La última de las etapas de la semana -y del año- fue una etapa algo más relajada que hice con mi padre. Finalmente me he dejado convencer para realizar el año que viene el Camino de Santiago desde San Juan de la Peña, en Huesca, por lo que mi padre ha comenzado a entrenarse para hacer un buen papel en el recorrido. Así que cuando me propuso salir a rodar con él por la Sierra no pude negarme.
Empezamos la etapa a las 9:25h, con un buen plato de apertura: la subida del Brillante, y la carretera de Villaviciosa hasta el Lagar de la Cruz. Como en los días anteriores, nos encontrábamos con una mañana completamende despejada, y muy fría. Realizamos el ascenso por carretera a un ritmo contenido, sin prisa pero sin pausa, que nos hizo estar en el Lagar en hora y media de pedaleo, con tan sólo una pequeña parada a la altura del colegio La Aduana, en donde estuve viendo con mi padre la zona en la que él veraneaba de pequeño, y en la que existe una vereda de la carne que permitía a los curas de La Aduana bajar hasta el Cerrillo a coger el autobús, sin tener que bajar por carretera. Vereda que, dicho sea de paso, sería interesante recuperar.
Apenas nos detuvimos unos minutos en el Lagar, para seguir a continuación a la siguiente parada de nuestra etapa: las fuentes del Bejarano. Seguimos, como es preceptivo, las indicaciones del GR-48, y así atravesamos las Siete Fincas por asfalto, para tomar poco después la vereda pecuaria que lleva por campo hasta el cortijo del Bejarano. Como siempre, un recorrido magnífico por bosque de dehesa cordobesa.
Llegamos a las Fuentes del Bejarano a las 11:15h, sin ningún percance digno de mención. Como en los días anteriores, nos encontramos rodando prácticamente en solitario por la Sierra, como hacía muchos años que no me pasaba. Una magnífica manera de disfrutar del día.
Desde las Fuentes nos dirigimos a Trassierra, siguiendo igualmente el trazado del GR-48. Llegamos a Trassierra al filo del mediodía, y nos pegamos -como es preceptivo- un buen homenaje a base de tostadas. Esta vez junto a un buen fuego, ya que la mañana lo pedía a gritos.
Tras el merecido reconstituyente, emprendimos los compases finales de la etapa. Decidimos desandar nuestros pasos, y retroceder por el GR-48 hasta el cruce con el camino que lleva hasta la Fuente del Elefante. Rodamos en un agradable sube y baja hasta la Fuente, antes de seguir en dirección al Cortijo del Caño del Escarabita.
Salimos, con bastante barro, a la entrada de la urbanización Torrehoria. Allí tomamos la pista de cemento que bordea la urbanización hasta la entrada del Mirador de las Niñas, y emprendimos la vuelta a casa. Giramos a la derecha en dirección al cruce de Trassierra, y realizamos el descenso por la carretera de la Albaida, para volver a casa por el Tablero, a donde llegamos pasadas la 13:30h.
Los datos de la etapa son los siguientes:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Lagar de la Cruz – Fuentes del Bejarano
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El pasado 4 de diciembre (cuánto ha llovido ya, dicho sea de paso), salí a rodar con mis amigos de Córdoba. Esta vez tuvimos una nueva incorporación al grupo: Inma, la hermana de Ángel. Por lo demás, completamos la partida Javi Balaguer, Mané, Carlos y yo. En esta ocasión, y por distintos avatares, los demás no pudieron acompañarnos.
Empezamos la etapa a las 9:35h, con una temperatura que no llegaba a los 10ºC, en una mañana clara y despejada. Empezamos con un bonito ascenso para abrir boca: la subida de Los Morales. Carlos llevaba en riguroso estreno su doble plato en la bici de descenso, lo que en la subida que teníamos por delante le iba a ser de una considerable ayuda. La subida por Los Morales iba a ser, como de costumbre, dura, exigente, y tremendamente fatigosa. Pero era algo que, por conocido, no nos iba a echar para atrás, ni mucho menos. Como no echó para atrás a Carlos, que subió como un campeón con su bici de descenso, y a Inma y Javi, que pese al tiempo transcurrido sin salir en serio, demostraron un pundonor más que sobrado.
Llegamos al Lagar de la Cruz al filo de las 11:00h, tras casi hora y media de subida. La mañana seguía siendo fría, y nos encontramos con la sorpresa de que el cruce del Lagar estaba tomado por la Guardia Civil: esa misma mañana se disputaba una marcha de fondo a Las Ermitas. Hicimos una primera parada en el Lagar para reponer fuerzas. Aún teníamos por delante un recorrido interesante: atravesar las Siete Fincas hasta las Fuentes del Bejarano, para posteriormente dirigirnos -si íbamos con tiempo- hasta Santa María de Trassierra, y volver a Córdoba por el Bosque de Fangorn y Montecobre.
Reanudamos la etapa a las 11:30h, aún con bastante frío, pero acompañados por el sol. Hicimos un rápido descenso por la pista asfaltada de las Siete Fincas, observando que seguíamos las marcas rojas y blancas del GR-48, nuestro viejo amigo. Y precisamente por seguirlas, cometí un error en el recorrido previsto: nuestra intención era llegar a las Fuentes del Bejarano por la senda que conduce a ellas directamente, girando a la izquierda por una de las calles de la urbanización. Sin embargo, al seguir estrictamente las marcas del GR-48, no tomamos el desvío a la izquierda, sino que seguimos por la pista principal, hasta que se transformó en una pista de tierra. Cuando nos percatamos del error, tras una bajada trepidante, no era cosa volver atrás. Y además, era una buena manera de llegar al Bejarano por una pista que no habíamos recorrido.
Seguimos pues, hacia delante, y acabamos llegando igualmente al Bejarano al filo del mediodía,tras un pequeño rodeo no previsto. Aunque en realidad las Fuentes del Bejarano habían quedado fuera de nuestro recorrido, no vacilamos en ir expresamente hacia ellas. Total, estaban sólo a un centenar escaso de metros.
Y es innegable que que el desvío merecía la pena: la zona se encontraba en pleno esplendor del otoño. Lamentablemente, la mañana se nos estaba empezando a echar encima. Como en ocasiones anteriores, teníamos que volver apresuradamente a Córdoba. En este caso, teníamos que estar de vuelta a las 13:30h, ya que Inma tenía que pasar por casa de su hermano antes de que éste se fuera. Aún así, no pudimos dejar de realizar otro pequeño desvío por la vereda del Vado del Negro, hasta las cercanías del cortijo del Bejarano. Mané nos había asegurado que merecía la pena hacerlo.
Y tengo que reconocerlo: había acertado de pleno.
Lamentablemente íbamos con el tiempo algo justo, por lo que optamos por prescindir de la parada de Santa María de Trassierra. En lugar de ello, bajamos directamente a la Fuente del Elefante, a donde llegamos a las 12:30h. Llevábamos a esas alturas 15 kms. de recorrido.
La última vez que había realizado esa bajada, rompí el tornillo que sujetaba los platos al eje del pedalier. Por suerte, lo descubrí al llegar a la fuente, y no a media bajada.
Dejamos atrás rápidamente la fuente, pasamos junto al Lagar del Caño del Escarabita, y avanzamos en dirección al Pinar de Torrehoria. La pista se encontraba llena de charcos embarrados, y allí Javi sufrió un pequeño percance, afortunadamente sin consecuencias más allá de un poco de barro. Una vez en la urbanización, descartamos atravesar el Bosque de Fangorn, y en su lugar optamos por tomar la pista que conduce hasta la entrada del Mirador de las Niñas, y hacer la bajada directamente.
A esas alturas de la etapa, Inma, Carlos y Javi empezaban a notar el peso de los kilómetros, especialmente los dos primeros. Aún así, seguían demostrando una entereza envidiable. Llegamos a la entrada del Mirador a las 13:00h, y sin solución de continuidad nos dirigimos al comienzo de la bajada hasta la Torre de las Sietes Esquinas. No teníamos tiempo que perder. Hicimos ese tramo de la bajada en compañía, pero nos dividimos para el siguiente: Javi y Mané bajaron por Montecobre Express, y Carlos, Inma y yo por la bajada normal. En mi caso, esperaba poder grabar a Javi y Mané realizando la bajada Express. Sin embargo, me había dejado encendida la cámara en la bajada de la Fuente del Elefante, y había agotado la batería. Por desgracia, sólo lo descubrí al llegar a casa.
Tras “grabar” a Mané y Javi, realicé un descenso frenético hasta el punto de encuentro. Demasiado frenético, ya que dejé atrás a Carlos e Inma. Y ambos, al no conocer bien la bajada, se despistaron en la Casa de la Ventana, y a punto estuvieron de perderse por los agrestes montes cordobeses. Afortunadamente pronto dieron con la bajada buena, y reanudamos la bajada, esta vez por carretera, camino de La Albaida.
Regresamos a Santa Rosa a las 14:00h, algo más tarde de lo previsto. Carlos e Inma se dirigieron a casa de Ángel, mientras que Mané, Javi y yo fuimos a por otra clase de destino:
Poco después se nos unió Carlos, y cerveza mediante, dimos por terminada la etapa.
Los datos de la etapa son los siguientes:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Los Morales – Fuentes del Bejarano – Montecobre
Etiquetas: bejarano, córdoba, fuente del elefante, lagar de la cruz, los morales, mirador de las niñas, montecobre, mtb, torre de las siete esquinas
El pasado 25 de junio Mané y yo por fin conseguimos realizar una etapa nocturna. Llevábamos tiempo preparándola, con ganas de salir a rodar, y con el material preparado, pero entre unas cosas y otras no habíamos podido organizar el recorrido. Pero ese fin de semana iba a ser la definitiva. Y aunque en principio íbamos a ser cuatro los que acometeríamos la etapa nocturna, finalmente nos quedamos en dos. Pero ni eso iba a detenernos.
Empezamos la etapa a las 20:30h, con un calor sofocante, y con algo de aire en contra. Bajamos al Cámping, para coger desde allí el camino del canal del Guadalmellato. Nos encontramos a Ángel y Juan. Ángel no había podido venir a rodar con nosotros, y el pobre se veía que se moría de ganas por venir. Pero no sería en esa ocasión. Una vez entrados en el canal, nos dirigimos hacia Medina Azahara, nuestra primera parada. Fueron casi 8 kms. de llaneo por el canal, antes de empezar la primera de las subidas. La subida hasta Medina Azahara es engañosa. Se hace por carretera, que se dirige en línea recta a la sierra, perpendicularmente a las curvas de nivel. Esto produce la sensación de que apenas vas subiendo, cuando en realidad en algo menos de 2 kms. subes desde 130 m. de altitud hasta los 226 de la entrada del yacimiento, con una rampa máxima del 19.6% al alcanzar una curva a izquierdas, antes de la cuesta de San Jerónimo. Con razón íbamos con la lengua fuera, pese a que habíamos llegado a la zona justo en el momento en el que el sol se ocultaba tras la mole del Alto de San Jerónimo.
Nos detuvimos a la entrada del yacimiento unos minutos, lo justo para recuperar algo el resuello, y que Mané pudiera usar su inhalador para el asma. Teníamos una interesante subida por delante, que no queríamos hacer a oscuras. Y sí, lo de interesante es un eufemismo. Hacía muchos años que no realizaba esa subida, pero la recordaba escalofriante: primero hasta la entrada del Monasterio de San Jerónimo de Valparaíso, donde cada rampa brutal era sucedida por otra aún peor. Y desde el monasterio, justo cuando creías que no podía ser más horrible, veías aparecer el camino a tu izquierda, con una pendiente que no cabe más que calificar de absurda.
El primer tramo, hasta la entrada del monasterio, fue apenas un kilómetro de pista que me hizo recordar por qué a veces odio este deporte. No en balde subimos 133 metros, lo que da una bonita pendiente media del 12’5%, con rampas del 21’3%. Pero lo hicimos. Llegamos hasta la entrada del monasterio, que no cabía menos que inmortalizar:
Sin detenernos demasiado, afrontamos el espanto que teníamos por delante: la subida al Alto de San Jerónimo. 1300 metros de pista con una pendiente media del 13%, y una máxima del 29’8%. Al menos la pista se encontraba en excelentes condiciones. Pero eso no quitaba que en las rampas más duras teníamos que inclinarnos hacia delante porque la rueda delantera perdía contacto con el suelo. Mané incluso tuvo que reducir el recorrido de su horquilla hasta los 120 mm., cosa que hacía mucho tiempo que no se veía forzado a hacer. Pero lo hicimos. Realizamos todo el ascenso del tirón, salvo un segundo que aprovechamos en un descanso de la cuesta para observar la torre de la iglesia del monasterio desde arriba. Llamaba bastante la atención, sobre todo teniendo en cuenta que apenas 400 metros antes la habíamos visto desde abajo.
Una vez terminamos el ascenso, abandonamos la pista, tomando un sendero que conducía a mano derecha. Ese sendero conduce directamente al vértice geodésico que indica la posición exacta del Alto, y se encuentra cortado desde hace años por una infame trinchera reforzada con barras de hierro, en un vano intento de impedir el paso. Nos limitamos a bordearla, y nos detuvimos para tomar unas fotos.
Ya había caído la noche, y era hora de sacar las luces: Mané su lupichin, y yo mi lupichin casera, realizada con un LED de 1000 lumens y una batería de 10.000 mA. Y aunque el LED que llevábamos era el mismo, en luminosidad tengo que admitir que no había color. la configuración de sus baterías, que proporcionan 7.4 V, y el uso de una buena lente obraban maravillas. La mía, por el contrario, con sus 3.7 V se portaba bien, aunque dispersaba demasiado la luz; pero en esas condiciones necesitabas algo más que “bien“.
Bajamos desde el Alto hasta el cruce de Trassierra, y desde allí nos internamos en el segundo sitio llamativo de la etapa: el bosque de Fangorn. Entramos a las 22:15h, y allí no sólo era noche cerrada, sino que parecía que la luz nunca hubiera alcanzado el lugar… salvo por las luces de club de carretera que llevábamos con nosotros. De hecho, eran demasiado potentes: la luz de Mané empezó a recalentarse, por lo que se vio forzado a bajar el voltaje a los 3.7 V, lo que hacía que nuestras luces estuvieran más parejas. Seguimos con el ascenso, hasta que alcanzamos un pequeño claro en lo más alto del bosque, lugar donde nos detuvimos a cenar a base de bocata.
El lugar era espectacular, y parecía que en cualquier momento un aparecido pudiera hacer acto de presencia…
…aunque seguro que al vernos con esas pintas salía corriendo despavorido.
Tras saciar nuestra hambre, volvimos a la carga, realizando un descenso por el bosque hasta llegar a la entrada de la urbanización de la Virgen de la Cabeza. En el tramo de llaneo junto a la carretera Mané sufrió un pequeño impacto con un árbol, que lo tuvo un rato fastidiado. Sin muchas más ceremonias tomamos la pista que conduce hasta el lagar del Caño del Escarabita, donde giramos a mano izquierda para dirigirnos hasta la fuente del Elefante. Y desde allí, en la oscuridad más absoluta, iniciamos la subida que, a mano derecha, lleva hasta las fuentes del Bejarano. Pasaban ya de las 23:00h, y era la primera vez que Mané realizaba ese recorrido. Y yo, por mi parte, hacía ya muchos años que no lo hacía. Por suerte llevaba mi buen tomtom, dispuesto a indicarnos el camino si la pifiábamos en la oscuridad.
Por suerte, no fue así, y pudimos seguir los carteles indicadores sin mayor inconveniente. A esa hora la temperatura era enormemente agradable. La verdad, costaba comprender cómo no habíamos realizado una etapa nocturna con anterioridad. Terminamos el ascenso, y emprendimos una ligera bajada hasta llegar al arroyo Bejarano. Estábamos a punto de llegar al lugar crucial de toda la etapa: el primer venero del Bejarano.
El primer venero del Bejarano no es más (ni menos) que el rebosadero del acueducto romano Aqua Augusta, o de Valdepuentes, del siglo I d.C. Llegamos hasta él después de cruzar el cauce del arroyo, girando a mano derecha. Y ahí estaba, en toda su belleza. Belleza que tuve la suerte de poder plasmar en una imagen:
Tan sólo por obtener esta imagen ya habría valido la pena realizar todo este recorrido. Era una deliciosa guinda para el pastel. Pero por desgracia no podíamos detenernos demasiado. Pasaban ya de las 23:30h, y aún teníamos que volver a Córdoba. A esas alturas llevábamos 18’6 kms. de etapa, y teníamos al menos otros 12 por delante.
La vuelta, al menos, estaba bastante clara: remontaríamos el Bejarano para dirigirnos a las Siete Fincas, y salir por las Dos Columnas. Y desde allí, bajada a Córdoba por Los Morales. Un buen trayecto, pero que suponía que teníamos que realizar 5 kms. de ascenso casi continuo hasta el Lagar de la Cruz, trufado con unas bonitas rampas del 11%. Pero a esas alturas de la etapa, después de haber sido pasados por la piedra en la subida del Alto de San Jerónimo, eso no nos iba a detener.
En realidad se nos hizo bastante fácil hasta que salimos a asfalto. Subimos a un ritmo excelente, incluso demasiado salvaje por un par de paredes que antecedían al tramo de asfalto. Pero ese esfuerzo lo pagamos posteriormente, justo en las rampas finales antes de llegar al Lagar. Aunque es comprensible: llevábamos ya entre pecho y espalda 25 kms. de dura etapa. Pero aun así, lo hicimos. Llegamos al Lagar justo antes de la medianoche, y emprendimos rápidamente el descenso de Los Morales… deteniéndonos tan sólo a activar la cámara:
Fue una bajada tremendamente divertida, en la que Mané -que se la conoce al dedillo- dejó muestras de gran calidad en el descenso. Yo por mi parte, me contenté con no dejar impresa mi cara en un alcornoque o en una piedra. La bajada nos regaló una preciosa estampa de la ciudad de Córdoba, con todas sus luces extendiéndose por las faldas de la Sierra hasta alcanzar el valle. Una vista inolvidable… que no pude tomar con la cámara de fotos, ya que se quedó sin baterías. Pero es algo inolvidable, y que no veía desde hacía años, cuando a Pablo y a mí nos sorprendió la noche realizando ese mismo descenso.
De Los Morales bajamos hasta la Huerta de Hierro por la pista de los eucaliptos, sin mayor novedad. Y desde allí finalizamos la etapa bajando por Sansueña hasta casa, donde llegamos a las 00:30h, justo a la hora en la que había dicho que volveríamos. Era increíble: por acertar, hasta había acertado con la hora de llegada. Y por supuesto, habíamos acertado de lleno con la etapa.
La etapa en Google Maps es la siguiente:
Ver 2011/06/25: Alto de San Jerónimo – Fangorn – Bejarano – Los Morales (Nocturna) en un mapa más grande
Los datos de la etapa son los siguientes:
Etiquetas: alto de san jerónimo, aqua augusta, bejarano, córdoba, fangorn, lagar de la cruz, los morales, mtb, nocturna