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“¿Estás seguro de que ESO es aleatorio?” “Ése es el problema con la aleatoriedad: nunca puedes estar seguro”
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09 ene 06 Crónica de una partida de Killer

Durante la noche de fin de año una de las diversiones añadidas fue la del intento de juego al Killer, un veterano juego de rol en vivo.

Resumiendo, una de las maneras de jugar al Killer es desarrollar el típico juego del asesino y el detective (algo así como interpretar la novela “Diez Negritos” de Agatha Christie). El asesino, obviamente, ha de asesinar a una serie de víctimas, y el detective había de averiguar quién era el asesino antes de que perpetrara todos sus asesinatos. Los modos de matar del asesino eran cuatro:

  • Bomba: El asesino disponía de 4 tarjetas con la palabra “BOMBA” escrita en ellas. Si alguna víctima usaba algún objeto (móvil, cama, libro, WC…) que contuviera una de esas tarjetas, resultaba reventada por la bomba. Si la detectaba antes de usar el objeto, podía avisar al detective para que la desactivara.
  • Veneno: El asesino podía marcar la palabra “VENENO” en vasos, platos y cubiertos; si alguien los usaba sin ver la palabra… pues eso.
  • Asesinato por la espalda: Si una víctima era sorprendida desprevenida, el asesino podía cogerla por los hombros y decir “Estás muerto“. Si así era, la víctima resultaba apuñalada por la espalda.
  • Disparo: Tanto el asesino como el detective tenían sendos punteros láser, que hacían las veces de pistola. Si el asesino apuntaba a una persona con el puntero, y le decía “Bang, estás muerto“, esa persona resultaba muerta por arma de fuego. El detective, a su vez, podía usar su arma para acabar con el asesino.

Las posibilidades de que el juego acabara eran las siguientes:

  • El asesino acababa con todas las víctimas: Ganaba el asesino.
  • El detective averiguaba quién era el asesino y le mataba: Ganaban los buenos.
  • Acababa el tiempo límite (24 horas): Ganaban los buenos.
  • El detective mataba por error a una víctima, creyendo que era el asesino: Ganaba el asesino.

El juego no fue mal en sí, pero pudo haberse desarrollado de una manera algo más brillante. Hubo demasiada precipitación en algunos momentos por parte de asesino y detective, algo del desconcierto inicial propio de practicar un juego por primera vez, y en un caso bastante mala suerte. Sin embargo, en dos horas largas jugamos tres manos del juego.

Lo que sí fue bastante curioso fue observar (para algo era el director de juego) la actitud de los participantes:

  • Primera mano: En esta primera ronda el papel de asesino correspondió a Manuel, así como el de detective a Jose. Me reí bastante para mí mismo con un divertido detalle, del que nadie más era partícipe. Dado que esa noche íbamos a estar más gente que el número de camas disponibles, algunos tuvieron que compartir cama. Ése fue el caso de Manuel y Jose, que estaba “durmiendo con su asesino”.

    Manuel, el Asesino del Canal 47

    El caso que cité de mala suerte fue el de Manuel. Se lo trabajó mucho, poniendo bombas en WC, ocultas bajo almohadas y en botellas de licor. A su estilo. El de la botella fue el problema que tuvo. Esa bomba iba destinada a Leticia, pero alguien (¿quizás alguna de las Catholics?) rapiñó de esa botella, descubrió la bomba.

    Las Catholics, en una foto echada desde un sofá a ciegas

    Al volver a poner Manuel la bomba en la botella, Leticia le trincó, le denunció a mí ante Jose, y éste, atando cabos (¿quién más salvo el asesino podría usar un objeto marcado como bomba sin resultar muerto?), y raudo y veloz acabó con él.

    Jose, digno sucesor de Colombo

    Pese a todo, Manuel ya había conseguido desatar la paranoia con las bombas ocultas. Una de ellas fue descubierta por JuanJe en el inodoro, si bien no le llegó a estallar. Una pena. Esta mano podría haber dado mucho juego.

  • Segunda mano: En esta ocasión Sergio hacía de asesino, y Ana de detective.

    Sergio, el asesino silencioso

    Sergio se lo tomó con más calma. No llegó a poner ninguna bomba, y se limitó a matar dos personas, tanto por la espalda como por arma de fuego.

    Ana, la detective que vino del frío

    Manuel llegó a sospechar de él, y lo denunció a la detective; sin embargo, llevada por otros testimonios confusos, Ana mató a una víctima inocente (¿Rafa?), y ahí acabó el juego.

  • Tercera mano: En esta ocasión hacía de asesino Miguel, y de detective Manu. Sin dudas, con esta mano fue con la que más me reí. La fiesta ya había avanzado bastante, y la gente empezaba a estar algo lenta de reflejos. Por otro lado, Miguel se lo tomó bastante en serio, e hizo uso de su estilo.

    Miguel, el asesino flemático

    Su índice de mortandad fue tremendo. Simplemente se acercaba a los grupitos de gente, sacaba con parsimonia su arma (no ese arma), e iba apuntando a la gente uno por uno y diciendo “Bang, estás muerto“. Para cuando salían de su asombro, los 4-5 estaban muertos. De buenas a primeras, a Manu los muertos se le empezaban a acumular.

    Manu, el detective agobiado

    Pero donde me partí de risa fue con lo de Ana: se encontraba conmigo cuando Miguel vino a decirme que había matado a nosequién y que si estaba enterado. Ana, con cara de sorpresa, no tuvo otra que decirle: “Ah, ¿pero entonces tú eres el asesino”. Y Miguel, con toda la parsimonia del mundo, “Vaya, ahora te voy a tener que matar”. Y con toda la calma del mundo, sacó el puntero, apuntó a Ana y soltó el soniquete, mientras ésta se quedaba paralizada del estupor, y yo me desternillaba de risa.

    Sin embargo, el desenlace fue aún mejor. Manu, desconcertado, decidió pasar a la acción. Pocas personas quedaban vivas en el juego, y escogió. Se acercó a María y la asesinó. Una nueva víctima inocente, con lo que Miguel ganaba aquella mano. Luego Manu explicó que sospechaba de Miguel y de María, pero “le parecía que Miguel tenía demasiada cara de bueno para ser el asesino”, con lo que María, medio muerta de risa, y algo picada, le espetó: “¡¿Me estás diciendo que tengo cara de mala?!” Así que con eso ya tuvimos cachondeo para un buen rato.

    María, ¿con cara de mala?

Decidimos suspender el juego hasta el día siguiente, cuando la cosa estuviera más tranquila. Pero entre que la gente no volvió a la vida hasta las cinco o las seis de la tarde, y yo después pillé un enfriamiento y me tuve que meter a sudar en cama, ahí se quedó la cosa.

Eso sí: con ganas de repetir.

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Comentarios de los lectores

  1. |

    Me he partido de risa con la crónica, fue unas risas…el relato mola xo hay una foto de las catholics al verés…

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  2. |

    Sí, esa foto del revés esta así aposta, ya que la eché desde el sofá con la cámara boca abajo; así que es como va a quedar. ^_^

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