa vertiente de Monte Seixo el viento seguía siendo muy fuerte, por lo que abandoné la idea de volar el dron y obtener una grabación de la zona: en caso de perderlo ahí entre la vegetación no iba a poder recuperarlo sin hacerme antes filetes al intentar pasar por los tojos.
Así pues, retomé el descenso, para llegar a la carretera a la altura de Alfonsín. Una buena bajada, que vale la pena recordar. Desde allí, el resto de la etapa consistió en volver a San Miguel de Presqueiras por carretera, y llegar a donde tenía aparcado el coche. La etapa totalizó casi 26 kilómetros en una hora y tres cuartos de tiempo de pedaleo. Y un vídeo estupendo.
Datos de la etapa:
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El 17 de enero realicé una nueva etapa en las cercanías de Forcarey: se trató de una nueva subida al Parque Eólico de la Sierra de Cando, pero por una pista distinta, y saliendo desde Cercedo. Bajé desde Forcarey a Cerdedo en coche, y aparqué en la travesía de la Nacional que atraviesa el pueblo. Empecé a rodar a las 9:32h, con -1.5ºC y una humedad del copetín, a una altitud de 371 msnm. La mañana iba a estar fresquita, pero no iba a tardar mucho en entrar en calor. Tras una primera bajada hasta cruzar el Río do Castro, y pasar a su margen derecha. Y tras la bajada, la inevitable y criminal subida, con rampas superiores al 14%, hasta la aldea de Meilide, a 421 msnm. Desde allí la pendiente afloja bastante, pero se ve reemplazada por una subida constante, por carretera, de unos 4 kms. hasta encontrar un primer falso llano. Y con carretera helada.
Tras un poco de descanso, se llega a la aldea de Cavadosa, donde se encuentra la primera sorpresa del día: las cascadas, en el mismo casco urbano de la misma. Existe una senda que se puede seguir, arroyo arriba, para ver más cascadas, pero en mi caso, y dado que iba a tener subida sobrada a lo largo del día, decidí quedarme en la primera, que ya valía mucho la pena.
Una vez pasada la cascada, se vuelve a retomar el ascenso, siempre por carreteras secundarias, para llegar, 1’2 kms. después, a la aldea de Cima de Vila, a 624 msnm. Mal nombre, ya que -lejos de ser la cima- no es sino el punto inicial del ascenso a Monte Seixo.
Un muy duro ascenso, una vez cruzas un paso canadiense, por pista de tierra con rampas del 18%, que dura algo más de 3 kms. hasta llegar a la Capilla de Santa Mariña. Por el camino hay una nevera, que no pude visitar, al haber una partida de caza en la zona que imposibilitaba salirse de la pista.
Una subida tremenda, tanto por la belleza como por la dureza de la misma, a 931 msnm.
La zona tiene unas vistas estupendas, y pese a lo frío de la mañana, en la que aún se podía encontrar hielo de las pasadas nevadas, permitía contemplar unas vistas estupendas del entorno, y de la propia capilla.
Desde la capilla tenía un par de alternativas: dirigirme hacia el noreste, camino de Portalén, y bajar por la aldea Carballás, o bien dirigirme al suroeste, alcanzar el Mirador de las Tres Rías, y descender del monte por la vertiente de La Lama. La presencia de la partida de caza en las cercanías de Portalén me hizo decidirme por esta segunda opción. Y no puedo menos que alegrarme de ello.
Decidido el rumbo a tomar, seguí por la pista del parque eólico, que no ofrece dificultad alguna para ubicar el camino correcto. Se empieza con una divertida bajada de unos 800 metros, para luego volver a ascender otro tanto. Llegué en primer lugar a una agrupación de piedras muy llamativa: dados los antecendentes de la zona, bien podría ser algún tipo de túmulo celta, o bien piedras sobrantes de la construcción de la pista del parque. En cualquier caso, llamaba la atención.
Pasado el grupo de piedras, se sigue en ascenso, para llegar poco tiempo después al desvío al Mirador de las Tres Rías, donde se puede divisar, en un día claro, las rías de Vigo, Pontevedra y Arosa. En mi caso, se divisaban bien las dos primeras, e incluso llegaba a atisbarse entre la bruma el Puente de Rande. En cuanto a la de Arosa, por desgracia estaba algo cubiera de nubes, por lo que su visibilidad no era buena. Aun así, era una vista espectacular. Y no era para menos, ya que se trataba de la cota máxima de la etapa, a 965 msnm.
Una vez dejado atrás el mirador, empieza una estupenda bajada. Pasados tres aerogeneradores se acaba la pista del parque eólico, y se baja por un antiguo camino que es una delicia para realizar descenso. No pude menos que alegrarme de la presencia de la partida de caza, que posibilitó que conociera este espectacular descenso, en el que pude encontrar hasta caballos salvajes. Y algún que otro caballo de vapor, en un sitio donde no pensarías en encontrarlo.
La bajada termina en las cercanías de la aldea de Barbeira. Desde allí hay que recorrer unos 6 kms. de carretera secundaria, con abundantes subidas y bajadas, hasta volver a alcanzar A Cima de Vila y desde allí, una bajada casi constante que nos devuelve a Meilide, pasando por Cavadosa, Abelaindo y la propia Meilide. Por último, se vuelve a bajar hasta el puente sobre el río do Castro, para finalizar en subida en Cercedo, para totalizar 33’2 kms de trepidante etapa.
Datos de la etapa
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