En la segunda y tercera etapa de la Vía de la Plata nos hospedamos en Puebla de Sanabria, un precioso pueblo, capital de la comarca de Sanabria, conocida en todo el país por el lago de (¿cómo lo has adivinado?) de Sanabria. Después de la tercera etapa disfrutamos en el lago de un merecido descanso -con baño incluido-, que fue acompañado de una excursión hasta la Laguna de los Peces. Durante la subida, pudimos contemplar la siguiente panorámica del lago:
La imagen está compuesta a partir de varias fotografías enlazadas con el programa autostitch.
El lago, por su parte, es fuente de abundantes leyendas. Quizá la más conocida es la siguiente, tal como aparece redactada en la Wikipedia:
Una de las leyendas más famosas, quizás por ser premonitoria de la catástrofe ocurrida en Ribadelago, es la que narra el origen del Lago. Cuentan que un buen día llegó a la aldea de Villaverde de Lucerna un peregrino pidiendo limosna, y al que nadie le atendió, salvo unas mujeres que estaban cociendo pan en el horno de este pueblo. Éstas se apiadaron del él, y le dejaron entrar en la sala del horno para que pudiera guarecerse del intenso frío y saciar su hambre con algo más de masa que pusieron en el horno. La masa que introdujeron en el horno creció tanto que finalmente el pan se salió del horno y, las mujeres, sorprendidas ante este hecho, escucharon de boca del peregrino, que resultó ser Jesucristo, el castigo que iba a implantar al pueblo ante su falta de caridad: inundaría la aldea, por lo que debían de huir de sus casas para refugiarse en el monte. Seguidamente el hombre clavó su bastón en el suelo diciendo:
“Aquí clavo mi bastón
aquí salga un gargallón
aquí cavo mi ferrete
que salga un gargallete.”
El agua brotó a borbotones anegando el pueblo de Villaverde, salvándose de las aguas tan solo el horno, que conforma hoy en día la pequeña isla que hay en el Lago.
Sigue contando la leyenda que los vecinos de los alrededores quisieron sacar las dos campanas de la iglesia hundida, empleando para ello a dos jatos que estuvieran bien alimentados. Sin embargo a uno de ellos le había ordeñado a la madre y no había podido mamar, derramándose parte de la leche ordeñada por el lomo del animal. Este finalmente no pudo sacar la campana del fondo del Lago y el bien alimentado le decía:
“Tira buey bragau
que la leche quí ordeñarum
por el llomu le fue echau
Ven aquí bragau.
-No puedo, quíestoy ordeñau, le contestó”
La campana que se hundía le decía a la otra que salía:
“Tu te vas, Verdosa,
yo me quedo Bamba
y hasta el fin del mundo
no seré sacada”
Y esta es la campana que los hombres de bien pueden oir repicar desde el fondo de las aguas la noche de San Juan.
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La siguiente imagen es una panorámica del embalse de Ricobayo. Está compuesta a partir de una serie de fotografías que tomé durante la primera etapa de mi reciente Camino de Santiago, de Zamora a Tábara:
El trazado del Camino pasa junto al embalse, serpenteando entre las carreteras N-630 y N-631. Es desde ahí donde están tomadas las imagenes que componen la panorámica.
Al fondo de la imagen pueden apreciarse las ruinas del castillo y del poblado de Castrotarfe.
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Etiquetas: castrotarfe, panorámica, ricobayo, zamora
La segunda etapa de la Vía de la Plata tuvo su comienzo en Tábara. Nos desplazamos hasta allí después de dejar el hotel de Zamora. Si bien teníamos previsto empezar la etapa a las 7:00h para evitar el calor en la medida de lo posible, finalmente no empezamos la etapa hasta las 8:00h. El día anterior habíamos decidido dividir la etapa en dos sectores diferenciados: el primero, entre Tábara y Santa Marta de Tera lo realizaríamos siguiendo estrictamente el trazado definido del Camino, y la segunda, hasta Mombuey, lo haríamos por la N-525 para evitar llegar más tarde de las 13:00h. Y dado que el trazado más fiel de la antigua vía ha sido aprovechado por la Nacional, y el camino definido hoy en día en este tramo trata de evitar -en su mayor parte- el asfalto, sin aportar gran cosa, no nos pareció una gran pérdida.
Salida de Tábara
Salimos, pues, de Tábara por una pista junto a la iglesia, en dirección norte, hacia los montes que separan Tábara y alrededores del valle del río Tera. La primera dificultad vino dada por las obras del AVE a Galicia, que nos obligaron a dar un par de cambios de dirección, que es algo con lo que mi padre y Pablo ya se habían tropezado en la jornada anterior. Una vez superadas las obras, afrontamos un duro repecho a unos 5 km de Tábara, seguido de un breve descenso y otro repecho posterior. Empezamos a notar que el paisaje se iba pareciendo, cada vez más, al propio de Sierra Morena. A unos 10 km de Tábara nos habríamos de encontrar con una variación que marcaría el resto de la etapa. Según nuestra guía, tendríamos que haber girado a la derecha, y seguir unas pistas hasta Bercianos de Valverde para, posteriormente, alcanzar Santa Croya de Tera por pistas. Sin embargo, un monolito nos indicaba que el Camino seguía de frente.
El monolito de la discordia
Lo seguimos, lo que nos llevó hasta una carretera que nos dirigió hasta Villanueva de las Peras, donde hicimos un breve descanso. Posteriormente seguimos la señalización, que nos llevó hasta Santa Croya por una comarcal que atravesaba una zona serrana de la que, si me hubieran enseñado sólo fotos, no habría dudado en ubicar en Córdoba. El posterior descenso hasta Santa Croya fue rápido y sin incidentes.
¿De verdad estamos en Zamora?
Apenas nos detuvimos unos instantes en Santa Croya de Tera, que se encontraba en sus fiestas patronales. Cruzamos el río Tera para alcanzar el final de nuestro primer tramo de la etapa, Santa Marta de Tera un poco antes de las 10:00h. Allí visitamos la iglesia parroquial, de un precioso románico con llamativos ajedrezados jaqueses que, si bien son más comunes en el Camino Francés, son muy poco habituales en la Vía de la Plata. En la iglesia también destacaba una imagen románica de Santiago peregrino que es la más antigua de la que se tiene constancia.
Santiago Peregrino románico
El resto de la etapa transcurrió íntegramente por la N-525, con un perfil prácticamente plano, de paisaje extrañamente mediterráneo. Pasamos por pueblos ribereños del río Tera, como Camarzana de Tera, Vega de Tera y Junquera de Tera, donde paramos a tomar unas tostadas con aceite, antes de alcanzar Rionegro del Puente, y la confluencia con la N-631, que venía de Tábara. A esas alturas entablamos conversación con un peregrino granadino, que acudía al encuentro de unos amigos que subían desde Sevilla.
Llegamos a Mombuey a las 13:00h, con unos 35ºC de temperatura, tras 53 km de etapa. Pablo había venido sufriendo problemas en la espalda desde mediados de etapa, provocados por unas molestias en el hombro derecho. Aparte de esto, la etapa no tuvo mayores incidentes.
Ana, tras haber subido hasta Puebla de Sanabria y haber acudido al hostal, nos vino a recoger a Mombuey. El resto del día lo pasamos en Puebla, donde aprovechamos para visitrar la iglesia de Santa María del Azogue, así como el castillo, y dar una vuelta por el precioso casco histórico del pueblo.
Haciendo el bestia en el castillo
Datos de la etapa:
- Distancia (según la guía): 59 km.
- Distancia (según mi velocímetro): 53’770 km
- Tiempo de etapa: 3h 34m 59s
- Tiempo desde el inicio de la etapa: 5h 4m 14s
- Pulsaciones medias: 106 pulsaciones/m
- Pulsaciones máximas: 166
- Consumo medio de calorías: 690 kcal/h
- Consumo máximo de calorías: 1290 kcal/h
- Tiempo en zonas de pulsaciones: 1h 33m 59s
- Consumo total de calorías: 3484 kcal
Actualización:
Este es el trazado de la etapa en Google Maps:
Ver Vía de la Plata. Etapa 2: Tábara – Mombuey en un mapa más grande
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Etiquetas: mombuey, n-525, puebla de sanabria, tábara
Afirmaba Cecil B. DeMille que una película debía empezar con un terremoto, para después ir creciendo en acción. Si algún director tuviera que firmar la película de nuestra primera etapa, el Sr. DeMille se habría prestado gustoso a ello. Marcada por incidentes previos, fue una etapa sumamente complicada.
Los incientes previos consistieron en un accidente de tráfico de mi apadre, durante su ultimo día de entrenamiento previo, que se saldó con una puerta de un coche rota, la suspensión de la bici hecha añicos, y heridas leves en barbilla y rodilla. Por mi parte, tuve sendas lesiones en los gemelos durante el entrenamiento previo. Y Pablo, que se había librado misteriosamente de incidentes previos, tuvo su cuota de desgracia en dos partes: la primera, en la víspera de la etapa, en la que se clavó en un muslo un diente del plato de su bici, y a la mañana siguiente, donde descubrimos un pinchazo que se había incubado en Córdoba, en nuestra etapa del fin de semana anterior.
Comienzo de etapa. Nos las prometíamos muy felices...
Teníamos previsto salir del hotel a las 8:00h, pero por el pinchazo anterior, no pudimos hacerlo hasta las 8:20h. Salimos de Zamora por la carretera de La Hiniesta, en donde continuaron los incidentes. Perdimos la indicación de la Vía, y continuamos 3 kms. por la carretera, desviándonos de nuestro itinerario. Cuando nos percatamos de ello, tuvimos que desandar esa distancia, acumulando kilómetros a la etapa.
El Camino transcurría alternando pistas de tierra paralelas a la N-630, y tramos en los que recorríamos la propia Nacional. Mantuvimos esta dinámica hasta Montamarta, primera parada del día, donde aprovechamos para tomar algunos refrescos. Y aquí nos dimos cuenta de otro pequeño desastre: habíamos planificado registrar la etapa con el móvil Android de Pablo mediante el software SportsTrackLive, pero por error, pese a activar el programa e iniciar la conexión GPS, no empezamos a registrar la etapa.
Parada en Montamarta
Tras la pausa, continuamos recorriendo la N-630, alternando tramos de pista, antes de llegar a la bifurcación con la N-631. Desde allí descendimos hasta alcanzar el nivel de las aguas del pantano de Ricobayo, desde donde pudimos contemplar por primera vez las ruinas del castillo y despoblado de Castrotarfe.
Ruinas de Castrotarfe
Y aquí, de nuevo en el recorrer de nuestros Caminos, y por vez primera en la Vía de la Plata, tuvimos que soportar el que nos quisieran sacar de un pequeño tramo de carretera, dando un enorme rodeo por camino: en este caso, recorriendo los límites del pantano. Bonito desde el punto de vista estético, pero fastidioso desde el punto de vista de la lógica del trazado.
Poco después llegamos, de nuevo por la N-630 hasta las cercanías de las ruinas de Castrotarfe. Y en ese momento, en mi caso, se desencadenó el desastre: llevaba notando desde hacía un rato un extraño en la rueda trasera. Pablo me hizo notar que oscilaba demasiado. Cuando paramos para ver cómo se encontraba, pude ver que tenía dos radios rotos. Y del lado de la corona. Apenas llevábamos 30 kilómetros de Vía de la Plata, y por segunda vez en mi vida de ciclista, había roto radios. La primera vez había sido realizando el Camino del Norte, casi entrando en Galicia. Acababan de pasar las once y media de la mañana. Estábamos a un par de kilómetros de Fontanillas de Castro.
No me quedó otro remedio que llamar a Ana, que actúa como nuestra conductora de apoyo, para que me recogiera, volver a Zamora, e intentar que me arreglaran el desaguisado. Tras hablar sobre ello con mi padre y con Pablo, acordamos que ellos siguieran la etapa hasta Tábara. Antes de eso, subimos hasta el castillo de Castrotarfe, que nos impresionó por su extensión.
Ruinas -de nuevo- de Castrotarfe
Esperé a Ana en Fontanillas hasta que llegó, a algo después del mediodía. Volimos a toda prisa hasta Zamora, donde empezó la segunda parte del desastre: encontrar una tienda donde me pudieran realizar el arreglo. Conseguí localizar un par de tiendas. En la primera de ellas el dependiente, con una desvergüenza que haría sonrojarse al más pintado, me informó de que se negaba a realizarme el arreglo porque era muy tarde (algo comprensible, no lo niego), no sin decirme que (y aquí viene lo bueno) que él no entraba en cómo se organizaba la gente, pero que si hubiera ido a primera hora de la mañana me lo habría arreglado sin problemas. Como si yo planificara cuándo voy a romper un par de radios. En la segunda tienda tuve más suerte, ya que en ella el dueño se prestó a realizarme el arreglo.
Pablo y mi padre, por su parte, continuaron la etapa, hasta Granja de Moreruela. Desde allí giraron hacia el este, cruzaron el río Tera, y avanzaron hasta Tábara alternando, de nuevo tramos de asfalto y tramos de pista. El contratiempo mayor que encontraron, aparte del fuerte calor que sufrimos durante toda la etapa, fue el provocado por las obras de la autovía que enlazará Zamora con la autovía de las Rías Bajas. Llegaron a Tábara al filo de las tres y media de la tarde, justo cuando Ana y yo llegábamos al pueblo.
Almorzamos en Tábara, y regresamos a Zamora sobre las cinco de la tarde. Tras adecentarnos un poco, realizamos una pequeña visita turística a Zamora, y aprovechamos para sellar las credenciales en la Catedral, algo que no habíamos podido efectuar por la mañana, dado que no abrían hasta las diez de la mañana.
Catedral de Zamora
Datos de la etapa:
- Distancia prevista: 66’6 km
- Distancia recorrida: No disponemos de datos completos
- Tiempo de etapa: 3h 30m 44s (hasta Fontanillas de Castro)
- Pulsaciones medias: 113 pulsaciones/min
- Pulsaciones máximas: 154 pulsaciones/min
- Calorías medias: 760 kcal/h
- Calorías máximas: 1170 kcal/h
- Tiempo en zona de pulsaciones: 1h 3m 20s
- Total de calorías: 2089 kcal
Actualización
Este es el mapa del recorrido en Google Maps:
Ver Vía de la Plata. Etapa 1: Zamora – Tábara en un mapa más grande
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Etiquetas: castrotarfe, fontanillas de castro, tábara, zamora