Bonito combo el del título de este artículo, ¿verdad? A resultas de algunas actividades que estoy realizando en el trabajo relacionadas con redes IoT industriales, en mi tiempo libre le he dado una vuelta de tuerca al proyecto, para realizar un piloto de trazabilidad de activos en exterior. Cómo no, basado en el uso de LoRaWAN y Chirpstack, como contaba en un artículo anterior.
La cosa es que aprovechando que contaba con una pequeña infraestructura local de Chirpstack desplegada mediante microservicios, me hice con un dispositivo de Dragino bastante interesante, el LBT1:
Este dispositivo es bastante interesante: integra un módulo GPS que permite obtener su ubicación precisa, que es trasmitida mediante LoRaWAN para ser posteriormente explotada. Pero cuenta con capacidad Bluetooth, para realizar ubicación en interiores mediante iBeacons; dispone de un acelerómetro, de tal manera que el dispositivo tiene capacidad de enviar la señal LoRaWAN cuando detecta movimiento y no de manera indiscriminada, con el consiguiente ahorro de batería; tiene una batería recargable de 1000 mAh (que he podido probar que da para más de una semana de actividad sin necesidad de recarga); y cuenta con un botón que -en su configuración por defecto- permite pasar al dispositivo a un modo de emergencia, de tal manera que pasa a emitir la señal de manera periódica (y no activada por el acelerómetro, como en el modo normal), y con una codificación del paquete de datos específica, de tal manera que es posible distinguirlo de una transmisión normal, y actuar en consecuencia.
Estas capacidades, junto con la característica de integración HTTP proporcionada por Chirpstack, permiten algo bastante interesante, y es realizar un sistema de monitorización de activos en exterior, si lo combinamos con un procesamiento en segundo plano. Para ello, en mi caso, he utilizado Node-Red.
La idea general es la siguiente: se establece un punto de entrada desde donde recibir los POST HTTP provenientes de Chirpstack, que nos harán llegar cada uno de los eventos provenientes de los dispositivos. Aquí realizamos un primer procesado para obtener información relevante de la señal transmitida (básicamente, latitud, longitud, identificador del dispositivo, cantidad de carga de la batería, y si se trata o no de una señal de emergencia). Con esta información realizamos dos acciones: representar cada objeto definido en la aplicación Chirpstack y que esté enviando señal en el mapa, bien con un icono verde si todo va bien, o con un icono rojo si se ha pulsado el botón de emergencia. Además de esto, se mantiene trazabilidad de los movimiento realizados creando una línea con las distintas ubicaciones GPS enviadas por el dispositivo. Todo ello se representa sobre un mapa, que permite definir zonas de calor, y filtrar por cada uno de los objetos que estén enviando señal. El resultado es algo como esto:
El sistema, además, tiene capacidad para integrarse con sistemas de monitorización de terceros, así como con sistemas de alerta específicos. En mi caso he realizado un procesamiento adicional, que consiste en realizar persistencia de datos para su análisis posterior, en este caso, mediante una hoja de Google Spreadsheet, lo que es interesante de por sí, y puede dar para otro artículo.
Este ejemplo de aplicación tiene bastantes aplicaciones prácticas: realizar seguimiento de activos en una zona exterior de una empresa, seguimiento de personas mayores en zonas urbanas sin coste de transmisión de datos, y con la capacidad de que emitar una señal de emergencia en caso de necesidad, o el seguimiento de visitantes en parques naturales y zonas boscosas, ya que como demostré hace algún tiempo, es posible cubrir zonas muy amplias en entorno forestal con un despliegue de infraestructuras mínimo. E incluso, que es lo que tenía en mente, un sistema para seguimiento de ciclistas o senderistas de montaña en zonas de montaña.
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Estas semanas (en parte por afición y en parte por trabajo) he seguido avanzando con mis investigaciones con tecnología IoT basada en LoRaWAN. Ya había hablado anteriormente de comunicaciones básicas LoRa, uso de una red abierta LoRaWAN como es la red TTN, pero no había tocado el tema de disponer de un servidor LoRaWAN privado. Y es aquí donde entra en acción Chirpstack. Éste es un diseño basado en software libre que proporciona la capacidad de conectar dispositivos de campo LoRa y junto con los Gateway LoRaWAN permite constituir una red privada LoRaWAN. En este contexto, ChirpStack una solución que mediante una interfaz de usuario amigable permite gestionar dispositivos, usuarios, gateways, y que proporciona una interfaz de integración que permite interactuar con terceros sistemas.
ChirpStack proporciona una serie de componentes que interactúan entre sí para proporcionar la infraestructura necesaria para recibir información de dispositivos y gateways LoRa, con el objeto de proporcionar capacidades de gestión de dichos dispositivos (por un lado) y de poner la información que envían los dispositivos a disposición de terceros sistemas para que la consuman. Esto se articula en base a los siguientes componentes:
El aspecto clave de ChirpStack hace referencia al modo en el que se procesa la información. ChirpStack hace uso de los componentes anteriores para componer y almacenar información estructurada proveniente de los dispositivos de campo, en un formato similar al siguiente:
{
“applicationID”: “123″,
“applicationName”: “temperature-sensor”,
“deviceName”: “garden-sensor”,
“devEUI”: “0202020202020202″,
“rxInfo”: [
{
"gatewayID": "0303030303030303",
"name": "rooftop-gateway",
"time": "2016-11-25T16:24:37.295915988Z",
"rssi": -57,
"loRaSNR": 10,
"location": {
"latitude": 52.3740364,
"longitude": 4.9144401,
"altitude": 10.5
}
}
],
“txInfo”: {
“frequency”: 868100000,
“dr”: 5
},
“adr”: false,
“fCnt”: 10,
“fPort”: 5,
“data”: “…”,
“object”: {
“temperatureSensor”: {“1″: 25},
“humiditySensor”: {“1″: 32}
},
“tags”: {
“key”: “value”
}
}
Otro aspecto interesante es que Chirpstack se puede desplegar de muy diversas maneras, al estar estructurado en una serie de componentes bien definidos que se comunican entre ellos mediante puertos e interfaces estandarizados. Permite tanto realizar un despliegue convencional en un único servidor, a desplegarse en un modelo de microservicios en un entorno Docker o Kubernetes. Para el caso en el que estoy trabajando, he optado por hacer un despliegue basado en contenedores Docker en una máquina virtual, aunque he realizado algunas pruebas con un despliegue más monolítico, y en el ámbito laboral estoy haciendo uso de un entorno Kubernetes.
El despliegue mediante Docker es tremendamente sencillo, ya que los propios desarrolladores de Chirpstack proporcionan una configuración de ejemplo con todos los elementos necesarios. Y una vez desplegado, es bastante sencillo añadir los componentes necesarios. En mi caso, he integrado un gateway Dragino LG308. La integración es tan sencilla como apuntar el servicio LoRaWAN del gateway al puerto 1700/UDP del servidor donde se encuentre levantado el componente Network de Chirpstack. Es posible desplegar un paquete software en el gateway Dragino para convertirlo en un Gateway Bridge de Chirpstack, pero si tenemos éste desplegado en otro sitio, no es necesario realizarlo.
Y en cuanto al registro de los dispositivos, tampoco supone mayor inconveniente. Es necesario definir de manera previa unos perfiles de configuración de dispositivos y la aplicación donde registramos estos últimos, y a partir de ahí, se puede crear la propia aplicación, y registrar los dispositivos, bien por OTAA o ABP, en función de nuestras preferencias. Con todo ello, se tiene una red privada LoRaWAN perfectamente funcional.
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Algo nuevo comienza.
Hace un par de semanas mis compañeros de trabajo, Ana y yo alquilamos una pista de karts, y echamos una bonita mañana compitiendo. Mañana que tuvo como colofón una comilona en un restaurante brasileño de Santiponce. El caso es que como no puedo estarme quieto, me llevé la camarita MD-80 a la carrera, para actuar como cámara onboard. Y esto fue lo que grabó:
La pena fue que no pude fijar adecuadamente la cámara. Había llevado la chaqueta de la moto, donde la podía haber enganchado bien, pero el calor hizo que no me la pusiera, como tenía previsto, por lo que sólo pude enganchar la cámara al cuello de la camiseta, lo que hizo que fuera bailando en cada curva.
Me ha gustado el experimento. A diferencia de lo que pasa cuando grabas una carrera de karts de aficionados desde fuera -que es absolutamente deprimente-, desde dentro sí que consigue captar la sensación de velocidad que se tiene al conducir el kart.
En cuanto a la carrera, mis resultados fueron los siguientes: décimo en los entrenamientos, sexto en la primera manga, y tercero en la segunda. Como resultado global, tercero. No estuvo mal.
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Llegué ayer a Valladolid para apoyar a mis compañeros pucelanos en una instalación. Algo sencillo, pero para lo que el cliente especificaba que un técnico certificado tenía que estar al mando del proceso. No voy a quejarme: un trabajo sencillo que hace que pueda cambiar un poco de aires, laboralmente hablando. Y que me ha permitido recorrer Valladolid por la noche. Si ya el centro de Valladolid es elegante, a la caída de la noche se convierte en algo mágico. Y el que hubiera -1ºC (y que en todo el día no haya pasado de 3ºC) hacía que muy poca gente se aventurara a recorrer la calle, con lo que he podido disfrutar de un agradable paseo nocturno, con tan sólo el sonido de mis pasos resonando en las venerables piedras pucelanas para hacerme compañía en gran parte de mi deambular por la ciudad.
No llevaba encima una buena cámara (en realidad, no llevaba encima cámara alguna, sino tan sólo un móvil) por lo que no he podido tomar fotos decentes. Tan sólo se ha salvado una de la iglesia del Monasterio de San Benito:
Mañana espero salir de nuevo a la caza de imágenes. Y no sólo por la noche. Aunque tenga que volver a hacerlo embutido en un loden y con la bufanda hasta las cejas.
Etiquetas: fotografía, frío, monasterio, san benito, valladolid